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Defensa de la ciudad de Paysandu
#3
LA DEFENSA DE PAYSANDÙ
DIARIO DE GUERRA DEL CAPITAN HERMÒGENES MASANTI*

*Ayudante de la escolta del General Leandro Gómez. Nacido en Villa Purificación en 1815, habiendo integrado sus padres la columna del puerto Éxodo del año 1811. Murió en Paysandú en la calle Charruas y Treinta y Tres Orientales, el 29 de Junio de 1868.

Gral Leandro Gomez

El máximo representante, líder y comandante en Jefe de la defensa fue Leandro Gómez, nació en Montevideo, el 13 de marzo de 1811. Desde su juventud sus actividades se encaminaron hacia el comercio y hacia la ejecución de trámites administrativos y judiciales. Nada hacía pensar que ocuparía años más tarde el liderazgo militar. Asociado con su hermano Francisco, establecieron dos casas comerciales una en Montevideo, y la otra en Buenos Aires, donde estaba Leandro. Cerrada la empresa en 1837, fue amigo personal del General Oribe, y comienza actuar como mediador en el conflicto con Rivera. Desde allí en más comenzó su acercamiento a la política nacional y al destino de su patria. En 1845, estará junto a Oribe en el Sitio a Montevideo. En 1856 es Sargento mayor de caballería y en el 1858 lo ascienden a Teniente Coronel, luego de vencer al General César Díaz. En 1860 asciende a Coronel y durante la presidencia de Berro lo nombran Oficial Mayor del Ministerio de Guerra. Adjunto al Estado Mayor del ejército de operaciones en Campaña debe unirse a las fuerzas gubernamentales para enfrentar a Venancio Flores. Luego Comandante Militar en Salto y de allí a la defensa de Paysandú.

1 DE DICIEMBRE DE 1864

El General Venancio Flores acampo con su ejército en el Arroyo Sacra, a la vista de Paysandú.

El mismo día el General Leandro Gómez hizo los siguientes nombramientos por la orden General:

Para jefe de la defensa de la Plaza, al Coronel don Lucas Pìriz. Para Jefe de la línea de cantones del Este, al Coronel don Emilio Raña.

Para Jefe de la línea Oeste; al Comandante don Pedro Rivero.

Para jefe de línea Sur; al Coronel don Tristàn Azambuya

Y para jefe de la línea Norte; al Comandante don Federico Aberasturi.

También se nombraron los Comandantes de cantones y se designo a las fuerzas para guarnecerlos.

2 DE DICIEMBRE DE 1864

El General Flores establece el sitio de la Plaza.

3 DE DICIEMBRE DE 1864

El General Sitiador envió de mañana un parlamento, que fue recibido en la avanzada por el Capitán don Enrique Olivera paso el pliego al Jefe del Detall, que a su vez lo pasó a General Leandro Gómez. Este pliego era una nota en que el General Flores intimaba la rendición de la Plaza.

Lo que el General Leandro Gómez se impuso de la nota, escribió al pie de ella: CUANDO SUCUMBA; firmo y devolvió el pliego.

El mismo día el Almirante Tamandarè comunica al General que si no se rendía inmediatamente, al día siguiente seria bombardeada la ciudad.

El General contestó que estaba dispuesto a defenderse hasta el último trance. Que por lo tanto podía bombardear la Plaza y que la bombardearía impunemente, porque no tenía cañones para contestar a los morteros y obuses con que se le amenazaba.

En la tarde de ese día, el General ordeno que formase en la Plaza toda la guarnición, que con las incorporaciones de que hemos hablado, constaba de 1120 y tantos hombres incluso los jefes y oficiales. Formada ya la guarnición, el General Gómez se presento a caballo, vestido de camiseta punzó cruzada por una bandera celeste, con una bandera nacional en la mano derecha, como se ve en el retrato; y pronunció una entusiasta proclama, concluyendo con estas palabras textuales: ¿Juráis vencer o morir en la defensa de esta Plaza?

Si, juramos. Respondieron a una voz los Jefes, Oficiales y Soldados de la Guarnición, atronando después los aires con sus vivas.

3 DE DICIEMBRE DE 1864



Paso ese día sin más novedad que algunos tiros en la avanzada.



5 DE DICIEMBRE DE 1864



El General Gómez circula una orden del día, en que comunica a la guarnición las intimaciones hechas por el General Flores y el Almirante Tamandarè, agregando que ni aun habían tenido el valor de cumplir sus amenazas, puesto que ni el uno había atacado, ni bombardeado el otro.



6 DE DICIEMBRE DE 1864



La casa conocida por la azotea del General Don Servando Gómez, dista 10 o 12 cuadras de la Plaza, en dirección al Este. Desde este punto y antes de salir el sol, el General Flores, rompió el fuego de artillería sobre la ciudad, siendo contestado con ventaja por el Baluarte de la Ley, donde se hallaba el General Gómez.

Ya hemos dicho que este Baluarte consistía en un torreón construido en un ángulo Sureste de la Plaza principal y ahora añadiremos que sus paredes eran de cal y canto y de vara y media de espesor, cuyo torreón, por su altura, dominaba los edificios próximos.

Tenía un techo sostenido por vigas de ñandubay, a guisa de tirantes sobre el cual se habían colocado las tres piezas de fierro, calibre 12, sirviendo el interior del Baluarte para el depósito de las municiones de guerra.



En el otro ángulo de la Plaza y mirando al este, se había improvisado una explanada de madera, en la cual se había puesto una de las carronadas desembarcadas del Villa de Salto, la cual estaba a cargo del Capitán don Lindolfo García, siendo su segundo el Sargento 1° distinguido don Juan Irrazabal, cuya pieza se desmontó al hacer el primer disparo, quedando completamente inutilizado.

La otra carronada se había colocado el la línea de defensa, en el ángulo que mira al Oeste – Norte cuya pieza se hallaba a cargo del Capitán Clavero, siendo Jefe de ese cantón el Teniente Coronel don Silvestre Hernández.



La pieza de a 8 , de bronce que mandaba el Alférez don Joaquín Espilma, estaba situada en la esquina de la Plaza, donde se encuentra la casa del señor Argentò , y la pieza de la 6 , que comandaba el teniente Rafael A. Pons, por ser la mas liviana se dejó como reserva para acudir al punto que fuere necesario. Durante el ataque prestó muy importantes servicio , ya en una parte , ya en otra, donde era más acometida la Plaza por el enemigo, haciendo mas tarde igual servicio la pieza de a 8.

Decíamos que antes de salir el sol el General Flores rompió el fuego sobre la Plaza, que contestado ventajosamente por el Baluarte de la Ley, adonde se había trasladado el General Leandro Gómez.

Como a las 8 de la mañana se sintió una fuerte y prolongada detonación hacia el lado del Puerto.

El General, que en ese instante observaba con su anteojo los movimientos del ejército sitiador, diose vuelta para preguntar: - que es eso?

- Son los Brasileros mi General, que recién nos dan los buenos días, contesto el Mayor Larravide, que iba subiendo al Baluarte para comunicar al General Gómez que acababa de desmontarse la carronada.

- Pues dejen que sigan tirando esos cobardes, dijo el Jefe de la Defensa.



Desde ese momento comienza el bombardeo de la escuadrilla imperial. El Batallón de Defensores, que se hallaba formado en columna cerrada en el centro de la Plaza, marcho a ponerse a cubierto dentro de la Iglesia, pues una bala de cañón acababa de matarle 11 soldados. A ese mismo tiempo otra bala se lleva la garita situada en la puerta del Cuartel de Guardias Nacionales, y cuando todos creíamos muerto al centinela que estaba en ella le vemos levantarse del suelo dando vivas a la patria!

A las ocho y media una bala de grueso calibre, disparada por una de las cañoneras, perforó las 2 gruesas paredes del Baluarte de la Ley.



Si pega una vara mas abajo incendia las municiones y hace volar el Torreón. Entonces el General manda que se desagoten apresuradamente los aljibes de las casas de Iglesias y Moreira, para transportar a ellos dichas municiones, empleándose en ambos trabajos la mitad del Batallón Defensores y algunos Guardias Nacionales.

A las 9 trae el enemigo el primer ataque a la Plaza, pero tan mal dispuesto y descabellado, que vienen en columnas cerradas, sin hacer cesar el fuego de la artillería de tierra ni el bombardeo de su escuadra, sin reconocer en que consisten nuestras defensas, sin conducir tablones u otros objetos para echar sobre los fosos y cruzarlos, ni escalas para subir las trincheras, ni otros útiles y materiales indispensables para dar un asalto y tomar una Plaza.



Así pues, en columnas cerradas se metieron en las calles de la población, siendo barridos por nuestros fuegos de artillería y fusilerìa.

Por otra arte, los proyectiles de la escuadrilla, torpemente dirigidos porque unos pasaban por alto y otros no llegaban a las trincheras causaban también estragos en las filas de las asaltantes.

Nosotros hemos abierto boquetes y portillos en las casas y cercos de la vecindad, de modo que podemos comunicarnos con todos los puntos de nuestra línea a cubierto de los fuegos enemigos, y hacemos los nuestros por entre las troneras y con toda seguridad. No puede ser más desventajosa la situación del enemigo, que ha atacado las líneas Norte y Oeste de la ciudad.

Una columna de infantería Brasilera, que se supone desembarcada de sus buques, avanza confiadamente y como segura de la victoria pues marcha con la bandera desplegada, banda de música a la cabeza y las armas a discreción, con derechura a la Plaza, por la calle que viene del Norte, hacia la esquina donde esta la casa de la viuda de Paredes, y donde se había colocado la pieza de a 6.



De manera que esa columna va a recibir el fuego de esta trinchera el fuego oblicuo de las troneras del corralón de la casa de Paredes donde hay 50 hombres ocultos, y el fuego del Cuartel de Artillería y de la Iglesia en construcción, donde se ha situado la mayor parte del Batallón Defensores.

El General dispone que no se dispare ni un tiro mientras no se oiga el estampido de la pieza de a 6, cargada a metralla hasta cerca de la boca y enfilada a la tropa imperial. Trescientos orientales con los fusiles apuntando al pecho del enemigo, aguardando ansiosamente la señal de la pieza. ¡Cuánto tarda!

El General espera que los Brasileros estén a una cuadra de la trinchera.

Ya han llegado. Entonces gritó: - ¡Fuego! ¡Se oye al instante el cañonazo convenido y los trescientos fusiles hacen una descarga ruidosa. Cuando se disipo el humo, pudo verse el tendal de cadáveres de Brasileros y al resto de la columna que huía en completa dispersión.

A eso de las 11 de la mañana, un Batallón se aproxima, por la marcha de franco, hacia el cantón situado en la calle de la derecha, viniendo del Puerto y cuyo Jefe es el Comandante don Silvestre Hernández. El Mayor Larravide, que a la sazón se encontraba en la misma calle, como a una cuadra de distancia del cantón, observando que no se hacia fuego al enemigo, corre a dicho cantón y manda que se rompa al momento. Los defensores del cantón habían tomado a esa fuerza por tropa de la Plaza!



El Capitán Clavero hace fuego con su carronada y al primer tiro se desmonta, dejando además fuera de combate a dos de sus artilleros.

Inmediatamente el Mayor Larravide dice al Capitán Clavero: - Capitán, ya usted no es mas artillero. Ahora es infante-: ocupe con los 6 soldados que le quedan la tronera de la trinchera y cuya orden fue obedecida al instante por Clavero.

A las 12 del día, el fuego es General en toda la línea. El Coronel Piriz se multiplica en esas horas, ya acudiendo a los puntos más amenazados para contener al enemigo; ya saliendo fuera de las trincheras para atacar a su vez. Las piezas de 6 y 8 andan de un punto a otro de la línea para hacer fuego donde sea necesario.

El entusiasmo de la guarnición es inmenso e indescriptible. En medio de la pelea se oyen los vivas que los Guardias Nacionales dan a la Patria, a la Independencia, al Gobierno, y a sus Jefes inmediatos. Aquí no hay ningún cobarde, todo el mundo esta en su puesto de honor; y los Jefes superiores, seguidos de sus ayudantes cruzan al galope de un punto a otro de la línea, impartiendo ordenes y conteniendo el ardor de la tropa que quiere lanzarse fuera e las trincheras.



En el centro de la Plaza se elevaba una pequeña pirámide con la estatua de la Libertad.

Un proyectil de la escuadra Brasilera, disparado a las 2 de la tarde, hace saltar en pedazos el monumento. El General Gómez estaba con sus ayudantes en una esquina de la Plaza. Al ver volar los fragmentos de la estatua, dice el Capitán don Hermenegildo Alarcón:

- Mi General, los Brasileros han muerto a la Libertad. El General contesto:

- Levantaremos nuevamente su estatua, sobre una pirámide hecha con las balas demandantes de los cantones, que en cuanto pase el fuego recojan, todas las balas Brasileras que se encuentren.

El fuego ha seguido sin interrupción hasta las 4 de la tarde, en que principio a disminuir por parte del enemigo, que ha sido rechazado de todos los puntos por donde traía el asalto. El bombardeo de la escuadrilla Brasilera continúa una hora más.



A las 6, poco más o menos, el enemigo comienza a retirarse en desorden y a la oración solo se ve una pequeña fuerza de los asaltantes, que se ha apoderado de la casa de don Atanasio Rivero y de la contigua, frente al edificio de la Jefatura y calle por medio. El fuego ya ha cesado completamente a excepción de uno que otro tiro, cambiados entre los defensores el cantón de la Jefatura y los que se han posesionado de las casas referidas.



El Jefe del Detall hace tocar lista y empieza a recibir los partes.

El Coronel Raña ha sido herido de gravedad y el Comandante don Juan M. Braga ha quedado bastante estropeado por los cascotes del parapeto del Baluarte de la Ley.

También hay 7 oficiales heridos más o menos gravemente, 4 muertos y 113 individuos de tropa fuera de combate.

Además de las 2 carronadas que se desmontaron, la pieza de a 6 ha quedado desfogonada y una de las de 12 inutilizada por un proyectil del enemigo.

El corralón en que estaba la hacienda, ha sido arrasado por las balas y los animales que no han muerto han huido en todas direcciones.

Se calcula que los asaltantes han tenido como 660 bajas, a juzgar por el número de muertos que han dejado. Se han recogido gran cantidad de armamentos del enemigo, correajes de infantería, barnizados de blanco con el escudo de armas imperiales, algunos instrumentos de música, 2 cajas de guerra y 4 cajones de munición de fusil con rótulos en portugués.

La fuerza con que ha atacado el General Flores no bajara de 4500 hombres, inclusive las tropas de don Pedro II, desembarcadas de las cañoneras.



La ciudad presenta un aspecto lúgubre. Por todas partes se hallan ruinas.

Las casas están agujereadas por los balazos, las puertas hechas pedazos, las rejas de las ventanas divididas en 100 fragmentos, el piso de las calles lleno de hoyos y zanjitas, producidos por el rebote de las balas de cañón y la explosión de las bombas y granadas. Las familias están de duelo por las pérdidas que han sufrido en muchos de sus miembros más caros.

Madres, hijos y hermanos tienen que lamentar la muerte de algún ser querido. Pero la bandera Oriental flamea todavía sobre los escombros de Paysandú…gloria a la Patria!!

La fuerza que se apodero de la casa del señor Rivero aun permanece allí; no se comprende como la han dejado. En ese momento se dice que el Coronel Piriz se prepara para atacarla.
“Dulce et decorum est pro patria mori”
 
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RE: Defensa de la ciudad de Paysandu - Artiguista - 12-15-2015, 05:43 PM

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