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Batallas y protagonistas de nuestro Ejercito.
#99
HECATOMBE DE QUINTEROS

ANTECEDENTES
Luego de la paz de octubre de 1851, que puso fin a la Guerra Grande con el lema de que entre los blancos del Gobierno del Cerrito y los colorados del Gobierno de la Defensa “no habría vencidos ni vencedores”, existía un gran consenso en que el próximo Presidente de la República fuera el general Eugenio Garzón. Pero su inesperado fallecimiento determinó que se eligiera a Juan Francisco Giró. En 1852 Venancio Flores fue designado Jefe Político de Montevideo.

El gobierno de Giró se caracterizó por un intento de integración de los grupos blancos y colorados, en lo que se dio en llamar la política de fusión. Como parte de ésta, Venancio Flores fue designado ministro de Guerra y Marina. Sin embargo, la pugna política entre los dos principales partidos políticos se acentuó. Uno de los factores de distanciamiento fue la rivalidad entre la Guardia Nacional, fundada por Manuel Oribe, y el Ejército, predominantemente colorado y liderado por Flores.

Dadas las turbulencias políticas, Flores forzó la renuncia de Giró. Para culminar el mandato del presidente constitucional se designó a un triunvirato, integrado por el mismo Flores, Juan Antonio Lavalleja y Fructuoso Rivera. Las muertes de Lavalleja y de Rivera determinaron que, en los hechos, fuera Flores el que ejerciera el Poder Ejecutivo entre 1853 y 1855.

Su administración tropezó con sucesivas intromisiones del Imperio del Brasil, hasta que se vio obligado a renunciar al producirse la Rebelión de los Conservadores. Con varios de sus colaboradores se exilió en Buenos Aires, donde prestaron servicio en la guerra contra los indígenas. Entre sus allegados se encontraba el general César Díaz.

[Imagen: cesar_diaz.jpg]
Gral. Cesar Díaz

En diciembre de 1857 varios grupos de colorados que habían formado el Partido Conservador se rebelaron en distintos puntos de la campaña uruguaya. El 6 de enero del año siguiente César Díaz desembarcó en Montevideo e intentó tomar la ciudad. 

El General César Díaz, un acérrimo “colorado-conservador” que había comandado la División Oriental en la “Batalla de Caseros” en 1852 (donde tuvo que dimitir Juan Manuel de Rosas) y al finalizar la misma, logró las palmas del generalato, mediante decreto firmado por Urquiza; que había ocupado cargos de Ministro en el Uruguay durante los gobiernos de Giró y de Flores y que estaba bastante allegado a este último; partió desde el puerto de Buenos Aires, al mando de unos 100 hombres (donde una gran porción de ellos, eran italianos que habían combatido en la Defensa, al lado de Garibaldi) con pertrechos escasos y rudimentarios, desembarcando en el viejo “Saladero de Lafone” (hoy, barrio “La Teja”- Montevideo).-

Viajaron en la goleta “Maipú” (proporcionada por el gobierno de Buenos Aires) y protegió el desembarco una fuerza de unos 500 hombres, al mando del Coronel Brígido Silveira (reconocido lancero y caudillo colorado de Minas- Lavalleja), quien se incorporó a Díaz, que esperaba más hombres y más jefes comprometidos en la acción, pero al fin y al cabo, todo se quedó en veremos….Supuestamente, esperaba las incorporaciones de Flores y de Gregorio Suárez, con fuerzas al mando.-

En medio de ese clima enrarecido y donde muy pronto los campos de la patria volverían a regarse con sangre oriental, César Díaz y sus fuerzas marcharon sobre Montevideo, logrando llegar hasta los alrededores de la Plaza Cagancha, donde bajo un tenaz fuego de fusilería fueron rechazados, por fuerzas del General Medina (un colorado combatiendo a otro) sin embargo no se achicó, reunió más adeptos, se puso de acuerdo con su estado mayor y decidió evolucionar hacia el centro del país.-

El ejército de Díaz fue perseguido de cerca por las fuerzas gubernativas al mando del general Anacleto Medina. El 16 de enero Díaz fue alcanzado en las cercanías de arroyo Cagancha por el coronel Lucas Moreno, aunque la batalla no tuvo un claro vencedor. 
El 28 de enero Medina lo alcanzó al llegar al Paso de Quinteros, sobre el río Negro, donde fue obligado a rendirse. Medina garantizó las vidas de los jefes de la revolución a cambio de la rendición e intentó convencer al presidente Gabriel Antonio Pereira de perdonar la vida a los rebeldes.

[Imagen: descarga.jpg]
Presidente Gabriel Pereira

Después de la batalla
El día 29 de enero, ya mataron adentro del monte a varios integrantes de las fuerzas sublevadas, y siguió “el lleva y trae”. Con chasques que iban “reventando caballos” hacia la capital y que retornaban desde la urbe, en igual forma. Que garantías de vida; que capitulación de los rebeldes; que salvoconductos otorgados por Medina para que los principales jefes revolucionarios pudieran irse hacia el Brasil; que una supuesta carta de Francisco Lasala para el Dr. Antonio de las Carreras, pidiendo el fusilamiento de los mismos (aprovechándose de que Medina, era analfabeto y se conformaba con lo que le leían); que Consejo de Guerra con los Coroneles blancos, etc.
 
Sin embargo, cuatro días después, el presidente Pereira ordenó ejecutar a los oficiales rendidos, presionado por el Cnel. Lasala, Joanicó y Antonio de las Carreras, decretando: 
1º) Serán pasados por las armas los generales Díaz y Freire y los coroneles Tajes y Martínez; 
2º) Sufrirá la pena de muerte el Mayor Freire: 
3º) Serán ejecutados todos los jefes y ciudadanos que han levantado fuerzas contra el gobierno; 
4º) Serán quintados todos los oficiales de capitán abajo. Orden que Medina cumplió el 1 de febrero.

[Imagen: mapa4.jpg]

La suerte estaba echada para César Díaz y camino a Durazno, cuando ya retornaban prisioneros para Montevideo, fue bajado del caballo y sin que a Medina se le moviera un pelo, la soldadesca que mandaba, le robó “a los tirones”: las espuelas de plata, el cinto con el dinero, el sombrero y el poncho (solo se salvó su reloj con cadena de oro y el retrato de su esposa) porque logró entregárselos al Coronel Lesmes de Bastarrica- quien luego los entregó a la viuda del ejecutado- lo amarraron con maneadores y lo fusilaron como al General Manuel Freire (uno de los Treinta y Tres Orientales) y como a los Coroneles Eulalio Martínez y Francisco Tajes.-
Pero no serían las únicas muertes, porque a partir de aquel aciago 1ero de febrero de 1858, habría más y con “diferentes estilos”, fruto de las mentes obnubiladas por los rencores contenidos y enardecidas por los yunques ardientes del salvajismo.-

El día 2 de febrero de 1858, cuando había llegado con retraso la orden presidencial de suspender los fusilamientos, fueron “pasados por las armas” en la costa del arroyo Tala, los Comandantes: Isidro Caballero, Eugenio Abella, Benigno Islas, Juan José Poyo y Ramón Islas….
Los oficiales fueron “quintados” tomando en cuenta una costumbre de los romanos; mientras que la tropa, que marchaba de a pie, fueron “lanceados, degollados y destripados” (en especial el batallón de italianos) por la División blanca de los Maragatos, al mando del Comandante de Caballería Cipriano Cames, que era oriundo de San José.-

Algunas versiones afirman que el número de los ejecutados llegó a ciento cincuenta y dos hombres. Este hecho, con el cual finalizó la revolución de 1858, causó gran consternación en la población y, por sus características, pasó a la historia con el nombre de "Masacre de Quinteros" o "Hecatombe de Quinteros".

FUENTES:
 “La Hecatombe de Quinteros vista por un testigo presencial” de Juan Manuel de la Sierra
“Sangre y Barro” de Leonardo Borges 
“El Libro de los Linajes” de Ricardo Goldaracena- año 1976-
 “Diccionario de biografías” del Dr. Fernández Saldanha; 
“Caudillos, Doctores y Masones” de Mario Dotta Ostria 
Revista emitida por “El País”- Batallas que hicieron historia
“Dulce et decorum est pro patria mori”
 
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RE: Batallas y protagonistas de nuestro Ejercito. - Artiguista - 02-02-2021, 01:52 AM

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