EL DRAMA VIVIDO EN CARNE PROPIA
El hijo del comandante abandonó la Armada por los bajos salarios
Leonardo Alonso tiene 58 años, lleva 40 en la Armada y apenas 10 meses a cargo de la fuerza. En el primer gobierno del Frente Amplio fue edecán del presidente Tabaré Vázquez.
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Marineros cobran 11.000 pesos. Cada año hay 8% de recambio en personal de subalternos.
"Debo decir que no habría sido fácil desempeñar ese cargo si no hubiera sido por el presidente Vázquez", alega. "Más que nada por las circunstancias. Era el primer gobierno de izquierda, y con todo lo vinculante con las Fuerzas Armadas… El rol nuestro era el primer contacto entre las fuerzas y el presidente. Digo que no fue fácil porque nos empezamos a conocer juntos, y a generar un entorno de trabajo. Debo darle gracias al presidente Vázquez, por su hombría de bien, por ser educado, cortés, y haber estado siempre pendiente de uno, por haberme dado el lugar de una persona, haciéndome sentir que no era un objeto decorativo".
Cuenta que su vocación se despertó cuando con siete u ocho años fue al puerto a visitar a un primo de su madre, que era capitán de buque mercante. En aquel entonces no tenía clara la diferencia entre marino mercante y marino de guerra, pero a partir de ese momento siempre dijo que iba a ser marino. Uno de sus dos hijos eligió seguir sus pasos y entró a la Armada, pero siendo alférez de fragata, a los tres años de recibido, se fue a trabajar a la marina mercante. "Por lo tanto, se fue de baja como marino militar, y optó porque...". Alonso se frena, hace una pausa. "Me dijo", alcanza a decir, y vuelve a hacer silencio. Los ojos se le enrojecen por la emoción que le invade y hace chasquidos con los dedos mientras intenta retomar la oración. "Por supuesto que él puede tener, y tiene, ambiciones materiales diferentes a los que uno tiene o podía tener. Hoy en día, con la sociedad de consumo, los muchachos persiguen otros objetivos. Esta es una generación diferente. Pero me dijo...". Vuelve a frenar, y con esfuerzo reengancha: "Yo no me veo a la edad que tenés vos, con las responsabilidades que tenés… (frena una vez más, y tras unos segundos logra por fin terminar la oración)... Por lo que ganás".
Alonso, un hombre que se nota enérgico y alegre, pide disculpas pero no se avergüenza. "Tengo que decir que me duele la pérdida de cada individuo que se va con el argumento económico, que fue la razón por la que se fue mi hijo. El tema es que yo verdaderamente no incidí en él para que eligiera esta vocación, pero esto es una familia. Es la vida. Y cuando yo estaba embarcado, traía a mi hijo, salíamos a navegar, él me acompañaba, y le entró. Y de hecho, sin que yo nunca le dijera nada, él optó por la carrera. La verdad que para mí fue una satisfacción porque no lo presioné, como tampoco lo presioné cuando tomó la decisión de irse. Lo entiendo, me hubiera gustado que siguiera esta profesión. De todas maneras, está vinculado a la actividad marítima. Sí me sentí mal porque la realidad de mi hijo es la realidad de muchos oficiales y de mucho personal, que queriendo a la institución y teniendo vocación, se van por una necesidad económica. Eso es lo que me pone mal y lo vemos a diario. Con lo que le cuesta al Estado, se van, la gran mayoría de las veces por no tener la expectativa de dar una solución a su familia para vivir dignamente.
Por no tener una respuesta más allá de la esperanza de tratar de disfrutar de la profesión. Se hace difícil cuando uno está pensando en lo que le va a faltar cuando llegue a su casa".
En la Armada trabajan actualmente unas 4.700 personas. En 2011 hubo una reducción de vacantes de parte del Poder Ejecutivo, que afectó a las tres Fuerzas Armadas. Y si bien en los últimos años la dotación se ha mantenido relativamente estable, Alonso asegura que se está "permanentemente reclutando gente para distribuir y cubrir a los egresan de la fuerza por retiro o por baja". En el caso del personal subalterno, el recambio anual es del entorno del 8%. En el del personal superior varía más. En lo que va del año se fueron del sistema 49 oficiales (por retiro obligatorio o voluntario) e ingresaron unos 15, de lo cual resulta un "déficit de oficiales", señala el comandante. El salario de un marinero ronda los $11.000 —la mitad que el de un policía—. El de un alférez, los $ 25.000. Y en las jerarquías son $ 70.000 aproximadamente.
"Estamos tratando de buscar el apoyo a nivel de personal superior y subalterno para mitigar todo eso (se refiere a los salarios bajos). Para que moralmente la gente sienta un apoyo. No es fácil, pero estamos tratando de dignificarlos, dándoles un uniforme digno, construyendo un nuevo comedor y cocina para que la gente tenga un lugar de esparcimiento adecuado… Cosas que uno ve como menores, pero acá hay muchas cosas que van más allá de lo material y pasan por lo espiritual", dice Alonso. De todas formas, reconoce que se les hace "muy, muy difícil", cubrir todas las vacantes que se generan.
—¿Cómo hacen para tentarlos? ¿Cuál puede ser el gancho?
—En el caso de los oficiales tiene que ser algo realmente vocacional. Si no, es imposible. Puede ser algo asociado a lo personal o a una tradición familiar. En el personal subalterno es más bien una opción laboral. Se nos hace muy difícil porque en lo civil no están sometidos al régimen militar, no tienen que hacer guardias, no tienen que salir a navegar sin saber por cuántos días.
—¿Cuál es el atractivo, entonces?
—Para el personal subalterno creo que es tener un empleo, algo seguro, que incluye la salud (les corresponde hospital militar). La institución trata de bregar por lo social, lo familiar, trata de contenerlos, darles apoyo para sobrellevar sus problemas.