En la conmemoración de la casi guerra con Argentina un relato de los que estuvieron en esa época.
En la madrugada del martes 19 de diciembre de 1978, nuevamente las aeronaves del Albatros Dorado se fueron en busca de la Flota de Mar de la Armada argentina, FLOMAR; la visibilidad no era buena, poco viento, algo de mal tiempo se esperaba para los próximos días. La misión fue provechosa y tranquila, la mala visibilidad y la oscuridad, son una buena aliada para el explorador.
El avión CASA 212, ya iniciaba su regreso a nido, el Omega entregó su cálculo para la boca del Estrecho de Magallanes.
--“¿Verificamos con el radar?”
--”No, todavía no”.
Volando a 200 pies del agua todo se veía normal, algunas luces tenues a proa, debe ser el sector de Punta Delgada. La visibilidad no es buena, definitivamente no debe haber más de una milla.
--“Mi Capitán, acabamos de sobrevolar algo así como un transporte que estaba sin luces”, exclamó el comunicante que descansaba mirando por una de las ventanillas...
--”ahí hay otro”.
Algunos cientos de millas más al Sur, en la Zona del Martillo, otro CASA 212 volaba a baja altura directamente al Este de Picton. Se habían corrido intencionalmente, la noche era oscura y la nubosidad era baja y dispersa, llevaban varias horas de patrulla, el radar se llenaba a ratos con varios contactos espurios, todos los verificaban. Habían calculado bien la hora de regreso a Puerto Williams, la idea era llegar con la oscuridad suficiente como para aterrizar y luego ocultar el avión, para que no fuera un blanco fácil desde el otro lado del canal.
De pronto, varios contactos más grandes aparecieron en la pequeña pantalla, efectivamente no era retorno de mar. Los pilotos se miraron y sin pensarlo, apagaron el radar y se aproximaron al que apareció más grande. En el horizonte ya se apreciaba la claridad de amanecer, las nubes no dejaban ver con toda claridad el mar, sólo de a momentos se apreciaban enormes rizos blancos sobre su superficie, dando una vaga impresión de la altura en que se desarrollaba el vuelo.
A bordo del avión, la dotación ya cansada luego de largas horas de vigilia se reanimaban con una taza de café, todos miraban hacia el exterior intentando avistar algo. Impacientes, decidieron emitir brevemente para evitar ser sorprendidos. La verde pantalla del radar no mintió, algo grande apareció como a 5 millas por la proa. Cortaron la emisión de inmediato. No quedaba otra, derecho al frente y ver de qué se trataba.
A bordo del portaaviones argentino “25 de Mayo”, la situación era dramática. Los diferentes sensores habían detectado hacia minutos las emisiones de radar del CASA 212, pero no se habían tenido otras emisiones por largo rato, el radar aéreo y el táctico, operados con un estricto control de emisiones, no habían detectado nada. Las condiciones de mar y viento no eran las mejores y la maniobra de aprovisionamiento con el petrolero había costado más de lo normal. Era necesario recargar combustible imperiosamente para estar listos y cumplir la planificación que entraría en vigor en pocas horas, por lo que no era tan fácil decidir si dar la alarma y largar la maniobra de reabastecimiento.
El Almirante argentino, fue llamado inmediatamente al puente cuando el módulo de guerra electrónica detectó la emisión del radar del CASA 212 chileno. El nivel de emisión, determinaba que se encontraba a corta distancia. El contacto visual era inminente, no cabía duda, el avión iba a avistar a los dos buques petroleando, las condiciones de visibilidad aumentaban minuto a minuto.
Ambos pilotos chilenos gritaron al unísono:
--“Es el portaaviones con un petrolero lo que se ve allí entre medio de las nubes, toma la posición de inmediato, estamos bien oscurecidos”.
--“Si, afirmativa”.
--“Cae inmediatamente al Oeste, con la máxima potencia, que cruja este chancho volador, busquemos las nubes de inmediato”.
La orden en el portaaviones fue clara emitir con todo, y despegar inmediatamente un A-4Q en persecución del avión chileno.
La aeronave chilena volaba bajo, aprovechando las nubes que disminuían la visibilidad considerablemente. El silencio de radar y radio era absoluto. La dotación sólo se concentraba en mirar hacia afuera y en mentalmente empujar el avión en su carrera hacia el Oeste.
Los minutos pasaban rápido. Entre las nubes abajo, a las 04:49 horas del 19 de diciembre, finalmente el caza argentino avisto al CASA 212 chileno, la posición fue rápidamente calculada, 54° 30´S y 60° 53´W. El piloto argentino buscó inmediatamente la mejor posición para iniciar un ataque sobre la lenta aeronave.
La dotación chilena, mientras maniobraba, vio al caza arriba entre las nubes. El corazón comenzó a aumentar las pulsaciones de inmediato.
--“Vamos a las nubes aunque nos demoremos, vuela por instrumentos y por ningún motivo te salgas de la nube”.
El avión caza argentino tuvo a la vista al chileno, pero éste al llegar a la nube lo perdió. Las voces de los pilotos chilenos tranquilizaron a la dotación.
--“estamos volando full instrumentos, experimentado fuertes turbulencias, no parece factible que nos vean de nuevo, nos vamos a la base”.
Fuente consultada:
"El Albatros Dorado en el Beagle", del Vicealmirante don Francisco Martínez Villarroel.