11-27-2019, 11:57 PM
Cómo la maquinaria de injerencia rusa pasó de desestabilizar Europa a Iberoamérica
Desde hace tres años, el Kremlin utiliza dinero público y tecnologías privadas para incursionar en elecciones y referéndums de otros países
David Alandete
CORRESPONSAL EN WASHINGTON Actualizado:24/11/2019 02:52hGUARDAR
120
La gran maquinaria de injerencia rusa, una compleja red de medios financiados con dinero público y tecnológicas privadas de empresarios cercanos al Kremlin, decidió hace tres años ampliar su radio de acción después de lograr dos rotundas victorias. Ahondando las divisiones del electorado estadounidense y británico, la propaganda digital rusa había facilitado la victoria del sí en el referéndum del Brexit y que Donald Trump ganara las elecciones. Tras esos dos logros, la propaganda rusa se reforzó en español, poniéndose a prueba en el referéndum de independencia en Cataluña y, ya este mismo año, alentando las protestas en países de Sudamérica como Ecuador, Chile o Colombia.
Dos importantes investigaciones judiciales en España han revelado esta semana que un espía de una unidad de élite rusa visitó España en 2016, cuando los medios del Kremlin publicaron las primeras noticias falsas sobre el independentismo catalán, y que un círculo de asesores del expresidente catalán Carles Puigdemont ofreció cooperación diplomática a Rusia a cambio de que este país diera por valida la declaración de independencia en Cataluña en 2017. Esta segunda revelación se desprende de una investigación del juez de Barcelona Joaquín Aguirre, que instruye una causa sobre malversación de fondos públicos en Cataluña.
Desde 2016 la red global de desinformación del Kremlin fue penetrando una crisis tras otra, interfiriendo en elecciones y referendos sucesivos. Su primera noticia falsa sobre la crisis catalana llegó en septiembre de aquel año, cuando el portal estatal Sputnik publicó la crónica «Una Cataluña independiente reconocerá que Crimea es rusa». Durante la investigación del juez Aguirre, un registro policial reveló pruebas de que un socio de Puigdemont, el empresario Víctor Terradellas, ofreció a un colaborador del Kremlin, Serguéi Markov, el reconocimiento de la anexión rusa de Crimea a cambio del apoyo del Kremlin a la declaración unilateral de independencia catalana.
Uno de los objetivos prioritarios de Vladímir Putin, que este año cumple dos décadas en el poder, ha sido debilitar la Unión Europea ahondado sus divisiones internas, con campañas a favor del auge de partidos populistas en Francia, Italia y Alemania; la salida del Reino Unido del acuerdo de la misma UE, y el fomento del separatismo en España y otros países. En 2017 el propio Putin dio un discurso un mes después del referéndum del 1-O en Cataluña en el foro Valdái en el que comparó el caso de Cataluña con el de Crimea, la península de Ucrania que declaró su independencia en 2014 y luego fue anexionada por Rusia.
Asilo a Puigdemont
El Kremlin busca el reconocimiento internacional de la anexión de Crimea, algo que según la investigación judicial ofreció Puigdemont en el caso de que Cataluña llegara a ser independiente, tal y como ha revelado «El Periódico». Sólo 11 de los 193 países representados en Naciones Unidas ha reconocido que Crimea es rusa, casi todos satélites rusos como Venezuela o Siria. La semana pasada el líder de los ultranacionalistas de Rusia, Vladímir Zhirinovski, ofreció asilo a Puigdemont en Rusia con el objetivo de evitar ser repatriado a España por medio de una euroorden.
Varias investigaciones elaboradas en años recientes por el Parlamento Británico, la Fiscalía de EE.UU., la Asamblea Parlamentaria de la OTAN y la UE demuestran que Rusia ha convertido las injerencias digitales en política de estado, financiando medios estatales como RT o Sputnik (ambos operan en español) y apoyándose en empresas de distribución tecnológica de propaganda por medio de cuentas falsas como la Agencia de Investigación de Internet. La fiscalía estadounidense ha presentado cargos contra 12 agentes de inteligencia y espionaje, 13 civiles y tres empresas de Rusia.
Esas campañas forman parte de una guerra híbrida definida en 2013 por un general ruso, Valeri Gerásimov, de este modo: «Las normas de la guerra han cambiado. El papel de los medios no militares para lograr fines políticos y estratégicos ha crecido y, en muchos casos, ha demostrado ser mucho más efectivo que el uso de la fuerza con armas». Así se explica que la desinformación conviva con operaciones como el envenenamiento del espía Serguéi Skripal en Reino Unido en marzo de 2018, tapado por una cortina de humo digital con la que los medios rusos trataron de sembrar dudas sobre la autoría del Kremlin con 20 teorías diferentes.
Esta semana se ha sabido también que la Audiencia Nacional investiga varios viajes a Cataluña en 2016 y 2017 de un espía implicado en el intento de asesinato de Skripal en Reino Unido. Se trata de Denis Serguéiev, que emplea el alias Serguéi Feodotov, un agente de la unidad de élite 29155 que estuvo también en Ucrania, República Checa, Italia, entre otros.
Apoyo a Maduro y Morales
Los mismos medios y redes que difundieron esas informaciones dudosas y manipuladas en la crisis catalana, con titulares como «Efecto dominó: Si Cataluña se independiza, hasta 45 nuevos países podrían surgir en Europa», han desplazado su centro de gravedad a Iberoamérica este año, con dos objetivos: en apoyo del régimen de Nicolás Maduro en Venezuela y de Evo Morales en Bolivia y fomentando la protesta en otros países con gobiernos elegidos democráticamente como Ecuador, Chile y Colombia.
En Iberoamérica, dos tipos de intereses confluyen: los del chavismo y los de su principal socio internacional, Rusia, asistidos ambos por los medios estatales en español de sus principales socios, incluido el portal HispanTV de la República Islámica de Irán. Alertados, tanto los gobiernos de Ecuador como el interino de Bolivia han tratado de cortar la señal televisiva del portal estatal ruso RT, aunque este tiene más influencia por medio de internet y las redes sociales que por emisiones tradicionales.
Las injerencias del Kremlin
EE.UU.
El fiscal especial Robert Mueller ha acusado directamente a Rusia de tener en marcha dos campañas de injerencia en las elecciones presidenciales de Estados Unidos en 2016 con el objetivo de que Donald Trump fuera elegido. En esa campaña híbrida participó la inteligencia rusa al robar correos electrónicos de la campaña de Hillary Clinton y el portal Wikileaks, que los recibió y los filtró a apenas unas semanas de que se celebraran los comicios. Una empresa privada rusa, la Agencia de Investigación de Internet, se dedicó a publicar bulos y mentiras en redes para ahondar divisiones. Aunque el fiscal Mueller no halló pruebas de que Trump pidiera esa ayuda, sí ha presentado cargos contra 12 agentes de inteligencia y espionaje, 13 civiles y tres empresas, todos en Rusia.
Iberoamérica
Los medios de desinformación rusos se han sumado a un esfuerzo capitaneado por las redes digitales del chavismo en una gran campaña para alentar las protestas en países con gobiernos democráticos como Colombia, Chile y Ecuador. Esa maquinaria tenía también en marcha una campaña para apoyar en su reelección al expresidente boliviano Evo Morales, que hace unos años llegó a crear su propia «guerrilla digital». Perdido el poder, Morales ha perdido capacidad de maniobra en esas redes, aunque sigue teniendo el apoyo de los medios estatales rusos y venezolanos que denuncian un golpe de Estado en el país. Desde que en 2011 Hugo Chávez abriera una cuenta en Twitter, Venezuela ha priorizado como política de estado el control de las redes sociales, llegando incluso a usar el carné de la patria para pagar subsidios a los usuarios más activos que ayuden a popularizar lemas en esas plataformas digitales.
Cataluña
En 2017 los medios estatales rusos se emplearon a fondo en ahondar las divisiones ante el referéndum de independencia en Cataluña, ilegalizado antes por la justicia española. Se les sumó el portal Wikileaks, cuyo fundador, Julian Assange, comenzó a escribir mensajes en catalán en Twitter y acusó a España de actuar como la Alemania nazi y de precipitar una nueva guerra civil. Según ha denunciado la Fiscalía norteamericana, Assange y Wikileaks han cooperado con la inteligencia rusa en sus campañas globales de injerencia. Esta semana se han hecho públicas dos investigaciones judiciales separadas sobre la injerencia rusa en Cataluña. La Audiencia Nacional, con la Policía Nacional, investiga la presencia de espías rusos expertos en desestabilización en Cataluña antes del referéndum. El juez de Barcelona Joaquín Aguirre, asistido por la Guardia Civil, ha obtenido pruebas de contactos entre el entorno de Carles Puigdemont y emisarios del Kremlin, a los que ofreció favores diplomáticos como reconocer que la península de Crimea es propiedad legítima de Rusia si a su vez apoyaban una declaración unilateral de independencia. Ya en 2017 el Gobierno de Mariano Rajoy denunció en Bruselas las injerencias de Rusia en el referéndum de independencia y modificó la estrategia de seguridad nacional frente a ese tipo de ataques.
Brexit
Una comisión sobre desinformación de la Cámara de los Comunes británica halló en 2018 pruebas sobradas de actividad rusa para manipular el referéndum sobre la salida de Reino Unido de la Unión Europea. Con noticias en sus medios estatales en inglés y mensajes en redes sociales, Rusia buscó promover la ruptura entre Londres y Bruselas, con un apoyo expreso al partido de Nigel Farage. Del mismo modo, el Kremlin ha apoyado —en ocasiones incluso económicamente— a otros partidos populistas que promueven la ruptura de la UE, como el Frente Nacional francés o La Liga en Italia. En sus pesquisas, el comité dice haber obtenido evidencias «del papel de Rusia específicamente en apoyo de organizaciones que crean y difunden desinformación, contenido falso o parti- dista, con la finalidad de erosionar la confianza de la ciudadanía y desestabilizar los estados democráticos.
Desde hace tres años, el Kremlin utiliza dinero público y tecnologías privadas para incursionar en elecciones y referéndums de otros países
David Alandete
CORRESPONSAL EN WASHINGTON Actualizado:24/11/2019 02:52hGUARDAR
120
La gran maquinaria de injerencia rusa, una compleja red de medios financiados con dinero público y tecnológicas privadas de empresarios cercanos al Kremlin, decidió hace tres años ampliar su radio de acción después de lograr dos rotundas victorias. Ahondando las divisiones del electorado estadounidense y británico, la propaganda digital rusa había facilitado la victoria del sí en el referéndum del Brexit y que Donald Trump ganara las elecciones. Tras esos dos logros, la propaganda rusa se reforzó en español, poniéndose a prueba en el referéndum de independencia en Cataluña y, ya este mismo año, alentando las protestas en países de Sudamérica como Ecuador, Chile o Colombia.
Dos importantes investigaciones judiciales en España han revelado esta semana que un espía de una unidad de élite rusa visitó España en 2016, cuando los medios del Kremlin publicaron las primeras noticias falsas sobre el independentismo catalán, y que un círculo de asesores del expresidente catalán Carles Puigdemont ofreció cooperación diplomática a Rusia a cambio de que este país diera por valida la declaración de independencia en Cataluña en 2017. Esta segunda revelación se desprende de una investigación del juez de Barcelona Joaquín Aguirre, que instruye una causa sobre malversación de fondos públicos en Cataluña.
Desde 2016 la red global de desinformación del Kremlin fue penetrando una crisis tras otra, interfiriendo en elecciones y referendos sucesivos. Su primera noticia falsa sobre la crisis catalana llegó en septiembre de aquel año, cuando el portal estatal Sputnik publicó la crónica «Una Cataluña independiente reconocerá que Crimea es rusa». Durante la investigación del juez Aguirre, un registro policial reveló pruebas de que un socio de Puigdemont, el empresario Víctor Terradellas, ofreció a un colaborador del Kremlin, Serguéi Markov, el reconocimiento de la anexión rusa de Crimea a cambio del apoyo del Kremlin a la declaración unilateral de independencia catalana.
Uno de los objetivos prioritarios de Vladímir Putin, que este año cumple dos décadas en el poder, ha sido debilitar la Unión Europea ahondado sus divisiones internas, con campañas a favor del auge de partidos populistas en Francia, Italia y Alemania; la salida del Reino Unido del acuerdo de la misma UE, y el fomento del separatismo en España y otros países. En 2017 el propio Putin dio un discurso un mes después del referéndum del 1-O en Cataluña en el foro Valdái en el que comparó el caso de Cataluña con el de Crimea, la península de Ucrania que declaró su independencia en 2014 y luego fue anexionada por Rusia.
Asilo a Puigdemont
El Kremlin busca el reconocimiento internacional de la anexión de Crimea, algo que según la investigación judicial ofreció Puigdemont en el caso de que Cataluña llegara a ser independiente, tal y como ha revelado «El Periódico». Sólo 11 de los 193 países representados en Naciones Unidas ha reconocido que Crimea es rusa, casi todos satélites rusos como Venezuela o Siria. La semana pasada el líder de los ultranacionalistas de Rusia, Vladímir Zhirinovski, ofreció asilo a Puigdemont en Rusia con el objetivo de evitar ser repatriado a España por medio de una euroorden.
Varias investigaciones elaboradas en años recientes por el Parlamento Británico, la Fiscalía de EE.UU., la Asamblea Parlamentaria de la OTAN y la UE demuestran que Rusia ha convertido las injerencias digitales en política de estado, financiando medios estatales como RT o Sputnik (ambos operan en español) y apoyándose en empresas de distribución tecnológica de propaganda por medio de cuentas falsas como la Agencia de Investigación de Internet. La fiscalía estadounidense ha presentado cargos contra 12 agentes de inteligencia y espionaje, 13 civiles y tres empresas de Rusia.
Esas campañas forman parte de una guerra híbrida definida en 2013 por un general ruso, Valeri Gerásimov, de este modo: «Las normas de la guerra han cambiado. El papel de los medios no militares para lograr fines políticos y estratégicos ha crecido y, en muchos casos, ha demostrado ser mucho más efectivo que el uso de la fuerza con armas». Así se explica que la desinformación conviva con operaciones como el envenenamiento del espía Serguéi Skripal en Reino Unido en marzo de 2018, tapado por una cortina de humo digital con la que los medios rusos trataron de sembrar dudas sobre la autoría del Kremlin con 20 teorías diferentes.
Esta semana se ha sabido también que la Audiencia Nacional investiga varios viajes a Cataluña en 2016 y 2017 de un espía implicado en el intento de asesinato de Skripal en Reino Unido. Se trata de Denis Serguéiev, que emplea el alias Serguéi Feodotov, un agente de la unidad de élite 29155 que estuvo también en Ucrania, República Checa, Italia, entre otros.
Apoyo a Maduro y Morales
Los mismos medios y redes que difundieron esas informaciones dudosas y manipuladas en la crisis catalana, con titulares como «Efecto dominó: Si Cataluña se independiza, hasta 45 nuevos países podrían surgir en Europa», han desplazado su centro de gravedad a Iberoamérica este año, con dos objetivos: en apoyo del régimen de Nicolás Maduro en Venezuela y de Evo Morales en Bolivia y fomentando la protesta en otros países con gobiernos elegidos democráticamente como Ecuador, Chile y Colombia.
En Iberoamérica, dos tipos de intereses confluyen: los del chavismo y los de su principal socio internacional, Rusia, asistidos ambos por los medios estatales en español de sus principales socios, incluido el portal HispanTV de la República Islámica de Irán. Alertados, tanto los gobiernos de Ecuador como el interino de Bolivia han tratado de cortar la señal televisiva del portal estatal ruso RT, aunque este tiene más influencia por medio de internet y las redes sociales que por emisiones tradicionales.
Las injerencias del Kremlin
EE.UU.
El fiscal especial Robert Mueller ha acusado directamente a Rusia de tener en marcha dos campañas de injerencia en las elecciones presidenciales de Estados Unidos en 2016 con el objetivo de que Donald Trump fuera elegido. En esa campaña híbrida participó la inteligencia rusa al robar correos electrónicos de la campaña de Hillary Clinton y el portal Wikileaks, que los recibió y los filtró a apenas unas semanas de que se celebraran los comicios. Una empresa privada rusa, la Agencia de Investigación de Internet, se dedicó a publicar bulos y mentiras en redes para ahondar divisiones. Aunque el fiscal Mueller no halló pruebas de que Trump pidiera esa ayuda, sí ha presentado cargos contra 12 agentes de inteligencia y espionaje, 13 civiles y tres empresas, todos en Rusia.
Iberoamérica
Los medios de desinformación rusos se han sumado a un esfuerzo capitaneado por las redes digitales del chavismo en una gran campaña para alentar las protestas en países con gobiernos democráticos como Colombia, Chile y Ecuador. Esa maquinaria tenía también en marcha una campaña para apoyar en su reelección al expresidente boliviano Evo Morales, que hace unos años llegó a crear su propia «guerrilla digital». Perdido el poder, Morales ha perdido capacidad de maniobra en esas redes, aunque sigue teniendo el apoyo de los medios estatales rusos y venezolanos que denuncian un golpe de Estado en el país. Desde que en 2011 Hugo Chávez abriera una cuenta en Twitter, Venezuela ha priorizado como política de estado el control de las redes sociales, llegando incluso a usar el carné de la patria para pagar subsidios a los usuarios más activos que ayuden a popularizar lemas en esas plataformas digitales.
Cataluña
En 2017 los medios estatales rusos se emplearon a fondo en ahondar las divisiones ante el referéndum de independencia en Cataluña, ilegalizado antes por la justicia española. Se les sumó el portal Wikileaks, cuyo fundador, Julian Assange, comenzó a escribir mensajes en catalán en Twitter y acusó a España de actuar como la Alemania nazi y de precipitar una nueva guerra civil. Según ha denunciado la Fiscalía norteamericana, Assange y Wikileaks han cooperado con la inteligencia rusa en sus campañas globales de injerencia. Esta semana se han hecho públicas dos investigaciones judiciales separadas sobre la injerencia rusa en Cataluña. La Audiencia Nacional, con la Policía Nacional, investiga la presencia de espías rusos expertos en desestabilización en Cataluña antes del referéndum. El juez de Barcelona Joaquín Aguirre, asistido por la Guardia Civil, ha obtenido pruebas de contactos entre el entorno de Carles Puigdemont y emisarios del Kremlin, a los que ofreció favores diplomáticos como reconocer que la península de Crimea es propiedad legítima de Rusia si a su vez apoyaban una declaración unilateral de independencia. Ya en 2017 el Gobierno de Mariano Rajoy denunció en Bruselas las injerencias de Rusia en el referéndum de independencia y modificó la estrategia de seguridad nacional frente a ese tipo de ataques.
Brexit
Una comisión sobre desinformación de la Cámara de los Comunes británica halló en 2018 pruebas sobradas de actividad rusa para manipular el referéndum sobre la salida de Reino Unido de la Unión Europea. Con noticias en sus medios estatales en inglés y mensajes en redes sociales, Rusia buscó promover la ruptura entre Londres y Bruselas, con un apoyo expreso al partido de Nigel Farage. Del mismo modo, el Kremlin ha apoyado —en ocasiones incluso económicamente— a otros partidos populistas que promueven la ruptura de la UE, como el Frente Nacional francés o La Liga en Italia. En sus pesquisas, el comité dice haber obtenido evidencias «del papel de Rusia específicamente en apoyo de organizaciones que crean y difunden desinformación, contenido falso o parti- dista, con la finalidad de erosionar la confianza de la ciudadanía y desestabilizar los estados democráticos.
“Dulce et decorum est pro patria mori”