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Defensa de la ciudad de Paysandu
#11
Fieles a su juramento supieron luchar y morir....."Hasta sucumbir"!!!

Proclama del general Leandro Gomez a sus soldados.

¡Soldados de la Patria! - Hoy hacen catorce días que el traidor Venancio Flores con sus bandidos y tropas brasileñas, atacó esta heroica ciudad defendida de una manera tan gloriosa por vosotros, y hoy también hacen catorce días que la escuadrilla del pérfido gobierno brasileño bombardeó por el curso de diez horas simultáneamente con aquel ataque.

 - La lucha duró de sol a sol y toda la parte exterior de nuestras trincheras quedó cubierta de cadáveres de traidores y de esclavos del imperio, mientras que la sangre generosa de los defensores de la independencia nacional, regó nuestras calles y salpicó la frente de nosotros que aun vivimos para vengarlos y para llevar la muerte y el exterminio ya sea a ese imbécil imperio brasileño, ya sea a los traidores adonde quiera que se encuentren.


¡Mis queridos hermanos! ¡Mis compañeros! Aquella noche nos ocupamos de dar sepultura a los que tan gloriosamente murieron en aquel día memorable, y en preparar nuestras armas para seguir el combate al día siguiente. Tal fue nuestra ocupación en aquella noche, y lo recuerdo con placer. ¡Mis amigos! Desde el día 6 la lucha siguió hasta hoy con más ó menos violencia por la marina brasilera, que arrojaba sobre esta ciudad sus granadas y balas como el asesino mata alevosamente, contando con la impunidad de su crimen, como el cobarde que hiere a traición; pero la salida que hicieron hoy parte do las fuerzas de la Defensa, encomendada por mí al valiente Coronel Piriz, dio un término glorioso a esta situación, arrojando a balazos y bayonetazos lejos de Paysandú a más de 600 traidores y cobardes brasileros, que aún se conservaban a nuestro frente.


¡Soldados! - Ellos huyen despavoridos para la campaña y pronto tendréis la fausta nueva de que el ejército de reserva, habrá consumado vuestra gloriosa obra. Mis amigos — El cielo os bendiga, porque tal vez sobre las ruinas de Paysandú debido a vuestra resolución de morir por la patria, hayáis salvado a la República.

 ¡Mis amigos! — ¡Mis hijos! — El recuerdo de vuestro heroísmo en defensa de la independencia Oriental, queda grabado en mi corazón para siempre.

Big Grin Big Grin Big Grin
 
"Mas vale ser aguila un minuto que sapo la vida entera".
 
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#12




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"Mas vale ser aguila un minuto que sapo la vida entera".
 
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#13
1 DE ENERO DE 1865

Durante la noche los brasileros han levantado trincheras con bolsas de lana y otros materiales así como con muebles y colchones en las calles que van hacia el Puerto y en la que defiende el Comandante Fernández y mira hacia el Norte. En todas las casas que ocupan han izado la bandera del Imperio.

Luego que la luz del día permite ver los colores auriverdes del pabellón Brasilero, un jovencito Guardia Nacional del cantón Warnes, dirigiéndose a sus compañeros les dice: - Que bandada de loros se nos ha venido encima!
A pocas varas del cantón que defiende el Capitán don Ovidio Warnes, los sitiadores se han apoderado de un rancho y con sus tiros nos han causado muchas bajas. Es preciso desalojarlos de allí. Con ese objetivo se mandan traer la pieza de a 6, desfogonada. En el ínterin los Guardias Nacionales intentan prender fuego al rancho, que es un galpón con techo de paja, pero no se les permite pasar al otro lado de la pared que los resguarda, para evitar el inútil sacrificio de vidas.

Entonces idean poner lanza-fuegos encendidos en la boca de los fusiles y dirigir los disparos al techo de paja. Mientras el cañón arroja sus proyectiles al rancho, los guardias nacionales apuntas sus fusiles al techo y al segundo o tercer tiro consiguen incendiar el galpón. Enseguida huyen los Brasileros y los Guardias Nacionales aprovechan ese instante para voltearlos a quemarropa.

Igual procedimiento al referido se hizo con los demás ranchos que estaban a tiro de pistola y ocupados por los Brasileros. El fuego no cesa un segundo. Desde el mediodía empiezan a pedir refuerzos o protección, algunos puntos de nuestra línea. Toda la Guarnición esta distribuida en ella. De modo que hay que sacar gente de los 2 parajes menos atacados o expuestos y luego de otros para estos y más tarde de estos mismos para atender a los cantones.
Por todas partes de la línea atrincherada, los sitiadores, han abierto brechas y boquerones, y donde existen esas aberturas es necesario estar prevenido. La Guarnición de la Plaza esta sumamente reducida. Apenas alcanza a cubrir los puntos más peligrosos de las trincheras; la mayor parte en escombros.

Además se encuentra cansada de tantas fatigas y sin comer ni dormir. Pero el patriotismo la sostiene y sigue muriendo con el heroísmo de los espartanos a la sombra de su amada bandera.
Todos los soldados tienen el hombro derecho hinchado de tanto hacer fuego, hasta el punto de que muchos cambian de mano el fusil para apoyar la culata en el hombro Izquierdo, pues es ya humanamente imposible hacer fuego de otro modo.
A la 1 de la tarde es muerto de un balazo de fusil el Coronel don Tristan Azambuya. Así sin disminuir la pelea, viene la noche.

La mitad de la Guarnición ha quedado fuera de combate, y por falta de gente nos es imposible enterrar a nuestros muertos queridos. Duerman en paz al pie de los débiles y arruinados muros que con tanta valentía defendieron.
Cuantos les seguiremos mañana? ¡ Pero morir por la Patria es gloria ¡ somos hijos de Artigas y de los 33 . Nuestra sangre no ha degenerado.
El General Gómez reúne la mayor parte de los Jefes a las nueve de la noche. Los presentes son: García, Estomba, Benítez, Silvestre, Hernández, Aberastury, Rivero, Castellanos, Larravide, y Torcuato González. El general les manifiesta que los ha llamado para oír su opinión y consultarles lo que convendría hacer en tales circunstancias.

Todos están de acuerdo en hallándose fuera de combate la mitad de la Guarnición y completamente cansado el resto y casi sin municiones, indudablemente el enemigo tomaría la Plaza al día siguiente, por ser absolutamente imposible sostener un asalto que trajeran a cualquier punto de la línea.
Además de que había ya algunos parajes, desguarnecidos por falta de soldados y las trincheras solo eran un montón de escombros.
El Comandante Aberastury dice que el Honor Nacional quedaba salvado y que después de semejante consideración no creía deshonroso entablar negociaciones con el enemigo, siempre que fueran dignas del valor Oriental. La mayoría de los Jefes apoyaron al Comandante Aberastury.

-Si a ustedes les parece bien, se puede dirigir una nota al General Flores pidiendo una suspensión de las hostilidades por 24 horas para enterrar a los muertos, dijo el General Gómez.
A lo cual contesto el Jefe del Detall:
- No creo que el General Flores acceda, bajo el fuego en que estamos y con las posiciones que han tomado los sitiadores. Lo más probable es que nos conteste que nos rindamos a discreción.

- Entonces el General pregunta al Mayor Larravide:
- Y que haría usted Mayor?
- Yo ¿Formaría en columna cerrada el resto de la Guarnición y por la calle cuya salida considerase más difícil forzaría el paso resueltamente. Muchos caeríamos pero habríamos de pasar. Luego ganaría la costa del río y marcharía hasta donde pudiera, a ver si escapábamos. Y en último caso dispersaría la fuerza.
- Eso no es posible, repuso el General Gómez. Tenemos muchos compañeros heridos y no los debemos abandonar. El General Flores, en último caso nos concedería una capitulación como la merecen nuestros heroicos soldados, y saldremos de Paysandú con todos los Honores de la Guerra, como dice el Comandante Aberastury.

- El Mayor Larravide replico:
- El General Flores creerá que pedimos esa suspensión de hostilidades para reparar los destrozos de las trincheras y prepararnos a una nueva resistencia.
El Comandante Rivero opino que realmente era mucho pedir 24 horas. Que no debía pedirse más que 2. Después de un instante de discusión se acordó pedir 6 horas y enviar el oficio con alguno de los prisioneros que se prestase a llevarlo. En la Plaza había entre los Jefes prisioneros los Coroneles Saldaña, padre e hijo, el Mayor Arroyo y otros. Resuelto el punto, la nota la firmo y mando traer a su presencia al Mayor Arroyo, con quien conferencio, y el cual acepto el cometido de entregarle la nota al General Flores.

Inmediatamente se le hizo salir de la Plaza por el cantón de la esquina de la Jefatura, con un farol encendido, previniéndole que cuando volviera con la contestación, lo hiciese por la misma trinchera, empleando tales o cuales señales para ser reconocido y que no le hicieran fuego.
Entretanto sigue el tiroteo. Son las 2 de la madrugada y el mensajero no vuelve. Son las 2 y media, las 3 , las 4 y no aparece el farol. No hay duda ; el General Flores no querrá responder o el prisionero se habrá quedado entre los suyos. El General Gómez se decide a mandar una segunda nota.

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“Dulce et decorum est pro patria mori”
 
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#14
ENERO 2

Ya ha aclarado el día. El General Gómez remite la segunda nota con el Coronel Saldaña, a quien se le hace salir con un lienzo de pared que defiende el Capitán don Pedro Sierra. El sol viene saliendo. Media hora después muere de un balazo el Comandante don Pedro Rivero.
El Coronel Piriz ha fallecido ya. Son las7 de la mañana, poco más o menos. Un segundo después el General ordena que sea arriada de la torre la bandera punzo, señal de combate, de la que solo ha quedado un Girón flameando y que se ponga una bandera blanca, mientras el Coronel Saldaña no regresa con la contestación. Pero la orden del General no se puede cumplir, pues las balas enemigas han cortado las drizas o cuerdas del asta-bandera, que están volando a merced del viento. Seria necesario sacar el asta- bandera.

Entonces manda que se ponga bandera en los cantones y que se suspenda el fuego, añadiendo de viva voz que los enemigos se aproximan, se les intime la retirada y que si no obedecen se les haga fuego. De esta orden mal interpretada, podrían aprovecharse los sitiadores, como se aprovecharon. Dicen, pero nosotros no lo aseguramos, que después de haberse izado las banderas blancas y hacer alto el fuego, regreso el Coronel Saldaña con la respuesta del General Flores, y que el General Flores se disponía a contestara cuando entraron los enemigos. La verdad es que se ignora como entraron, creyéndose que se aprovecharon de la orden de no hacerles fuego, empleando también palabras de conciliación y fraternidad entre los orientales. Cierto es que como se ha dicho, no todos los puntos de la línea estaban últimamente bien guardados, por falta de defensores. En algunos solo había un centinela, al cual pudieron haber muerto o aprisionado.

El resultado es que los sitiadores de las fuerzas del General Flores, primeramente penetraron por la manzana en que estaba situada la esquina del Ancla Dorada, y cuando el General lo supo, ya se hallaban dentro de las trincheras y en la calle Real. Desde este momento, todo se vuelve confusión en la Plaza, por haber sido cortados algunos piquetes nuestros. El General dispone que nuestras fuerzas se replieguen a la Plaza; pero por el motivo expresado, la orden no alcanza a darse en todos los puntos de la línea.
La fuerza sitiadora que esta en la calle Real, sigue avanzando. Los cantones mas próximos se repliegan a la Plaza y otros son cortados; y por las trincheras que se abandonan asaltan al tropel los sitiadores.
Nuestros soldados de la línea gritan: ¡Traición!¡ Traición ! algunos Oficiales rompen sus espadas y los Guardias Nacionales dan contra el suelo sus fusiles, diciendo con desesperación: ¡ nos han entregado a los Brasileros ¡ Malditos sean los traidores !

Apenas se han replegado 100 hombres a la Plaza y ya se encuentran en ella centenares de enemigos. Los enemigos empiezan a matar a lanza y sable. Los 100 hombres se defienden con sus bayonetas, con cascotes, con cuchillos como pueden. Pero el número vence al valor, y aquellos bravos restos de la Guarnición de Paysandú sucumben o caen prisioneros.
El General Gómez, el héroe de esta defensa inmortal, cayó también prisionero, y fue conducido junto con el Comandante Braga. El Capitán Federico Fernández y 2 Ayudantes mas, Acuña y otro cuyo nombre no recordamos, por un Jefe del ejercito del General Flores y que hoy tiene una alta graduación militar (1) al jardín de la casa de don Maximiliano Ribero, donde fue fusilado con los que lo acompañaban, a excepción del Ayudante, cuyo nombre no recordamos, a quien salvo un Jefe del ejercito del General Flores.
Primero fue fusilado el General don Leandro Gómez y enseguida el Jefe contrario aludido pregunto, dirigiéndose a los demás prisioneros:
- Cual de ustedes es el Mayor?
- Aquí no hay ningún Mayor, repuso el Comandante Braga; pero si mandan fusilar según la graduación, ahora me toca a mí, pues soy Teniente Coronel.

Entre los que fueron asesinados, luego que los enemigos se apoderaron de la Plaza, se cuentan los Capitanes don Abelardo Marote, don Pedro y don Lidoro Sierra, el Ayudante Arcos del Batallón Defensores, el joven Fernández, hermano del doctor del mismo apellido, el Alférez Riansano y unos 50 o 60 , entre Sargentos, Cabos y Soldados.

Así que entraron, muchos de los sitiadores se entregaron al saqueo de la población. Gracias a esto y al desorden siguiente, se debe a que muchos Defensores de Paysandú pudieran escapar de caer prisioneros, porque como las tropas del General Flores no tenían uniforme y estaban vestidos como cada uno podía, sin mas distintivo que la divisa colorada salvaron aquellos defensores vistiéndose de particular y mezclados con los grupos de saqueadores.
Las casas de comercio y muchísimas particulares, fueron completamente robadas librándose de esto únicamente la de don Alejandro Dufrechou, Francés; en cuya casa pusieron una guardia para su cuidado en atención a que en el ejercito del General Flores servia un hijo de aquel señor, como Jefe o secretario. También se libro del saqueo la hojalatería de Sengotita, por ser este hombre quien sirvió de baqueano al ejército enemigo en sus diferentes ataques a diversos puntos de la línea de defensa.

Como ya dijimos, las fuerzas de la guarnición no tuvieron tiempo de replegarse a la Plaza. Puede decirse que fueron sorprendidas en los cantones y cortadas, pues cuando menos lo pensaron se les presentaba el enemigo por la espalda. Pero aunque se hubiesen replegado todos a la referida Plaza principal, no habrían conseguido otra cosa que tener mayor numero de victimas, pues ya ni municiones nos quedaban para luchar una hora mas, y toda la gente estaba sin comer ni dormir y enteramente fatigada de pelear sin descanso contra un numero 12 veces mayor.

El señor don Alejandro Dufrechou (padre), habiendo observado que los sitiadores ya estaban en la Plaza y viendo que el Comandante Aberastury y el Mayor Larravide pasaban por el frente de su casa, les manifestó que ya no podían replegarse a la Plaza y les ofreció su domicilio para que se amparasen allí, ofrecimiento que aceptaron ambos Jefes, comprendiendo que toda otra salvación les era imposible. Momentos después llegaba la guardia de que hablamos, la cual ignoro que dentro de la casa se hallaban dichos Jefes.
A la 1 del día la casa del señor Dufrechou se había llenado de Jefes y Oficiales del ejercito de Flores, ya llevados por el hijo del mencionado caballero o que habían ido a visitarlo. Entonces Dufrechou busco los medio de salvar al Comandante Aberastury y al Mayor Larravide y consiguió de su hijo y de Fortunato Flores que sacaran de allí disfrazado al primer huésped .un momento después salía del mismo modo el Jefe del Detall, conducido por don Benito Chaín. Ambos Jefes fueron acompañados hasta el Puerto y allí embarcados en un bote del buque de guerra del Vad – Ras.

El Comandante Estomba se refugio en la casa del señor Sarda, consiguiendo permanecer en ella oculto hasta el día siguiente.
El ejercito Brasilero y el del General Flores tomaron como 400 prisioneros. Las demás Plazas de la Guarnición o habían sucumbido en os combates o estaban gravemente heridos. Ese fue, poco más o menos, el número de Defensores de Paysandú que había en el campo enemigo.
De los Jefes y Oficiales prisioneros, a unos se les hizo jurar y a otros se les exigió bajo palabra de honor que no tomarían participación de ningún género a favor del Gobierno de la Republica, cuya exigencia y juramento se dieron a instancia del General Flores.

Los prisioneros fueron conducidos a la casa azotea de don Servando Gómez donde eran custodiados por un batallón brasilero; pero antes de ser conducidos allí y estando aun en la Plaza se presento el General Suárez a caballo, y haciendo formar en batalla a los prisioneros, ordeno que todos los que fuesen Jefes, Oficiales y Cabos, dieran 4 pasos al frente. Como es natural nadie quería ser clase en esos momentos de angustia, y mas conociendo para que los mandaba salir de filas un hombre de tan terrible fama y sanguinarios antecedentes como el General Suárez.
La orden tuvo que repetirse varias veces, con amenazas horribles para todos. Así es que los Oficiales y clases principiaron a avanzar 4 pasos dispuestos al sacrificio, para evitar que fueran ultimados los compañeros que no eran clases. Estando en esta operación, apareció un Ayudante del General Flores, al parecer, y le entrego una nota al General Suárez. Este cruzo la pierna derecha sobre el pescuezo del caballo y abriendo el oficio se entero de el. Luego meneo la cabeza e hizo pedazos la nota y se retiro con muchas señales de disgusto, dirigiendo ultrajes a los prisioneros. Los Oficiales y clases volvieron a las filas por orden de otro Jefe del General Flores; acto continuo marcharon para la casa ya nombrada.

ENERO 3

En este día fueron separados los Jefes y Oficiales prisioneros, en numero de 60 mas o menos, y entregados a otro Batallón Imperial que los llevo hasta el Puerto. Llegados allí, el Batallón desplegó en batalla y su Comandante ordeno que los dichos Jefes y Oficiales se embarcasen en las lanchas para conducirlos a la isla denominada de la Caridad, por haberlo si pedido los prisioneros, pues ninguno quiso permanecer en territorio Oriental.
Después los prisioneros de la clase de tropa fueron incorporados al Ejercito del General Flores y llevados a la campaña del Paraguay.
(1) El Jefe que se refiere es el hoy General Francisco.
“Dulce et decorum est pro patria mori”
 
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#15
FIN DEL DIARIO
ANEXO
INTIMACIONES DE RENDICION A LA PLAZA DE PAYSANDÙ

La siguiente nota fue enviada el 3 de diciembre de 1864 al Jefe de la guarnición de Paysandú por el comandante de las fuerzas sitiadoras General Venancio Flores, intimándole a la rendición de la plaza Sanducera, al pie de la cual el General Leandro Gómez estampo la celebre frase: “Cuando Sucumba”, firmándola al pie y devolviéndola luego:

El General en Jefe del Ejercito Libertador. Cuartel general, frente a Paysandú Diciembre 3 de 1864.
El abajo firmado General en Jefe del Ejercito Libertador pone a V.S. de plazo para la entrega de la plaza con su guarnición y todos los elementos de guerra que ella contiene, hasta pasado mañana 5 del corriente, a la hora de salida del sol.
Efectuada la entrega de la plaza los Jefes y Oficiales de esa guarnición obtendrán sus pasaportes para al paraje que designen, pudiendo permanecer en el seno de la Republica los que así lo soliciten.
Vencido el plazo fijado, y procediéndose enseguida al ataque, V.S. pagará con su vida las consecuencias o desastres que puedan ocasionarse.
Para concluir, diré a V.S. que para evitar que las familias sufran algún daño debe V.S. notificar a la población lo antedicho, pudiendo disponer de todo el día de mañana las personas que quieran dejar la ciudad.
Dios guarde a V.S. por muchos años.
Venancio Flores”

Y en esta de contestación, los jefes sitiadores niegan el pedido de tregua formulado por el General Gómez – resuelto en consejo de jefes – en la noche del primero de enero de 1865, enviada por intermedio del prisionero, Coronel Atanasildo Saldaña, nota que se aprestaba a responder el General Gómez, cuando fue detenido por una fuerza Brasileña en la mañana del 2 de enero de 1865.
“El General en Jefe del Ejercito Libertador. El Vicealmirante Barón de Tamandarè y el Mariscal de Campo Juan Patricio Mena Barreto, Comandante en Jefe del Ejercito Imperial.
Paysandú, Enero 2 de 1865. Al señor General don Leandro Gómez:
Después de la obstinada resistencia hecha por la guarnición de su mando, sin esperanza de salvación no puede hacerse lugar a la tregua que V.S. solicita en su nota de ayer que acabamos de recibir, no obstante los derechos de la guerra que invoca.
Dentro e las 8 horas de tregua que V.S. solicita debemos hallarnos en posesión de la plaza. Conceder esa tregua seria concentrar por nuestra parte el aumento de las calamidades de la guerra; y de V.S. desea que se atienda a los heridos y de se de sepultura a los muertos, evitando al mismo tiempo la ruina de la población y la efusión de sangre, cuya responsabilidad pesa exclusivamente sobre V.S. ríndase con la guarnición de su mando, en calida de prisionero de guerra, en cuya condición serán tratados con las condiciones debidas; única proposición que podemos hacerle.
Dios guarde a V.S. por muchos años.
Venancio Flores. Barón de Tamandare. Juan Patricio Mena Barreto.”
“Dulce et decorum est pro patria mori”
 
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#16
HASTA SUCUMBIR!!

[Imagen: leandro-gomez-500-x-250-300x150.gif]
Un dos de enero como el de hoy caia heroicamente el general Leandro Gomez defendiendo Paysandu, pero mas defendiendo el honor de la republica, su integridad territorial y su independencia.
ARTIGUISTA, REPUBLICANO, INDEPENDECIA O MUERTE

EDITORIAL
Leandro Gómez y la historia nacional
El sacrificio de Paysandú fue manifestación clara y contundente de un sentir nacional e independiente de las potencias regionales, y que muestra la inequívoca voluntad de forjar nuestros destinos de forma propia, separada de Argentina y de Brasil.

02 ene 2017
Se cumple hoy otro aniversario del fusilamiento de Leandro Gómez en Paysandú en 1865. Para analizar en clave histórica la heroica resistencia que terminó con el martirio de tantos buenos patriotas, hay que referirse al excelente "Leandro Gómez" de Dotta y González Rissotto. Empero, más que sobre historia, nos importa reflexionar hoy sobre las razones por las cuales no se otorga a este episodio la importancia que en realidad tiene en la trama nacional.
Hay una explicación partidaria que seguramente dé razón a parte de ese ninguneo. En efecto, el martirio de Paysandú fue asociado siempre a la historia del Partido Nacional más que a la historia de la nación toda. En un esquema de férrea oposición entre colorados y blancos, la dimensión nacionalista, la lucha y defensa de la independencia nacional y el sacrificio de Leandro Gómez fueron teñidos de partidismo.

Hoy en día parecen lejanos todos esos debates y, en todo caso, vinculados a los cenáculos de la historia y no a la política concreta. Pero no hay que olvidar que el éxito de la revolución de Venancio Flores, que sitia y agrede a Paysandú, es el inicio de la exclusión de los blancos del poder. Ni tampoco olvidar que esos trágicos episodios de la vida del país tuvieron distintas interpretaciones, ya fuera del lado colorado o ya fuera del lado blanco.

Sin embargo, pasados ya los 150 años de la resistencia de Paysandú; con un cambio en el sistema de partidos que lleva al menos dos décadas y que ya no fija los equilibrios nacionales en torno a la dualidad blanco-colorada; y con el peso preponderante de representantes del pensamiento y la tradición partidaria izquierdista en la academia vinculada a la historia: ¿por qué no se termina de reconocer en el relato de nuestra historia patria que el sacrificio de Paysandú fue una manifestación clara y contundente de un sentir nacional e independiente de las potencias regionales, y que muestra una inequívoca voluntad de forjar nuestros destinos de forma propia y separada de Argentina y de Brasil?
Aceptar ese papel preponderante de la divisa "independencia o muerte" de los héroes de Paysandú nos llevaría naturalmente a considerar ese episodio histórico como integrante de la mejor tradición nacional.

Ya no solo se trataría de una gesta recordada por los blancos en sus actos partidarios, sino que se entendería que más allá de las pasiones partidarias de aquellos años, con el sacrificio de Paysandú se asentó un sentir nacional, propio, irrenunciable y distinto a los de nuestros vecinos. Porque Leandro Gómez es un héroe nacional y no un general de facción.
Para entender este ninguneo en pleno siglo XXI se puede intentar una explicación que refiere a la visión histórica predominante en la izquierda.

En efecto, tanto en las administraciones Vázquez como en la de Mujica es claro que no ha habido intención alguna de conmemorar episodios históricos que den cuenta de la conformación de nuestra identidad nacional. Centrar todo en un 19 de junio y declararlo además el día del "nunca más", o la clara ausencia de grandes liturgias republicanas para celebrar episodios que sobre todo en el siglo XIX nos hicieron independientes y distintos de Argentina y de Brasil, son algunas de las más notorias actitudes de la izquierda gobernante que ningunean la historia nacional.

Algunos dirán que esa decisión política responde a la voluntad refundacional de la izquierda que relativiza todo lo anterior a 1971, año de formación del Frente Amplio. Pero si bien eso es sin duda absolutamente cierto, hay algo más profundo y que Mujica en particular ha expresado muy claramente: esta izquierda, en realidad, desconfía del Estado-nación oriental.

Ella preferiría, en una lógica de patria grande y siguiendo cierto metholismo teórico, que nuestro país abandonara toda identidad de patria pequeña para fundirse, como nexo vinculante, con la cuenca rioplatense y sobre todo con sus dos potencias regionales. En este esquema, toda conmemoración que restaure el verdadero valor del sacrificio de Leandro Gómez y de los héroes de Paysandú, llevándolo a la dimensión de episodio histórico nacional y no solamente partidario, contraría el sino mujiquista de la identidad de esta parte de Sudamérica que, según él, debiera de integrarse en una gran patria continental y dejar de lado artificiales sentimientos nacionales.

En esta coyuntura política pues, recordar la figura de Leandro Gómez y la resistencia de Paysandú es también y sobre todo honrar y respetar nuestra identidad nacional. Pero el único que recoge ese desafío es, otra vez, el Partido Nacional.
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#17
“El General en Jefe del Ejercito Libertador.
Cuartel General, frente a Paysandú
Diciembre 3 de 1864.
El abajo firmado General en Jefe del Ejercito Libertador pone a V.S. de plazo para la entrega de la plaza con su guarnición y todos los elementos de guerra que ella contiene, hasta pasado mañana 5 del corriente, a la hora de salida del sol....

Efectuada la entrega de la plaza los Jefes y Oficiales de esa guarnición obtendrán sus pasaportes para el paraje que designen, pudiendo permanecer en el seno de la Republica los que así lo soliciten.
Vencido el plazo fijado, y procediéndose enseguida al ataque, V.S. pagará con su vida las consecuencias o desastres que puedan ocasionarse.

Para concluir, diré a V.S. que para evitar que las familias sufran algún daño debe V.S. notificar a la población lo antedicho, pudiendo disponer de todo el día de mañana las personas que quieran dejar la ciudad.
Dios guarde a V.S. por muchos años.
Venancio Flores

Cuando sucumba
Leandro Gomez
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#18
Etorial
EDITORIAL
La gesta de Leandro Gómez
A 152 años del fusilamiento de Leandro Gómez y de la caída de Paysandú está claro que se trata de uno de los grandes episodios de la historia nacional en donde se afirmó como pocas veces el sentimiento de independencia.



Martes, 02 Enero 2018

Cuando las tropas extranjeras le exigieron la rendición de Paysandú, devolvió el mismo papel en que le ofrecían ventajosas condiciones para evacuar la ciudad, con dos palabras escritas de su puño y letra: "Cuando sucumba". Esa actitud simboliza la férrea voluntad de Leandro Gómez de no entregar la plaza al invasor y de resistir hasta la muerte la acción combinada de los ejércitos argentinos, brasileños y uruguayos conjurados para destruir el más resistente baluarte de los orientales.
Una emocionante canción que ha sobrevivido a los azares del tiempo, titulada "Hasta sucumbir", evoca esa determinación que guió a Gómez y los suyos a intentar una resistencia numantina ante fuerzas varias veces superiores. Alzado en armas contra el gobierno constitucional de Atanasio Aguirre, en su afán por encaramarse en la presidencia de Uruguay, Venancio Flores no trepidó en aliarse a argentinos y brasileños para arrasar Paysandú, el último escollo en su intento por instaurar una dictadura.
Cuando le puso sitio a la ciudad, jamás imaginó Flores la firmeza con que poco más de mil hombres defenderían en Paysandú al gobierno constitucional de Aguirre. La disparidad de fuerzas era enorme. A los 3.500 soldados floristas se sumaron 500 brasileños y, por si fuera poco, en el río Uruguay, ante Paysandú, se apostaron cinco barcos de guerra de Brasil que respondían al mando del almirante Tamandaré. Argentina, a instancias de Mitre, aportó lo suyo en materia de armas y explosivos. De este modo se ponía en marcha la maquinaria de la Triple Alianza, la que después se abatiría sobre Paraguay hasta destruir ese país casi por completo.
Las acciones bélicas duraron casi un mes lapso en el cual la heroica actuación de los defensores causó admiración hasta en las filas adversarias. El "alma de la defensa", como escribió Lincoln Maiztegui, "era Leandro Gómez". El coronel recorría los bastiones de la capital sanducera sin importarle el fuego graneado que lo amenazaba y lanzaba una tras otra las proclamas —en las que solía mencionar a Artigas como ejemplo— para mantener encendido el ánimo de los defensores.
Bajo su mando hubo acciones de arrojo como un contraataque que tomó desprevenidos a los sitiadores y que mostró que los defensores de Paysandú estaban dispuestos a todo menos a ceder la plaza. Los intentos de mediación de los gobiernos de España y Francia, temerosos de que aquello terminara en una masacre, fracasaron uno tras otro. Bombardeada sin cesar, cortados sus suministros básicos, la defensa de la ciudad se fue debilitando a medida que despuntaba el año 1865.
A principios de año cuando las fuerzas brasileñas sumaban 10.000 hombres y adentro de la ciudad apenas había unos 500 soldados mal pertrechados, se inició una instancia de negociación en la cual Flores exigió la rendición incondicional. Durante las tratativas, aprovechando un instante de vacilación, los brasileños se apoderaron de la ciudad. Leandro Gómez fue apresado y tratado con respeto por los brasileños que apreciaron sus dotes como militar y su heroísmo.
Sin embargo, soldados floristas exigieron la entrega del coronel prometiendo que lo tratarían bien, lo que no fue así. Minutos después, siguiendo órdenes de Gregorio Suárez, lo fusilaron sin piedad. Era el 2 de enero de 1865. La versión de su martirologio circuló en los campos de vencedores y vencidos sin que semejante demostración de crueldad fuera aceptada sin discusiones. Un héroe de esa magnitud, defensor de la constitucionalidad y jefe de la resistencia al invasor extranjero, debió merecer otro trato.
Ese reconocimiento tardó mucho en llegarle a Leandro Gómez porque el bando triunfante situó su gesta como un episodio interno de la vida del Partido Nacional y no como una epopeya en donde se jugó la afirmación de la independencia nacional. Largas décadas de predominio colorado oscurecieron ese episodio ejemplar que forma parte de la mejor historia nacional como poco a poco se ha ido reconociendo.
Los gobiernos del Frente Amplio, más allá de algún testimonio individual de admiración por la defensa de Paysandú, tampoco hicieron mucho por valorar aquellos acontecimientos y exaltar la figura de Leandro Gómez. Una actitud consistente con la que adoptaron respecto a otros hitos de la historia nacional en donde blancos y colorados tuvieron un papel estelar que complace muy poco a la izquierda. El tiempo, sin embargo, terminará por colocar la gesta de Paysandú en el lugar que le corresponde sin que la política menuda pueda borronear el coraje y la gloria de la fecha que, 152 años después, evocamos hoy.

“Dulce et decorum est pro patria mori”
 
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#19
Suena la descarga y muere un pedazo de Patria.
Y la sangre se derrama.. Y es del color... ¡Es del color de la infamia!
 ¿Desde cuándo le dices al enemigo cuándo ha ganado? No hay más maestro que el enemigo. Él te dirá dónde eres fuerte, dónde eres débil.
 
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#20
Inauguran monolito a Leandro Gómez
El próximo martes 13 de marzo, a la hora 11:00, la "Comisión de Ciudadanos por Leandro Gómez" inaugurará un monolito y placa recordatoria a la memoria de Leandro Gómez, en la Rambla República Argentina esquina Horacio Abadie Santos.

En el acto hablará el Intendente de Montevideo Daniel Martínez y leerá un texto especial el actor Roberto Jones, en nombre de los convocantes.
Desde la comisión que tuvo la iniciativa del homenaje se destaca la figura de Leandro Gómez como la de un montevideano comprometido con su época y ferviente artiguista.

Se recuerda también que durante el estallido de la epidemia de fiebre amarilla que diezmó a Montevideo en 1856, Leandro Gómez asistió directamente las penurias de los enfermos junto con otros ciudadanos y médicos, a través de la escuela pública Hiram, dentro del marco de los trabajos de la Sociedad Filantrópica de Montevideo
Bastante antes de la reforma vareliana, "tras la epidemia, creó una escuela gratuita y laica en Montevideo para atender a los niños que habían quedado huérfanos y los de hogares necesitados. También fundó en Salto otra escuela con los mismos principios y fines, la que aún se encuentra en funcionamiento". Y asimismo, un saladero que dio trabajo a cientos de personas.

Leandro Gómez había nacido el 13 de marzo de 1811 en Montevideo y después de la fiebre amarilla volvió a la milicia y donó al patrimonio público la espada de Artigas, que había adquirido en 1842, y hoy se exhibe en el Museo de la Casa de Gobierno en la Plaza Independencia.

En 1863, durante el gobierno de Berro fue nombrado comandante militar de Paysandú. Allí resistió, hasta morir fusilado, el ataque de Venancio Flores junto a una escuadra brasileña y contingentes unitarios argentinos.
En 1843 Leandro Gómez había estado junto a Manuel Oribe, heredero del federalismo artiguista, en el Cerrito. Durante la Guerra Grande fue su ayudante particular, dirigiendo la Aduana del Buceo.
“Dulce et decorum est pro patria mori”
 
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