Cruzada Libertadora de 1825
La Cruzada Libertadora de 1825
Autor:
Cnel. Sergio Otegui
Desde el año 1824, un grupo de exiliados orientales conspiraba en Buenos Aires, tratando de organizar un movimiento que permitiera lograr el reintegro de la Provincia Oriental a las Provincias Unidas del Río de la Plata.
Estos exiliados orientales se reunían en Buenos Aires en la Sastrería de José Pérez y Antonio Villanueva, en los saladeros de Pascual Costa, a quien Lavalleja alquilaba el local, y de Pedro Trápani, y en la casa de comercio de don Luis Ceferino de la Torre. Contaban además con la tolerancia del gobierno de Buenos Aires, encabezado por el entonces General Gregorio de las Heras, de Juan José y Tomás de Anchorena y de Juan Manuel de Rosas, cuya figura política crecía considerablemente.
Fueron siete los patriotas iniciadores de este proceso: Juan Antonio y Manuel Lavalleja, Manuel Oribe, Ceferino de la Torre, Pablo Zufriategui, Simón del Pino y Manuel Meléndez, siendo nombrado en forma unánime Juan A. Lavalleja, como Jefe de la Empresa.
La victoria de Ayacucho, obtenida por el General Sucre en Diciembre de 1824, sobre las últimas fuerzas españolas, que culminaría con el proceso de la independencia anticolonial motivó a los orientales, dolidos en su patriotismo, ya que la única tierra que aún no gozaba de libertad era la propia, y le imprimieron al movimiento un entusiasmo singular.
Se crea al mismo tiempo una Comisión Oriental, encargada de colectar auxilios en dinero y pertrechos, reuniendo armas que se recuperan de depósitos en donde se mantenían desde la frustrada intentona revolucionaria de 1823 y se compran y obtienen por cesión de particulares y extraoficialmente del gobierno de Buenos Aires.
Por supuesto que esta colaboración de los grandes hacendados, saladeristas y comerciantes de Buenos Aires, si bien no deja de reconocerse en sentido patriótico, tenía la fuerte motivación de procurar asentarse en los fértiles campos de la Provincia Oriental luego de liberada y tal vez incorporarla a las demás Provincias Unidas, lo que acrecentaría sensiblemente sus actividades mercantiles relacionadas con la salazón de carnes y cueros.
No debemos olvidar que durante la dominación luso-brasileña, esta actividad y la del puerto de Montevideo había quedado muy relegada y absorbida por los saladeros de Río Grande y el puerto del mismo nombre.
También las provincias del litoral argentino habían dejado de usar el puerto de Montevideo, usando en cambio el de Buenos Aires.
A pesar de que los preparativos de los revolucionarios eran conocidos por el General Lecor, éste le restó importancia, al entender que no arriesgarían una empresa de esa magnitud.
Es así que divididos en dos grupos, los revolucionarios orientales zarparon de la playa de San Isidro el 1 y el 15 de abril respectivamente, reuniéndose en la isla Brazo Largo del delta del Paraná, donde los primeros tuvieron que esperar varios días a los restantes. Desde allí armados de dos tercerolas y dos sables cada uno, partieron en dos lanchones en la noche del 18 y luego de burlar a los barcos brasileños que patrullaban el Río Uruguay, desembarcaron al amanecer del día 19 de abril de 1825 en la Playa de la Agraciada.
Este episodio de “La Cruzada Libertadora”, enarbolaba la bandera tricolor artiguista, como símbolo de la continuación del proceso iniciado por el prócer, con la leyenda “LIBERTAD O MUERTE”.
Tomás Gómez era el encargado inicial de esperarlos con los caballos, pero concurrió cuatro noches eludiendo la proximidad de los brasileños y siendo descubierto debió huir a territorio argentino, dejando en su lugar como encargados, a los hermanos Ruíz.
En el momento de pisar el territorio oriental en medio de episodios emotivos, eran 33 hombres, número relacionado a la logia masónica.
Hoy tenemos el registro de tres nominas distintas y con distintos números de cruzados:
1- La nómina Nº 1 contiene 33 nombres, firmada y rubricada por Manuel Oribe, el 28 de julio de 1830. Tenida en cuenta para la erección del Monumento conmemorativo a la independencia de la República en 1876, por la Comisión Delegada y por Juan Manuel de Blanes para su célebre óleo.
2- La nómina Nº 2, contiene 24 nombres, publicada en el periódico “El Argos” de Buenos Aires, el 26 de Noviembre de 1825.
3- La nómina Nº 3, contiene 40 nombres, firmada por Manuel Oribe, el 10 de Febrero de 1832, publicada por Isidoro de María y Jacinto Carranza en su obra: ¿Cuántos eran los Treinta y Tres?
De inmediato los revolucionarios, iniciaron la marcha hacia Montevideo, mientras de todos lados aparecían partidas que se le adherían.
Toda la campaña se volvió a alzar recordando los acontecimientos de 1810, durante la gesta artiguista.
Cabe entonces deducir que a los brasileños les iba quedando sólo una alternativa decisiva y era la actitud que adoptara el General Fructuoso Rivera.
Lavalleja concibió entonces un plan que contemplaba dos acciones decisivas:
- Reunir fuerzas para conformar un Ejército capaz de alcanzar Montevideo y Conquistarla.
- Formar un gobierno de orientales, que proclamase formalmente la independencia.
La primera acción se encuadra en los siguientes episodios:
El 24 de abril los patriotas ocupan Soriano y continúan hacia Montevideo, tomando San José el 2 de Mayo, pero el 29 de Abril, se produce uno de los acontecimientos más significativos de las armas orientales y que va a determinar un decisivo vuelco a favor de la campaña iniciada, el conocido “Abrazo del Monzón”, protagonizado por los compadres Generales Fructuoso Rivera y Juan A. Lavalleja.
Este último montó una celada a Rivera y logró capturarlo prisionero. Luego de una larga conversación, en la que aclararon actitudes anteriores, Rivera se sumó a los revolucionarios, hecho que tuvo un significado fundamental en la marcha de los acontecimientos, teniendo en cuenta lo que representaba el caudillo oriental en toda la campaña.
El 3 de Mayo, las fuerzas de Lavalleja toman Canelones y el 4 de Mayo se produce u hecho altamente simbólico, en el paraje conocido como “El Cerrito” próximo a Montevideo, las tropas orientales izaron la bandera tricolor (celeste, blanca y punzó). Pocos días después, el Coronel Leonardo Olivera ocupaba Maldonado, quedando aisladas y sitiadas las fuerzas imperiales en las plazas de Montevideo y Colonia, operación a cargo de los Comandantes Manuel Oribe y Juan Texeira de Queiroz, respectivamente.
Después de estos acontecimientos y por la actitud defensiva adoptada por las fuerzas brasileñas, el General Rivera se dirige al centro del país y establece su Cuartel General sobre el Río Yí, mientras que el General Lavalleja inicialmente establece el suyo en la barra del Río Santa Lucía Chico, trasladándose luego a la Barra del Arroyo Pintado.
Para legalizar el movimiento que de por si se daba por las armas, Lavalleja convoca a los diputados de los Cabildos de la campaña para constituir en Villa Florida un Gobierno Provisorio para la Provincia.
El mismo quedó instalado el 14 de Junio de 1824 en la Florida, siendo su Presidente Manuel Calleros, diputado por Colonia.
Lavalleja entrega al gobierno una “Memoria” donde expresaba los resultados obtenidos desde la cruzada a la fecha, enumerando las fuerzas y la distribución de ellas en el territorio, …
A su mando en el Cuartel General: 1000 hombres, igual número al mando del General Rivera en Durazno, una división de 300 hombres al mando del Teniente Coronel Queiroz sobre Colonia, una división al mando del Cap. Ignacio Oribe en Cerro Largo, otra al mando del Teniente Coronel Pablo Pérez sobre el Cebollatí, cuidando la frontera; además de destacamentos vigilando los movimientos de los brasileños sobre los ríos Uruguay y Negro.
En total un Ejército aproximado de 3000 hombres, bien armados y organizados.
Ese Gobierno Provisorio, adoptó como resoluciones iniciales, las siguientes:
Designación de Lavalleja como Brigadier General y Comandante en Jefe del Ejército y a Rivera Brigadier General e Inspector del mismo.
El 20 de Agosto de 1825 se instaló en la Villa de la Florida la Primer Sala de Representantes de la Provincia, elegida por los pueblos a convocatoria del Gobierno Provisorio.
Durante los meses de Julio a Setiembre no hubo hechos militares de significación, los que sí sucederán a partir de este mes.
Fragmento del capítulo “Las Armas Orientales sin Artigas”
Autor: Sergio Otegui, Revista El Soldado, pág. 42-45