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Defensa de la ciudad de Paysandu
#13
1 DE ENERO DE 1865

Durante la noche los brasileros han levantado trincheras con bolsas de lana y otros materiales así como con muebles y colchones en las calles que van hacia el Puerto y en la que defiende el Comandante Fernández y mira hacia el Norte. En todas las casas que ocupan han izado la bandera del Imperio.

Luego que la luz del día permite ver los colores auriverdes del pabellón Brasilero, un jovencito Guardia Nacional del cantón Warnes, dirigiéndose a sus compañeros les dice: - Que bandada de loros se nos ha venido encima!
A pocas varas del cantón que defiende el Capitán don Ovidio Warnes, los sitiadores se han apoderado de un rancho y con sus tiros nos han causado muchas bajas. Es preciso desalojarlos de allí. Con ese objetivo se mandan traer la pieza de a 6, desfogonada. En el ínterin los Guardias Nacionales intentan prender fuego al rancho, que es un galpón con techo de paja, pero no se les permite pasar al otro lado de la pared que los resguarda, para evitar el inútil sacrificio de vidas.

Entonces idean poner lanza-fuegos encendidos en la boca de los fusiles y dirigir los disparos al techo de paja. Mientras el cañón arroja sus proyectiles al rancho, los guardias nacionales apuntas sus fusiles al techo y al segundo o tercer tiro consiguen incendiar el galpón. Enseguida huyen los Brasileros y los Guardias Nacionales aprovechan ese instante para voltearlos a quemarropa.

Igual procedimiento al referido se hizo con los demás ranchos que estaban a tiro de pistola y ocupados por los Brasileros. El fuego no cesa un segundo. Desde el mediodía empiezan a pedir refuerzos o protección, algunos puntos de nuestra línea. Toda la Guarnición esta distribuida en ella. De modo que hay que sacar gente de los 2 parajes menos atacados o expuestos y luego de otros para estos y más tarde de estos mismos para atender a los cantones.
Por todas partes de la línea atrincherada, los sitiadores, han abierto brechas y boquerones, y donde existen esas aberturas es necesario estar prevenido. La Guarnición de la Plaza esta sumamente reducida. Apenas alcanza a cubrir los puntos más peligrosos de las trincheras; la mayor parte en escombros.

Además se encuentra cansada de tantas fatigas y sin comer ni dormir. Pero el patriotismo la sostiene y sigue muriendo con el heroísmo de los espartanos a la sombra de su amada bandera.
Todos los soldados tienen el hombro derecho hinchado de tanto hacer fuego, hasta el punto de que muchos cambian de mano el fusil para apoyar la culata en el hombro Izquierdo, pues es ya humanamente imposible hacer fuego de otro modo.
A la 1 de la tarde es muerto de un balazo de fusil el Coronel don Tristan Azambuya. Así sin disminuir la pelea, viene la noche.

La mitad de la Guarnición ha quedado fuera de combate, y por falta de gente nos es imposible enterrar a nuestros muertos queridos. Duerman en paz al pie de los débiles y arruinados muros que con tanta valentía defendieron.
Cuantos les seguiremos mañana? ¡ Pero morir por la Patria es gloria ¡ somos hijos de Artigas y de los 33 . Nuestra sangre no ha degenerado.
El General Gómez reúne la mayor parte de los Jefes a las nueve de la noche. Los presentes son: García, Estomba, Benítez, Silvestre, Hernández, Aberastury, Rivero, Castellanos, Larravide, y Torcuato González. El general les manifiesta que los ha llamado para oír su opinión y consultarles lo que convendría hacer en tales circunstancias.

Todos están de acuerdo en hallándose fuera de combate la mitad de la Guarnición y completamente cansado el resto y casi sin municiones, indudablemente el enemigo tomaría la Plaza al día siguiente, por ser absolutamente imposible sostener un asalto que trajeran a cualquier punto de la línea.
Además de que había ya algunos parajes, desguarnecidos por falta de soldados y las trincheras solo eran un montón de escombros.
El Comandante Aberastury dice que el Honor Nacional quedaba salvado y que después de semejante consideración no creía deshonroso entablar negociaciones con el enemigo, siempre que fueran dignas del valor Oriental. La mayoría de los Jefes apoyaron al Comandante Aberastury.

-Si a ustedes les parece bien, se puede dirigir una nota al General Flores pidiendo una suspensión de las hostilidades por 24 horas para enterrar a los muertos, dijo el General Gómez.
A lo cual contesto el Jefe del Detall:
- No creo que el General Flores acceda, bajo el fuego en que estamos y con las posiciones que han tomado los sitiadores. Lo más probable es que nos conteste que nos rindamos a discreción.

- Entonces el General pregunta al Mayor Larravide:
- Y que haría usted Mayor?
- Yo ¿Formaría en columna cerrada el resto de la Guarnición y por la calle cuya salida considerase más difícil forzaría el paso resueltamente. Muchos caeríamos pero habríamos de pasar. Luego ganaría la costa del río y marcharía hasta donde pudiera, a ver si escapábamos. Y en último caso dispersaría la fuerza.
- Eso no es posible, repuso el General Gómez. Tenemos muchos compañeros heridos y no los debemos abandonar. El General Flores, en último caso nos concedería una capitulación como la merecen nuestros heroicos soldados, y saldremos de Paysandú con todos los Honores de la Guerra, como dice el Comandante Aberastury.

- El Mayor Larravide replico:
- El General Flores creerá que pedimos esa suspensión de hostilidades para reparar los destrozos de las trincheras y prepararnos a una nueva resistencia.
El Comandante Rivero opino que realmente era mucho pedir 24 horas. Que no debía pedirse más que 2. Después de un instante de discusión se acordó pedir 6 horas y enviar el oficio con alguno de los prisioneros que se prestase a llevarlo. En la Plaza había entre los Jefes prisioneros los Coroneles Saldaña, padre e hijo, el Mayor Arroyo y otros. Resuelto el punto, la nota la firmo y mando traer a su presencia al Mayor Arroyo, con quien conferencio, y el cual acepto el cometido de entregarle la nota al General Flores.

Inmediatamente se le hizo salir de la Plaza por el cantón de la esquina de la Jefatura, con un farol encendido, previniéndole que cuando volviera con la contestación, lo hiciese por la misma trinchera, empleando tales o cuales señales para ser reconocido y que no le hicieran fuego.
Entretanto sigue el tiroteo. Son las 2 de la madrugada y el mensajero no vuelve. Son las 2 y media, las 3 , las 4 y no aparece el farol. No hay duda ; el General Flores no querrá responder o el prisionero se habrá quedado entre los suyos. El General Gómez se decide a mandar una segunda nota.

Big Grin Big Grin Big Grin
“Dulce et decorum est pro patria mori”
 
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Mensajes en este tema
RE: Defensa de la ciudad de Paysandu - Artiguista - 01-04-2016, 11:39 AM

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