[Terminus]

CSAR al estilo sovietico

Las misiones de búsqueda y rescate en combate o CSAR (Combat Search and Rescue) figuran entre las más difíciles y peligrosas de la guerra, pues se realizan en presencia del enemigo, en condiciones meteorológicas y geográficas adversas y careciendo por completo del factor sorpresa
En Occidente, las operaciones CSAR adquirieron su forma definitiva durante la Guerra de Vietnam. Para la URSS, la Guerra de Afganistán fue el laboratorio donde refinar estas tácticas. Especialmente en lo que se refiere al rescate de pilotos derribados por las defensas antiaéreas

A tal fin, los soviéticos suelen tener en alerta un par de helicópteros de rescate Mil Mi-8, en cada base. Las tripulaciones incluyen dos o tres 'para-rescatadores', paracaidistas adiestrados en saltos de precisión, asistencia médica y evacuaciones, además de técnicas de combate
A los Mil Mi-8 se les asigna usualmente dos helicópteros de combate Mil Mi-24 como escolta directa. Los Mil Mi pueden pedir el apoyo de cazabombarderos y aviones de asalto, encargados de suprimir a las tropas enemigas que amenacen el rescate, con fuego de cañón, cohetes o bombas

Pero hay misiones de rescate donde las tácticas y el equipamiento son lo de menos. Donde la clave del éxito o el fracaso es el factor humano. Esta es la historia de la operación CSAR más increíble llevada a cabo por la Unión Soviética en la Guerra de Afganistán
12 de enero de 1988. El mayor Sergei Iosifovich Yurchuk realiza las últimas comprobaciones antes de subir a un Sukhoi Su-17M4 del 274° BIAP (Regimiento de Aviación de CazaBombarderos). Como todo está en orden, trepa a la cabina, se ata al asiento y enciende el motor Lyulka AL21F3
El aparato despega del aeródromo de Bagram y pone rumbo a la región de Panshir para una misión de ataque. 

A 65 kilómetros al noroeste de su base y a 4.500 metros de altura, el avión de Yurchuk es alcanzado por un misil tierra-aire portátil Stinger, lanzado por un 'muyahadin'
Yurchuk logra eyectarse y aterriza en una estrecha cornisa nevada, a 4.200 metros de altura. A su alrededor no hay 'espíritus' (así llaman los soviéticos a los guerrilleros por su facilidad para aparecer y desaparecer), pero tiene ambas piernas rotas y apenas puede moverse
La nieve es profunda y dificulta aún más sus movimientos. Y hace mucho frío. El termómetro marca quince grados bajo cero y el fuerte viento hace que la sensación térmica sea aún menor. La vida del piloto soviético está en manos del operativo de rescate que ya se prepara en Bagram

A las 8.38 horas, seis minutos después de recibir el aviso, parten dos helicópteros Mil Mi-8MT del 262º PSO (Departamento de Búsqueda y Rescate). A los mandos van Anatoly Makarevich y Yuri Vlasov. Tras un corto vuelo, localizan a Yurchuk, pero es imposible aterrizar cerca de él
Makarevich vuela en círculos sobre el acantilado buscando una solución. Vlasov le cubre. Mientras tanto, lanzan a Yurchuk ropa de abrigo y comida, pero el viento envía las provisiones al abismo. El piloto derribado está cada vez más débil. Y el tiempo y el combustible se agotan

El piloto del primer Mil Mi-8 le hace una señal al alférez Nikolai Skripkin para que se prepare. Skripkin es miembro del grupo del servicio de búsqueda y rescate y aunque sólo lleva seis días en Afganistán, no es un rescatador cualquiera. Es el hombre justo en el momento adecuado
Nacido el 17 de marzo de 1947 en el pueblo de Frolovo, a sus 40 años Nikolai Kiríllovich Skripkin es un maestro del paracaidismo. Es múltiple Campeón de la URSS y suma tres mil saltos y una docena de récords mundiales, incluida la modalidad de precisión tanto de día como de noche
Ahora debe saltar desde un helicóptero a 4.500 metros de altura y aterrizar en una cornisa estrecha y nevada situada a 300 metros por debajo. 

Todo con un fuerte viento lateral y portando su equipo de combate y rescate. Es un salto muy difícil, pero si alguien puede hacerlo, es él
Skripkin salta y... poco después se hunde en la nieve junto a Yurchuk. El Mi-8 de Makarevich, escaso de fuel, vuelve a Bagram. Toma el relevo el aparato de Vlasov. Durante media hora, Skripkin arrastra al piloto herido hasta el borde de la cornisa y esperan un rescate milagroso
Los motores del Mil Mi-8 sufren por la altura y el viento complica el intento de Vlasov de mantener el aparato en estacionario a unos metros sobre la cornisa. Desde el helicóptero, el técnico Sasha Kashirin lanza el cabrestante, que baila por el aire. El intento de rescate, falla

Kashirin prueba otra vez. Nada. Así hasta nueve veces. A la décima, va la vencida. El gancho llega a Skripkin. Es una escalera hacia la vida. Rescatador y piloto son izados a bordo del Mi-8, que pone rumbo a Bagram, donde aterrizan a salvo. La misión ha durado más de tres horas
Skripkin recibe la Orden de la Estrella Roja. Tras servir en Afganistán, continua su carrera militar hasta su retiro. Como instructor forjará a varios paracaidistas de élite, incluido Vitaly Gladkov, tres veces Campeón de Rusia y ganador de la Copa del Mundo de Acrobacias de 2011

Casado y divorciado dos veces, padre de un niño y una niña, Skripkin muere en Saransk el 28 de mayo de 2006. Está enterrado en el cementerio Nº5 de Klyucharyovsky. Se cree que hizo más de diez mil saltos, pero ninguno valió más que el realizado aquel 12 de enero de 1988.