• ¡Bienvenidos a los Foros de Uruguay Militaria!
  • Por favor registrese para comentar y participar.
  • .
¡Hola, Invitado! Iniciar sesión Regístrate


Calificación:
  • 0 voto(s) - 0 Media
  • 1
  • 2
  • 3
  • 4
  • 5
El Gobierno Cívico Militar (1973- 1985)
#89
Una evaluación personal
 
Introducción
 
            Al autor le tocó vivir la dictadura durante su adolescencia hasta el primer lustro de su veintena, por lo tanto su cultura política por entonces provenía de lo que escuchaba de sus mayores, especialmente sus padres. Recuerda las revueltas de fines de los 60 y comienzos de los 70, pues vivía solamente a dos cuadras de la Facultad de Medicina; recuerda las imágenes de la sangre aún fresca en Las Piedras, aquel 14 de abril de 1972; recuerda el perder muchas clases, la finalización adelantada de los cursos en primaria y el tener que permanecer encerrado en el apartamento de su familia, por temor al fuego de la sedición.
            Hasta que un día, en junio de 1973, todo pareció volver a la normalidad. Aunque años más tarde se verían imágenes del último discurso de Wilson Ferreira en el Parlamento, en aquel momento todos dormíamos y a creo que a nadie le importó que la Democracia se tomase unas vacaciones. Todo volvió a la normalidad, la gente a las calles, a los estadios de fútbol, los cines y las playas -durante el verano- sin temor a nada.
            Más adelante pude ser testigo de un edificio ubicado en la dársena de la Armada, donde supe que estaban encerrados algunos sediciosos.
            En 1975, hallándome en la Plaza Libertad, ví como camiones militares se llevaban material diverso de la sede del Partido Comunista. Más tarde ví el abundante armamento exhibido en el Subte Municipal (Plaza del Entrevero). Fusiles, ametralladoras, granadas, morteros. Las cámaras de televisión mostraban cada día el descubrimiento de nuevos escondites de armas.¿Quién había reunido todo eso y con qué finalidad?
            En 1976, mientras veraneaba, leí algunos periódicos que daban cuenta del hallazgo de cuerpos atados y deformados, que -dijeron entonces- eran las víctimas de una matanza a bordo de un barco chino. Solamente mucho después supe de qué se trataba realmente.
            Pero en aquel momento, a la población no les bastaban las manos para aplaudir a las Fuerzas Armadas.
 
Cobrando las Cuentas.
 
            Pasaron cuatro décadas de aquellos sucesos que anoté, y mi conocimiento de los hechos es mucho mejor. La sociedad vuelve a estar dividida como a fines de los 60 y comienzos de los 70, entre quienes quieren cobrarse cuentas y quienes quieren volver a vivir en paz.
            Y las cuentas no son unilaterales.
 
            Por un lado están  quienes piden ajustar cuentas por la guerra -negando que esta existió- y, creo yo, por la amargura de haberla perdido. No negamos que hubo muertos, de ambos bandos, que hubo encarcelados, que hubo apremios físicos y que existen uruguayos que se siguen considerando desaparecidos aún después que dos gobiernos investigaron y aclararon cómo murieron esas personas. Porque los desaparecidos, quiérase o no admitirlo, están muertos. Fueron el producto de una guerra irregular, sin frentes ni uniformes, durante la cual podía venir una ráfaga de balas desde el sitio menos esperado. Y a traición. Que se perdieron los puntos de referencia, nadie lo niega. Ambos perdieron los puntos de referencia. ¿O diremos que unos muertos valen más que otros, según el color de la bandera?  Algunos no defendían ninguna bandera, como fue el caso de civiles muertos en los enfrentamientos o asesinados por descubrir un escondrijo de la sedición.
            Los que piden cuentas a las FF.AA. siguen cometiendo, esperamos que no a propósito, por cierto- varios errores: i) En lugar de emprenderla contra algunos responsables, la emprenden contra las FF.AA. como institución ii) Aún más grave, prosiguen su ataque contra las FF.AA. 40 años después, aún a sabiendas que no está formadas por los mismo hombres que estaban en sus filas durante la Guerra;  iii) Demonizan a una Institución, mientras pintan una suerte de cuento rosado sobre la sedición, que también jugó su cuota parte en la Guerra; iv) Dividen a la sociedad, explotando el odio y la revancha. El hurgar en las heridas enfermiza y continuamente, no conduce a su curación, sino a la muerte de una sociedad.
 
            Por otro lado están quienes aún juzgan con amargura a la población, porque después de haber derramado su sangre por las Instituciones -que los encargaron del combate contra la sedición, no olvidemos esto- ésta les dió la espalda y votó en contra su proyecto para continuar el Gobierno Cívico- Militar.  
            Un ejemplo de estos fue el Comandante en Jefe del ejército, Tte. Gral. Luis Vicente Queirolo, cuando afirmó jactanciosamente: "Yo creo que hay un poco de equivocación al venir a pedir condiciones. A los vencedores no se les ponen condiciones" (10 setiembre 1980).
            Y esto aún en dictadura, cuando el 40% de la población aún apoyaba el proyecto político de las FF.AA.

            La mayor parte de la población apoyó a las FF.AA. y no solamente durante el comienzo del período militar sino en dos Plebiscitos en los que se decidió francamente por la pacificación del Uruguay y el perdón de los delitos de la Guerra Sucia. Y aunque "perdón" nunca es sinónimo de "olvido", tampoco es sinónimo de "paredón", como se vio escrito en algunos muros uruguayos.  
            La cuestión, como fue planteada en el debate televisivo de 1980, era una falsa oposición entre democracia y comunismo: si se es comunista, no se es demócrata, pero si se es demócrata, no necesariamente se es anticomunista, pues la democracia permite el libre ejercicio de todas las ideologías. Las FF.AA. juzgaron que la mayor parte de la población estaba apoyando a la subversión, cuando en realidad estaba eligiendo el libre juego democrático; con la subversión habría que aprender a convivir y a combatirla eficazmente.
            Creo que el Dr. Corso fue quien mejor resumió esto, cuando dijo:
            "«La sedición fue el tormento de una década atrás y fue derrotada porque, primero, el pueblo la doblegó en las urnas, personificada en un ex integrante de las propias Fuerzas Armadas. Y estas, que actuaron con valentía y sacrificio, dieron la respuesta de las armas, tal cual correspondía. El pueblo está reconocido y satisfecho porque las Fuerzas Armadas cumplieron con su deber.
            "Reconociendo esta circunstancia, sin embargo, afirmó rotundamente que no se podía imponer una Constitución sin participación de los partidos y mucho menos para imponer soluciones contrarias a nuestra tradición democrática".
 
            Es difícil una reconciliación entre ambos bandos, sin duda, y aparentemente no existe ninguna solución a la vista. Pero no tienen en cuenta una cosa: que a las generaciones jóvenes les es cada vez más indiferente este enfrentamiento inconducente. Y, como decía un físico: "Una teoría dura hasta que muere el último físico que la defiende". Creemos que así terminará ocurriendo, en unas décadas más, aunque nosotros no lo veremos. Así ocurrió con la Hecatombe de Quinteros y con la Masacre de Paysandú.
 
Democracia y Dictadura
 
            Por otra parte, cuando recuerdo el período de la Dictadura, siempre me vienen a la mente unas frases del español Miguel Ángel Bastenier, director de Mundo Diario a Lincoln Maiztegui, a propósito del resultado del Plebiscito de 1980:
            "Ven para aquí inmediatamente... Tienes que explicarme cómo es eso de que las dictaduras pierden plebiscitos. Si empiezan a pasar estas cosas, yo ya no entiendo nada" (Maiztegui; Op. Cit.; Pág. 521).
 
            Posiblemente, estas palabras de un observador externo y ajeno a las pasiones uruguayas de ayer y de hoy deberían movernos a la reflexión, y a peguntarnos: ¿qué llevó a la Junta de Oficiales Generales de las FF.AA. a mantener a Juan María Bordaberry en su cargo? ¿Por qué se negaron los militares a disolver los Partidos Políticos y reemplazarlos por corrientes de opinión, tal como planteaba Bordaberry, planteo que finalmente le costó su cargo? ¿Por qué llamaron los militares a Plebiscito en 1980 y cuando el resultado de éste les fue adverso, lo respetaron?
            Creemos que nuestras FF.AA. respondían y responden a las tradiciones democráticas uruguayas; "el poncho y el sobretodo" como afirmó algún general. No provenían de una aristocracia militar, sino de la clase media, y posiblemente fue ese origen el que le ahorró al país un baño de sangre como el que se llevó a cabo del otro lado del Río de la Plata. En general, las FF.AA. respetaron ciertas normas liberales, aunque sin duda -como es propio del período de la Guerra Fría- el sentimiento anticomunista era muy fuerte entre ellas y hubo una fuerte tendencia a identificar a todos los oponentes con la sedición y el comunismo. Este sentimiento se reflejó en odio, en algunos casos, lo que condujo a situaciones límite de tristes consecuencias, propias de una Guerra que nunca dejó de combatirse.
 
            A la vez, nos preguntamos: ¿por qué después de 1980, las FF.AA. no entregaron rápidamente el poder y se retiraron a sus cuarteles, cuando aún contaban con el apoyo general de la población? ¿Era necesario que la dictadura se prolongase otros cinco años?
            Por otra parte: ¿qué hubiera ocurrido con nuestro País si las FF.AA. no hubiesen abandonado sus cuarteles y vencido a la sedición? En ese momento existía un vacío de poder, que cualquiera podría haber ocupado. ¿Qué hubiese sucedido si la sedición hubiera llegado al poder? Creemos que se hubiese establecido un régimen similar al cubano de 1959, con todos los tristes excesos de fusilamientos y cárcel. Es dudoso que Argentina o Brasil permitiesen tal clase de régimen en sus fronteras, con lo que los resultados habrían sido imprevisibles.
 
            En el proceso dictatorial hubo dos etapas claras, separadas por un punto de inflexión y una catástrofe económica: de 1973 a 1979, las FF.AA. contaron con el consenso de la población; 1980 es el punto de inflexión, cuando comienza a operarse una tímida apertura democrática en la sociedad; apertura que no fue inmediata, sino que demandó cinco años más. En 1982 se produjo la Crisis de la Tablita, que aceleró la salida democrática. El período final, de 1983 a 1985 fue testigo del declive del grupo militar con ambiciones políticas.
            La primera parte de la dictadura fue protagonizada por el grupo de Tenientes de Artigas; el período de 1981 a 1983 fue testigo de la llegada al poder del grupo del General Álvarez, que se despeñó rápidamente, dando lugar al período final de los Tenientes.
           
            ¿Fue necesaria la Dictadura? Dada la desestabilización de la sociedad democrática, la población del Uruguay juzgó que sí, igual que con el Cnel. Lorenzo Latorre en 1875 y con Gabriel Terra en 1933. E igual que hubo un Gral. Máximo Tajes en 1890  y un Gral. Alfredo Baldomir en 1942, hubo un Gral. Hugo Medina que se encargó de la salida a la democracia.
            En el período de estabilidad, el país se desarrolló económicamente, mejoró su matriz energética y sus comunicaciones, y realizó obras largamente atrasadas.
Los pueblos que olvidan su historia, están condenados a repetirla. - Marco Tulio Cicerón
 
Reply
  


Mensajes en este tema
RE: El Gobierno Cívico Militar (1973- 1985) - danny - 02-16-2018, 03:05 AM

Salto de foro:


Browsing: 2 invitado(s)