[Terminus]

En mayo de este año la Intendencia de Montevideo promulgó un decreto por el cual autorizó a la Comisión pro Sitio de Memoria en el ex Penal de Punta Carretas a instalar un memorial recordatorio en el padrón N° 413.963, ubicado en la calle José Ellauri Nº 350, en la parte delantera del shopping. 
De acuerdo a lo que dice Jaime Oroza, hijo de Vicente Oroza, una de las tantas víctimas del grupo terrorista que asoló al país en las décadas del 60, 70, 90, se habría confirmado la instalación de un recordatorio para estos delincuentes (en la foto se puede apreciar el proyecto ganador). 

De ser así, sería hora de actuar directamente para impedirlo. Me refiero a manifestarse y, en caso de que esto no resultara lo suficientemente disuasivo, tomar medidas de acción directa contra lo que mierda sea que pretendan hacer en Punta Carretas. 
Todo tiene un límite, y los tupamaros y sus apologistas lo pasaron hace demasiado tiempo. 

Sin vueltas: no hemos logrado impedir que hayan tergiversado la historia y le enseñen a nuestros hijos que ellos fueron los héroes de la resistencia a la dictadura. 
No hemos logrado impedir que todos estos delincuentes institucionalicen su delincuencia (tomando a su cargo presidencia, ministerios y lugares claves del poder político). 
No hemos logrado impedir que se victimicen y copen todas las estructuras educativas y culturales con un relato falso, llevado al cine, al teatro, a la literatura, y promovido a lo largo y ancho del planeta por su profeta mafioso. Debemos impedir por los medios que se hagan esta clase de vergüenzas. 

Primero, los tupamaros deberían construirle un memorial a sus víctimas, a los que asesinaron cobardemente en su demencial accionar. 
Luego, deberían hacérselo a los que les dieron la amnistía anticipada; muchos de los que todavía están en el gobierno (o cobrando pensiones) tendrían que estar presos de por vida. 
Por último, no podemos permitir que la memoria popular se bastardee de esta manera tan ruin, haciendo monumentos para hijos de mil puta que han vivido del afano y hoy pretenden hacerse un memorial, para variar, a expensas de los contribuyentes. 

Lo que sea que hagan, habrá que demolerlo, dinamitarlo, volarlo por los aires, y aún más: bregar, difundir e insistir mil veces en que estos hijos de puta a lo único que tienen derecho es a pedir perdón.

Federico Leich