• ¡Bienvenidos a los Foros de Uruguay Militaria!
  • Por favor registrese para comentar y participar.
  • .
¡Hola, Invitado! Iniciar sesión Regístrate


Calificación:
  • 0 voto(s) - 0 Media
  • 1
  • 2
  • 3
  • 4
  • 5
El Gobierno Cívico Militar (1973- 1985)
#23
El Impasse después del Plebiscito de 1980
 
I.         Introducción: "Hasta que llega el último ciclista"
 
            Después del resultado favorable al "NO", en la urnas, el Gobierno y las FF.AA. se llamaron asilencio y análisis de las causas de la derrota de su Proyecto Constitucional. Pero otro tanto ocurrió con los partidos políticos, que no hicieron exigencia alguna para una apertura o un diálogo. ¿Qué estaba ocurriendo?
            Una primera posibilidad es que lo inesperado de la victoria del "NO" dejase a los líderes políticos sin planes a corto plazo, y que necesitasen determinado tiempo para elaborarlos.
            Una segunda posibilidad es que se estuviese repitiendo lo ocurrido el 9 de febrero de 1973, cuando el Poder Legislativo ni siquiera levantó el Receso Parlamentario para opinar acerca del levantamiento militar y oponerse a la dictadura cívico- militar que nació en ese preciso momento. Pero entonces las instituciones democráticas eran muy débiles, y existía un notorio vacío de poder. En 1980, parecía que la situación era muy diferente: la población había sido testigo de los primeros diálogos entre militares y oposición, había concurrido a los primeros actos políticos desde hacía mucho tiempo; había concurrido a votar ordenada y pacíficamente, y había rechazado la propuesta de las FF.AA. de transformar un estado de hecho en un estado de derecho. ¿Cabría esperar entonces que esta misma población saldría enseguida a reclamar lo que había conseguido? Quizás sea un poco realista preguntarse: ¿qué había conseguido? El triunfo del "NO", en realidad, había rechazado una propuesta, pero eso no significaba -para cualquier observador- que rechazase realmente a la dictadura; simplemente le devolvía el Proyecto, pero también la iniciativa.
            No es desdeñable la posibilidad de que lo que Jorge Batlle denominaba "el General Verano", llamase a la población a disfrutar de las fiestas y luego de las playas y del sol. Esta era justamente la época de la licencia de muchos empleados públicos y privados, que deseaban disfrutar de su merecido descanso, luego de un año de trabajo y tensión. Hasta el día de hoy es raro encontrar muchas empresas que trabajen en los primeros meses de verano -diciembre y enero- y recién en febrero se va regresando a la actividad. Un dicho popular aún afirma que "las vacaciones terminan cuando llega el último ciclista" de la tradicional Vuelta que se desarrolla en Semana de Turismo. Esto se halla profundamente enraizado en la filosofía del uruguayo, haya o no dictadura.  
 
            Pero había otra razón: las estrategias de las fuerzas opositoras a la dictadura, eran muy diferentes. En el momento que vislumbraron una posible victoria, cada partido político marcó la cancha a su manera.
 
II.        Las estrategias.
 
            Pocas horas después que el Gobierno diera a conocer la posición oficial respecto al triunfo del "NO", el 3 de diciembre de 1980, el Triunvirato del partido nacional se comunicó con los líderes del Partido Colorado para proponer la elaboración de un documento que urgiese a las Fuerzas Armadas una declaración inmediata de sus intenciones respecto al proceso de redemocratización. La iniciativa no tuvo el apoyo de los colorados, que solicitaron una semana para pensar si tal iniciativa era conveniente. Después de quince días sin tener respuesta, los blancos volvieron a insistir, llevando un borrador redactado por Gonzalo Aguirre y Fernando Oliú. Los colorados respondieron ahora en forma negativa. Existía el temor que la derrota en el Plebiscito endureciera las posturas del Gobierno y las FF.AA, y que estos postergaran indefinidamente cualquier salida democrática.
 
            En 1992, el dirigente colorado Julio María Sanguinetti le explicó su postura de entonces a Diego Achard:
            "Sentíamos, naturalmente, lo importante que era la victoria política que habíamos ganado, pero tampoco desconocíamos que había grupos que, a partir de allí, iban a decir que ahora no había ningún cronograma, que no había nada, que se cerraba hasta ver quién es el que aguanta más. Ese era el riesgo" (1).
 
            Las reflexiones que el general Julio César Rapela hizo al propio Achard, demuestran que posiblemente esta estrategia era correcta, pues los militares nunca se consideraron debilitados. En 1992, comentó Rapela:
            "[La derrota en el Plebiscito] fue desagradable, pero no nos desorientó. En definitiva, consideramos que teníamos todavía la conducción de la cosa pública, que manejábamos el desarrollo de los acontecimientos... Si entramos a analizar, 700.000 votos en este país no los lleva cualquiera, y nosotros los llevamos solos. Se puede decir que nos apoyó el sector de Pacheco, nada más, pero después teníamos a todos en contra. Y 700.000 votos es mucho, ¿no? Entonces teníamos que pensarlo dos veces si habíamos perdido tan escandalosamente o no. Hoy en día, si las FF.AA. se plebiscitaran, no sacan 700.000 votos jamás" (2).
            Aunque Rapela menosprecia el apoyo que la dictadura recibió de otras filas que no eran precisamente pachequistas, sí deja bien en claro que las FF.AA. no se sentían derrotadas ni mucho menos. Un ataque frontal, intransigente, por tanto, no tendría efecto alguno, como pronto lo experimentarían los dirigentes nacionalistas. Había aún un fuerte desprecio de los militares por la clase política, especialmente por Wilson Ferreira Aldunate y los partidos marxistas.
 
            Estas eran las dos estrategias planteadas a fines de 1980 y comienzos de 1981:
 
            (i) El Partido Nacional proponía una postura radical, principista y confrontativa.
            Desde el exterior, Ferreira Aldunate afirmaba, en marzo de 1981: "Las dictaduras siempre son débiles, por eso son tan violentas. Pero en este caso, además, hay una debilidad agregada: porque las dictaduras  tienen el deber de ser eficientes, y nosotros en el Uruguay, nos damos el lujo de tener la dictadura más ineficiente del mundo. No sólo demostró su incapacidad convocando al referéndum, sino que lo confirmó perdiéndolo" (3).  
            Como se desprende del texto, el desprecio era mutuo entre Ferreira y las FF.AA. La cuestión era que parece imposible un diálogo entre partes que se desprecian mutuamente.
            Por otra parte: ¿pretendía Ferreira Aldunate que la dictadura entregase inmediatamente el Gobierno, sin más trámite? El vacío de poder que se generaría -estando los partidos políticos aún desorganizados y proscriptos- sería peor que el de 1973. Las recriminaciones, represalias y venganzas que se hubiesen generado, a juzgar por lo que ocurrió después de 1985, hubieran terminado por provocar un estallido violento, más derramamiento de sangre y una situación de caos de resultados impredecibles, de la que seguramente habría emanado otra dictadura peor, irracional, y más sangrienta.
 
            (ii) El Partido Colorado proponía una estrategia de diálogo y acuerdos, un cambio en paz, como sería la consigna de Julio María Sanguinetti en 1984.
            Quizás quien dejó bien en claro esta postura fue el Dr. Enrique Tarigo, antes del Plebiscito, cuando en el debate del 14 de noviembre, planteó:
            "[Si gana el NO] No va a pasar ningún apocalipsis en este país, no va a producirse ninguna Nicaragua, porque ¿quién va a iniciar o a desatar el caos? ¿Los que ganamos con el NO? Pero caramba: si ganamos hemos sido los triunfadores; en 9 años no pudimos expresarnos; nos expresamos y ganamos: no vamos a desatar el caos. Y el caos supongo yo que no lo van a desatar las Fuerzas Armadas, que son el órgano titular de la paz, de la seguridad y del orden. De manera que no va a haber ningún caos.
            "Hay que votar por NO, y votado por NO los militares -los militares, de quienes yo tengo mucha mejor opinión de la que Uds. puedan creer... , digo, triunfado el NO el primero de diciembre, los partidos políticos de este país: el Partido Nacional, y el Partido Colorado, yo me animo a decir, -no tengo la bola de cristal- yo me animo a asegurar que tienen la mejor disposición de entrar a conversar con los militares, y los militares tendrán que entender que si en este país se desproscribe a media docena de personas, nada más que a media docena de personas, que son realmente los líderes políticos de este país, y se sientan alrededor de una mesa media docena de militares con esa media docena de esos líderes, que tienen importancia, no porque se llamen Jorge Batlle, o Amílcar Vasconcellos, o Carlos Julio Pereyra, tienen importancia porque detrás suyo tienen una parte importante de la opinión pública y de la población del país, la solución se encuentra no en seis meses, se encuentra en seis horas, o en seis días, porque este país tiene una profunda tradición democrática, y este país tiene que encontrar un camino de salida razonable, con las garantías razonables para todos" (4).
            El 4 de diciembre, a través de las páginas de Opinar, Tarigo pidió un retorno a las negociaciones entre políticos y militares: "Estas comisiones provisorias de uno y otro de los grandes partidos, la Comisión de los Diez del partido Nacional y la Comisión de los seis del partido Colorado, puedesn ser hoy, como pudieron haberlo sido antes, los interlocutores válidos para, con su concurso, con su consulta permanente, abocarse a la tarea inmediata de estructurar las disposiciones legales para ordenar y regular el funcionamiento normal de los Partidos" (5).  
            El artículo fue duramente respondido por Wilson Ferreira en abril de 1981, que lo consideró una intromisión en la interna blanca: "Es lo único que faltaba. Preocúpese el Dr. Tarigo de poner su casa en orden, y no se ponga a elegir representantes del Partido Nacional, que no necesita de su concurso para designarlos" (6).
            La diferencia de tácticas es evidente: Tarigo prefería una representación de los blancos -pese a que sabía que la Comisión de los Diez no era representativa del Directorio nacionalista- que nada, para poder comenzar el diálogo. Wilson Ferreira buscaba una confrontación directa: según él, ningún representante marcaba una postura principista.
           
            ¿Fue correcta la estrategia colorada? Hoy podemos decir que fue la que condujo -aunque lentamente- hacia la redemocratización del país.
            ¿Hubiera tenido éxito una estrategia confrontativa inmediata? No tenemos respuesta a esta pregunta, la discusión de tal posibilidad será eterna, pero los hechos posteriores parecen demostrar que no hubiese tenido éxito contra una dictadura que no se consideraba derrotada.
            Es significativo que Wilson Ferreira no se arriesgase a ingresar al país en ese momento, para ser detenido -cosa que con toda seguridad ocurriría- y desatar la confrontación. Posiblemente, comprendía que eso habría conducido a un derramamiento de sangre, pero sin resultados políticos concluyentes.
            Ferreira Aldunate regresaría en 1984, a ser encarcelado, pero en circunstancias muy diferentes a las que existían entonces. Nunca sería electo Presidente.  
 
            Sea como sea, los líderes políticos perdieron durante el verano cualquier iniciativa que pudieron haber ganado el 30 de noviembre. En marzo, las FF.AA. volverían a marcar las pautas del diálogo, adelantadas por el general Abdón Raimúndez el 5 de febrero.

----------------------------
Citas:

 
(1) Lincoln Maiztegui; Orientales, Tomo 4; Editorial Planeta; Montevideo; 2008; Pág. 528.
 
(2) Ídem; Pág. 525.
 
(3) Ídem; Pág. 528.
 
(4) Transcripción de parte del debate del 14 de noviembre de 1980.
 
(5), (6) Miguel Lagrotta, Esteban Leonís; Biografía política de Enrique Tarigo; Editorial Planeta; Montevideo; 2015; Pág. 26 y 27.
Los pueblos que olvidan su historia, están condenados a repetirla. - Marco Tulio Cicerón
 
Reply
  


Mensajes en este tema
RE: El Gobierno Cívico Militar (1973- 1985) - danny - 11-20-2016, 03:48 PM

Salto de foro:


Browsing: 1 invitado(s)