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La Guerra de la Triple Alianza
#1
No soy ni pretendo ser historiador, solamente es mi intención plasmar en este foro la historia de esta guerra sangrienta en la que cientos de orientales dejaron su vida, sin entrar en consideraciones sobre la justicia de sus causas o de las penosas consecuencias.

El origen de la participación de nuestro país en la Guerra de la triple Alianza la podemos encontrar en los hechos derivados del alzamiento del general Flores contra el gobierno legalmente constituído de nuestro país, la conocida "Cruzada Libertadora" y la invasión del Imperio de Brasil a nuestra patria.


Antecedentes
El 19 de abril de 1863 el general uruguayo Venancio Flores había invadido el territorio nacional desde la Argentina.  Flores reivindicaba las libertades para el Partido Colorado (que nunca habían sido cuestionadas) y ponía como pretexto para la empresa dos grandes hechos: la prohibición, por parte del gobierno del presidente nacionalista Bernardo P. Berro, de un acto de conmemoración de los mártires de  Quinteros, y los conflictos con la Iglesia, de la cual el caudillo se presentaba como defensor (hizo colocar una cruz en sus banderas coloradas).

Por eso llamó a su movimiento "Cruzada Libertadora" (haciendo uso y abuso del nombre de la genuina campaña libertadora de de los Treinta y Tres Orientales en la gesta que estos iniciaron contra el Brasil ocurrida casi cuarenta años antes, pero enfatizando los colorados, en las apariencias y como pretexto, el sentido "religioso" del término “cruzada” y teniendo el apoyo militar del Brasil y de los mitristas argentinos.
A tal "cruzada" la inició un 19 de abril.

Flores además de amigo del presidente Mitre era general del ejército argentino. Había tenido una destacada participación en la batalla de pavón, donde las fuerzas del general Mitre lograron la victoria que lo elevó a la presidencia de Argentina.
Mitre y Flores estaban además vinculados por razones políticas  y flores utilizó esto para lograr el apoyo del gobierno argentino en su proyecto.

Al mismo tiempo, tanto la Argentina como Brasil tenían cada vez más problemas con el gobierno del Paraguay, a la sazón presidido por el mariscal Francisco Solano López. Éste había decidido abandonar el aislacionismo de sus antecesores y estaba abocado a conformar el ejército más poderoso de la región.
Entre los proyectos de Solano López estaba también obtener una segura salida al mar, necesaria para su expansión económica.
El Paraguay militarmente fuerte, industrializado y expansivo constituía un peligro tanto para el Imperio de Brasil como para la Argentina, y colidía con el proyecto global de la potencia dominante en el mundo, Inglaterra, de que América Latina quedara como productora de materias primas y cliente de sus industrias.
El mariscal López tenía excelentes relaciones con el gobierno uruguayo en tiempos del presidente Berro y por ello tanto Mitre como el Imperio del Brasil tenían con buenos ojos la caída de éste y su sustitución por alguien que asegurara el apoyo a la guerra que ya estaba en el horizonte.

La "Cruzada Libertadora"
El gobierno oriental tuvo información certera de que en la Argentina se estaba preparando un movimiento subversivo y que al frente de él estaba Flores, pero recibió reiteradas garantías del presidente Mitre de que su gobierno no respaldaría ningún acto de agresión al Uruguay.
A partir de la invasión del 19 de abril, la complicidad unitaria fue evidente y ya no se pudo ocultar.
Flores desembarcó con muy poca gente y se juntó de inmediato con el caudillo Gregorio Suárez, el "Goyo Jeta" y el coronel Fausto Aguilar.

Flores no logró reunir más de 3.000 hombres mal armados, y es increíble que el Ejército gobiernista no los haya derrotado con facilidad. Durante dos años el caudillo dio vueltas por la campaña, evitando combates frontales, ganando y perdiendo escaramuzas, pero sin tener ocasión a poner en riesgo la estabilidad del gobierno. Esperaba su momento, y éste se presentó sobre fines del mandato de Berro.
Los caudillos blancos no se movilizaron en defensa del presidente, precio que éste pagó por su apasionado "fusionismo" (corriente de opinión política que propugnaba la creación de un nuevo partido político eliminando los viejos bandos en disputa) .

Finalizado el período de mandato de Berro, asume Aguirre quien declara su intención de continuar la guerra y ganarla "No puede haber paz hasta la destrucción o completa sumisión del enemigo, a la ley".

La misión Saraiva
El 6 de mayo llegó a Montevideo el diplomático brasileño José Antonio Saraiva, responsable de una misión de la mayor importancia.
Después de conversar en privado con su compatriota el Barón de Mauá, que le recomendó suavizar los términos en su negociación con el gobierno oriental, Saraiva se reunió el 12 con el presidente Aguirre.
En tono amable, le aseguró la amistad del emperador y le dijo que portaba un pliego de reclamos en los cuales el presidente interino no debía apreciar intento alguno de coacción. Pero cuando el 18 presentó dicho pliego al entonces ministro de Relaciones Exteriores, Juan José de Herrera, quedó claro que la realidad era bastante más ruda que los modales diplomáticos.

Saraiva no pretendía, en realidad, conseguir concesiones del gobierno oriental, sino, por el contrario, tener, en su negativa, el pretexto para la intervención armada, cuyo objetivo último era la reanexión del territorio al Imperio, o sea, la recreación de la Cisplatina.

Los 63 reclamos presentados por Saraiva eran una agresión directa a la soberanía uruguaya, y para algunos de los agravios esgrimidos correspondían al tiempo en que el presidente del país era el propio Venancio Flores. A ellos opuso el canciller Herrera una sólida negativa, y pronto se pudo apreciar que no se llegaría a ningún acuerdo.
Por invitación del embajador británico de la Argentina, Saraiva viajó a Buenos Aires y mantuvo una reunión con este y con el canciller Rufino de Elizalde, a efectos de sondear la posición del Gobierno argentino ante una eventual intervención armada del Brasil al Uruguay.

Los tres poderes, la Argentina, Brasil y el Reino Unido, se pusieron de acuerdo en que había que “pacificar” el Uruguay, y en junio, Thornton, Elizalde y Saraiva, junto al representante oriental en Buenos Aires Andrés Lamas, viajaron a Montevideo, a intentar una mediación entre el gobierno de Aguirre y Flores, el caudillo en armas. Se reunieron con el canciller Herrera, con la presencia de los representantes diplomáticos de España, Italia y Francia y llegaron a un acuerdo: someter a Flores a una propuesta de paz sobre la base de una deposición de las armas, amnistía general, reconocimiento de los grados militares de los sublevados y elecciones.

Una delegación integrada por Lamas, Elizalde, Saraiva, Thornton viajó al interior, más precisamente a Puntas del Rosario, reuniéndose con Venancio Flores. Flores, que conocía el carácter hipócrita de la mediación y se sabía ganador, exigió condiciones más duras: el desarme lo dirigía el personalmente, y el ejército revolucionario debía de ser indemnizado con una cantidad de medio millón de pesos, exorbitante para la época.
Los diplomáticos extranjeros estuvieron de acuerdo solo Florentino Castellanos se mostró disconforme. Con el preacuerdo firmado, los diplomáticos regresaron a Montevideo y sometieron a Aguirre a las condiciones.

Este se mostró partidario de aceptarlas, pese a la presión en contrario de los amapolas, liderados por Antonio de las Carreras, que lo consideraban humillante. Pero pidió a Flores una rebaja en la cantidad exigida. Cuando Elizalde y Thornton volvieron a reunirse con el caudillo, este, que no quería acuerdo alguno, subió la apuesta: pidió además la mayoría colorada en el gabinete y el Ministerio de Guerra para él. Luego llegó a exigir incluso compartir el Poder ejecutivo con Aguirre como faz transitoria.
Aguirre, resuelto a lograr la paz a toda costa, pidió la renuncia de sus ministros y se mostró partidario de aceptar las listas de ministros presentada en nombre de Flores por los mediadores (todos pertenecientes al Partido Colorado); pero una vez más no logró el apoyo del resto del gobierno y realizó una contrapropuesta: se admitía la lista a excepción del Ministerio de Guerra que seria ocupado por Leandro Gómez, hombre perteneciente al Partido Blanco.

Esto resultó demasiado para el gobierno, y después de febriles negociaciones, durante las cuales renunciaron todos los ministros, la mediación se dio por terminada. Elizalde y Saraiva regresaron a Buenos Aires junto a Andrés Lamas, que había mantenido una postura de absoluta colaboración con las presiones, razón por la cual el gobierno de Aguirre lo destituyó “por deserción” de sus obligaciones.
Las cartas del ministro Maillefer, simpatizante con el gobierno oriental, no dejan dudas respecto a la hipocresía de toda esta mediación, en la que los mediadores, precisamente, buscaban que no hubiera acuerdo para desatar la guerra.

El 4 de agosto Saraiva regresó a Montevideo, con la bendición del Gobierno argentino y del representante británico. El mismo día Juan José de Herrera, que había vuelto a ser ministro, recibió un ultimátum:una total satisfacción por los agravios sufridos en los últimos doce años oír súbditos brasileños en territorio oriental”.
De no tener satisfacción en ese plazo –decía, insólitamente, el representante imperial-Las fuerzas militares y navales del Imperio entraran en acción, lo que, como usted sabe, no son actos de guerra”.

Los términos eran de singular dureza, la respuesta del ministro oriental, se da el 9 de agosto de 1864 es de una memorable dignidad:
“Ni son aceptables los términos que se ha permitido Vuestra Excelencia al dirigirse al gobierno de la Republica, ni es aceptable la conminación [...] Por esto es que he recibido la orden de Su Excelencia el presidente de la Republica de devolver a V.E. por inaceptable la nota ultimátum que ha dirigido el gobierno. Ella no puede permanecer en los archivos orientales

La invasión del Imperio de Brasil
El 12 de octubre de 1864 el Imperio de Brasil, invade nuestra patria interviniendo a favor de los alzados del Partido Colorado.
Las fuerzas invasoras sumaban un total de alrededor de 6.000 ó 7.000 efectivos, pero que luego en el transcurso de la campaña se iría incrementando y ocupara todo el Norte del país.
De ese ejército sólo 2.750 correspondían a las guardias nacionales de Río Grande del Sur. Deben adicionarse unos 1.500 milicianos denominada Brigada de Voluntários Rio-Grandenses, formada por brasileños radicados en suelo uruguayo.
Debe sumarse la escuadra brasileña del almirante Tamandaré constituída por fragata Amazonas, las corbetas Niterói, Belmonte, Beberibé, Paranaíba, Jequitinhonha y Recife; los barcos a bapor mearim, Araguarry, Ivaí, Itajaí y Maracanã. 

La invasión se produjo el 12 de octubre por la zona de Cerro Largo, El 8 de noviembre se recibió una comunicación del gobierno de Paraguay, en la que se afirmaba que dicho país considerara cualquier ocupación del territorio oriental como atentatorio del equilibrio de los Estados del Plata”.

El 12 de noviembre el gobierno paraguayo de Francisco Solano López se apoderó del barco brasileño Marques de Olinda y respondió, cuando el imperio le pidió cuentas de su acción, que obrabacon el mismo derecho que Brasil al ocupar territorio oriental”.

Quedaba así preparado el escenario para la sangrienta guerra  conocida como de la Triple Alianza y en la cual nuestro ejército se cubriría de gloria.
“Dulce et decorum est pro patria mori”
 
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Mensajes en este tema
La Guerra de la Triple Alianza - Artiguista - 10-13-2015, 12:31 AM
RE: La Guerra de la Triple Alianza - Tosk - 03-12-2018, 12:10 AM
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