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Historias de la Aviacion Militar de Uruguay
#11
Heroica escapada del entonces Alf. Berisso
Textos: Prof. Mag. Daniel Torena

[Imagen: 20130622_Faucent006_NEW_zps9bf08148h%C2%...farman.jpg]

El 17 de marzo de 1913 se había establecido en “Los Cerrillos”, la primera Escuela de Aviación Militar del Uruguay, siendo también una de las primeras de América Latina.
La Argentina es del 10 de agosto de 1912 (comenzando sus vuelos en noviembre) y la de Chile de febrero de 1913. En cuanto a Brasil, la pionera es la "Escola Brasileira de Aviaçao" que se crea en 1913, pero ya 1909, Alberto Santos Dumont se encontraba realizando actividades aéreas.

En Europa solo Francia, Inglaterra y Alemania tenían escuelas militares de aviación con muy poco tiempo, mientras que Italia recién había empezado en esos años y en nuestro continente, la de mayor desarrollo eran la de Estados Unidos. En el resto del Mundo solo el Imperio del Japón, tenía inaugurada su escuela militar de aviación y era naval.
El hecho de tener una Escuela de Aviación de formación profesional, era un gran avance científico y tecnológico para nuestro país, donde había que desarrollar estudios además de las ciencias aeronáuticas y de la ingeniería/mecánica, como también lo eran las ciencias de la atmósfera y de la meteorología.

En 1913 el Mundo se preparaba para la guerra en Europa, entre las grandes potencias con dos bloques estratégicos bien definidos, siendo los imperios centrales de Alemania y Austrohúngaro, con alianzas militares con el Imperio Otomano y con Italia y Bulgaria por otro lado. En tanto el Imperio Británico y Francia (con sus dominios coloniales) y el Imperio Ruso, eran colosales. Bélgica por su lado, era aliada de Inglaterra y Serbia de Rusia entre otros.
En nuestra región había una clara influencia del Imperio Británico en lo económico, en especial en Argentina y Uruguay, mientras que en el área de la cultura, la influencia francesa hacía presencia y era admirada por la intelectualidad del Río de la Plata.
Nuestro país a nivel per cápita, era el segundo de Latinoamérica, después de Argentina, que era la sexta economía del mundo, llamada “la California del Sur”. En temas de educación (primaria, secundaria y universitaria), Uruguay era un país de referencia y líder en la región. Nuestras Fuerzas Armadas no quedaban atrás, los oficiales del Ejército mejor calificados realizaban sus estudios superiores de Estado Mayor en Francia, considerado uno de los mejores niveles en Europa, nivel comparable a las propias universidades francesas.

Nuestro país tenía ya una corriente marcada de inmigración, especialmente de origen europeo. Es así que encabezaban la lista por orden los españoles, luego italianos, franceses y en menor medida ingleses, irlandeses, suizos, alemanes, belgas y eslavos. En menor porcentaje llegaron de Asia menor y Europa Oriental, habiendo crecido de 300 000 habitantes a mediados del S.XIX a más de 1 000 000 a principios del S.XX.

Es por esa razón que el Estado Nacional, por intermedio del Ministerio de Guerra y Marina (actual Ministerio de Defensa Nacional), contrató a un instructor francés de nombre Marcel Paillette. En 1913 gobernaba en nuestro Uruguay el presidente José Batlle y Ordoñez, en una segunda y fecunda presidencia. La misma llevaba una política de Estado de grandes transformaciones sociales y educativas, de las más avanzadas si la comparamos con los estados de Europa de su época, por lo que era referente en América Latina. En tanto, en Canelones el Jefe Político y de Policía (máxima autoridad departamental) era Tomás Berreta, hijo de humildes inmigrantes italianos y un verdadero caudillo chacarero y popular en el Departamento.

La Escuela de Aviación de “Los Cerrillos” contó desde el principio con el apoyo de la población local y del gobierno departamental, visitando Tomás Berreta las instalaciones y siendo acompañado por el hijo del presidente Batlle, César Batlle Pacheco, un periodista muy entusiasta de los avances de la ciencia y de la aviación.
Su ubicación fue en el casco de la Estancia de Domingo Veracierto, que había vendido la mayor parte de su propiedad (unas 2300 hectáreas) al Ministerio de Guerra y Marina en 1912, para la Escuela de Aviación de “Los Cerrillos” y operaciones varias del Ejército Nacional. En esos años se realizaban reuniones y tertulias, en la casona de Veracierto que mantuvo unas 477 hectáreas de la antigua estancia, participando el mismo como anfitrión junto a su familia, recibiendo autoridades ministeriales y departamentales de Canelones. Las mismas estaban encabezadas por Berreta y el hijo del presidente Batlle, que junto al francés Paillette, se alojaban en las habitaciones de la casona. Su aspecto de un hombre de estilo, de vida elegante, muy francés que le gustaba viajar, la buena mesa y la música, no pasaba desapercibido.

Berreta fue la primera autoridad del Uruguay, en volar en un avión en “Los Cerrillos”, luego lo hizo César Batlle Pacheco, que lo publicó en el diario “El Día”. También fue publicado en la prensa de la antigua Villa Guadalupe, actual Canelones.
De los primeros 10 alumnos de la Escuela de “Los Cerrillos”, la mayoría eran del arma de Artillería del Ejército Nacional, de los cuales cuatro eran de Canelones, entre ellos el Capitán San Martín y los tenientes Alvarez, Ortiz y el Alférez Berisso. Este último, un joven hijo de inmigrantes italianos, que vivían en una chacra familiar, y en donde el mismísimo Berisso ayudaba a arar con bueyes y cultivar la tierra en la región de Piedras de Afilar, noreste del departamento canario.

Los alumnos de la Escuela, encabezados por Boiso Lanza y Berisso, querían con todo su espíritu patriótico independizarse del instructor francés y volar solos. Asimismo, tenían la intención de mantener la Escuela de alguna forma, ya que las autoridades del Ministerio habían expresado que no tenían intención de seguir con el contrato del francés debido a su costo, con el consiguiente cierre del Instituto.

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Cesarel L. Berisso

Impulsados por las ideas de Boiso Lanza y Berisso en primer lugar, todos los alumnos de la Escuela estuvieron de acuerdo, de que había que probar de alguna forma que podían volar solos y demostrarlo a las autoridades nacionales y al público en general. Su intención era despertar el apoyo de la población civil del país. Era una maniobra muy arriesgada, ya que nunca habían volado solos.

Llegó el día donde la Historia se encontró con este hecho trascendente para la Aviación Nacional, un 22 de junio de madrugada, minutos antes del amanecer. El Alférez Berisso abordó el Farman y despegó mientras que Boiso Lanza lo hizo en el Bleriot, pero debido a problemas técnicos no logró despegar al no arrancarle el motor.
Era una muy fría mañana y con una niebla cerrada al amanecer, se dificultaba muchísimo la visibilidad. Era una época muy rudimentaria, donde se volaba sin instrumentos de navegación, ni radio y mucho menos paracaídas. Su vestimenta era un traje de cuero que realmente no protegía demasiado al piloto, y en donde su cabina no tenía cerramientos, por lo que volaban a cielo abierto recibiendo de frente el viento y el frío de aquel 22 de junio.

Según los documentos históricos, Berisso escribió que voló sobre un mar de nubes, con poca visibilidad al principio y mucho frío. Pudo sobrevolar para guiarse el Pueblo de “Los Cerrillos” y de allí dirigirse al Sur, guiado por los primeros rayos de luz de las primeras horas de la mañana. Una vez al llegar a Montevideo, divisó a la actual Facultad de Agronomía que era todo campo a sus alrededores y viró al Este con la intención de aterrizar en los campos de Carrasco. Luego de volar un poco más, divisó el mar y debajo de las nubes, pudo observar una playa, resolviendo aterrizar en ella. Era la playa de Malvín, donde tocó tierra después de volar 1 hora y 45 minutos.
En esos momentos Malvín era un lugar despoblado, habitado por lavanderas que vivían en humildes viviendas y secaban la ropa al sol, para llevar los lavados a las primeras casas señoriales del nuevo barrio de Pocitos y en especial en la actual zona del Parque Rodó y Bulevar Artigas hasta el Prado en carretas.

Donde aterrizó el joven Alférez el Farman era una extensa playa de arena, donde se entrenaban a los “pingos” (caballos de carrera del Hipódromo de Maroñas). Su tranquilidad, quedaba en manifiesto entre caballos, lavanderas y los pescadores de la zona, que se dirigían hasta la isla de la Gaviotas.
Fueron justamente estos vecinos de Malvín, que se aprestaron a auxiliar a joven Berisso y justamente esos caballos, que de tiro sacaron el avión al día siguiente.

Aquella hazaña fue un enorme hecho histórico para la Aviación Nacional y una demostración del coraje y determinación de los pilotos nacionales, que Berisso patrióticamente demostró que los orientales podían hacer cosas muy grandes, ante los desafíos de la ciencia y la tecnología moderna.

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“Dulce et decorum est pro patria mori”
 
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#12
¡Excelente información!
 
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#13
El Cap. Boiso Lanza y el submarino U-157

[Imagen: f5d8904993.jpg]
09 de agosto de 2018

Textos: Prof. Mag. Daniel Torena
Vientos de guerra soplaban alrededor del mundo

En 1918 el mundo se hallaba en el desarrollo del mayor conflicto armado, conocida y llamada por la humanidad la “Gran Guerra” o “Primera Guerra Mundial”. La misma se desarrolló entre 1914 y 1918, abarcando la mayor parte de los continentes en diversas operaciones militares, terrestres, navales y la gran novedad: la aérea.
Según historiadores españoles de la Real Academia de la Historia, como el académico Salis, murieron más de 8 millones de personas y más de 20 millones fueron heridos y desaparecidos. El célebre historiador militar británico, el Mayor General J.F.C Fuller, en el tercer tomo de su obra “Batallas decisivas del mundo occidental”, destacó con detalles que los Imperios centrales de Alemania y Austria-Hungría estaban al límite de sus recursos humanos y materiales, y que no podrían ganar la Guerra.

El renombrado historiador británico P.H.D. Eric Hobsbawm en su obra “Historia del s. XX, las grandes pérdidas humanas”, Gran Bretaña perdió una generación entera, donde medio millón de hombres no llegaron a cumplir los 30 años de edad. La cuarta parte de los alumnos avanzados y egresados de Cambridge y de Oxford de menos de 25 años de edad, perecieron como oficiales en las trincheras. En tanto los Estados Unidos perdieron modestamente 116 000 hombres, frente a 1 600 000 franceses, unos 800 000 británicos y 1 800 000 alemanes.

Las mayores cantidades de bajas de los ejércitos enfrentados fueron los rusos con más de 2 000 000 de muertos y otros tantos heridos, seguidos de las fuerzas del Imperio Turco Otomano. Luego Alemania, Francia, Austria-Hungría, Gran Bretaña, Italia, Estados Unidos, etc.

En América del Sur la mayoría de los estados eran partidarios o se inclinaban por las potencias Aliadas y eran contrarios a los Imperios Centrales. Uruguay había roto las relaciones diplomáticas con Alemania en octubre de 1917, durante el Gobierno del presidente de la República Dr. Feliciano Viera. En nuestro país la influencia de la cultura francesa era muy grande y la mayoría de los referentes de la vida política, militar, social y los círculos intelectuales académicos eran admiradores en gran parte de la Francia de la III República. Además había una estrecha relación con el comercio agro exportador y la industria de capitales británicos, siendo el Reino Unido el mayor comprador de carnes y lanas uruguayas. En tanto la influencia de la propia Gran Bretaña en materia de inversiones de capitales ingleses en el Río de la Plata era abrumadora, más en Uruguay y en Argentina que en cualquier otro lugar de la América Latina.

La “guerra submarina” la había adoptado Alemania, como una medida estratégica para impedir el normal comercio marítimo en el Atlántico Norte, de los británicos y sus aliados. Esta se había extendiendo a todo el Atlántico, con grandes pérdidas de naves y vidas humanas, lo cual fue una de las causas fundamentales de la entrada en la guerra de los EE.UU. La prensa y el pueblo norteamericano, así como los estados neutrales eran absolutamente contrarios a este tipo de guerra, a la cual el propio Kaiser Guillermo ll era contrario al principio. Pero el Estado Mayor Naval y el Estado Mayor Imperial, siguieron con la guerra submarina y el propio Kaiser terminó aceptando el empleo del arma submarina en forma general, como “guerra total”. De estas operaciones hay que recordar la del hundimiento del transatlántico “Lusitania” de la Cunard Line, gran barco de pasajeros que cubría la línea entre los puertos ingleses y el de New York (EE.UU), gemelo del legendario “Titanic”. El 7 de mayo de 1915 un submarino alemán hundió al “Lusitania” con un fulminante ataque de torpedos, muriendo 1 200 pasajeros, en su mayoría británicos y norteamericanos, así como parte de los tripulantes, lo cual fue condenado como un crimen de guerra. Alemania pidió disculpas, pero luego, continuó con los ataques cada vez más severos a barcos civiles, fueran mercantes o de pasajeros.

Pese que en teoría Alemania no atacaría barcos civiles de pasajeros neutrales, no había garantías plenas y existía muchísimo temor en los viajes de ultramar. Alemania interceptaba a los barcos civiles rumbo a Europa por si llevaban armamentos o suministros a sus enemigos. Esto no justificaba las leyes de la navegación ni cualquier tipo de inspecciones a naves civiles neutrales. Es así que Brasil movilizó a su flota de guerra en protección de su comercio de ultramar y luego intervino junto a los aliados en el Atlántico Sur contra los submarinos alemanes, con pérdidas de naves y tripulantes.

Ante el desarrollo de la Guerra y sus avances en cuanto a la tecnología y las nuevas estrategias de combate, el presidente Dr. Feliciano Viera, preocupado por el grave conflicto y las posibles consecuencias para el país, teniendo en cuenta la postura diplomática oficial proaliada de Uruguay, que había roto las relaciones diplomáticas con los Imperios de Alemania (octubre de 1917) y Austria-Hungría (fines de 1917) ya tenía en acuerdo al Parlamento Nacional, bien claro el rumbo que habría que tomar el país. Las Fuerzas Armadas y en especial, el Ejército tenían una formación académica castrense en los modelos de Francia y muchos oficiales de Estado Mayor, realizaban sus estudios superiores en París, en algunas oportunidades y en menor medida en Bélgica e Inglaterra por temas navales.

A comienzos de 1918 se ordenó por el Gobierno y con el apoyo parlamentario, el envío de una Misión militar de observación y estudio, al frente francés. La misma fue encabezada por el General de Brigada Julio Dufrechou, siendo parte también de esta, los Coroneles Francisco Bosque y Julio Nuñez, el Teniente Coronel Héctor Marfetán y el Capitán Juan Manuel Boiso Lanza. Este último, el único piloto y experto de la nueva “Arma aérea” de la Misión militar uruguaya, que además tenía el rango en la Misión, de oficial diplomático, otorgada por el gobierno de la República.

La Misión militar uruguaya partió el 3 de marzo de 1918 desde el Puerto de Montevideo, y aquí Boiso Lanza ya no volverá a ver en vida a nuestro país. Partieron en el transatlántico español “Infanta Isabel de Borbón”, junto con oficiales de una Misión militar chilena de observación también, pero estos iban al frente alemán.
La hermosa nave española viajaba al Puerto de Cádiz, siendo España un país neutral en la guerra, donde el Rey Alfonso XIII y su gobierno conservador, no querían involucrar a España en una guerra en Europa. Además el Rey tenía lazos familiares, siendo nieto de la Reina Victoria (por madre), de Inglaterra y primo de los siguientes monarcas en conflicto, del Rey de Inglaterra Jorge V, del Kaiser Gullermo ll y del Zar de Rusia Nicolás ll.

La Misión militar compatriota pensó que viajar en un barco español era seguro a nivel diplomático, pese que en algunas oportunidades los submarinos alemanes inspeccionaban los barcos neutrales como los de España, ante la posibilidad de llevarse armas de contrabando. Uruguay asimismo, tenía una muy buena relación diplomática con el Reino de España, lo que daba garantías de actuar correctamente de acuerdos a las leyes de la navegación y del Derecho Internacional.

Alemania trataba de no provocar otros conflictos a los que ya tenía con la guerra en Europa. Luego de zarpar por abastecimientos en Las Islas Canarias y navegando al noreste de las Islas Madeira, a unas 300 millas náuticas de Cadiz y siendo las 9 de la mañana del 18 de marzo de 1918, el “Infanta Isabel de Borbón”, fue interceptado por el submarino alemán. El mismo era el U-157, moderna nave de guerra para la época, con 56 hombres de tripulación y armado con dos cañones a proa y popa de 105 milímetros para superficie y torpedos en misión de inmersión. Este submarino apenas cuatro días antes había hundido a un mercante español llamado el “Arpillao”, por llevar armamento de guerra de contrabando, frente a la Isla de Palma en el Mediterráneo.

Al estar a tiro de cañón, el submarino disparó un tiro de advertencia al “Infanta Isabel de Borbón” que se detuvo ante la gran sorpresa de todos los tripulantes y pasajeros del barco español.
El Capitán del submarino era el Teniente Comandante Max Valentiner, joven oficial de carrera de la marina imperial de Alemania. El Capitán del “Infanta Isabel de Bordón” era un veterano marino y todo un caballero, llamado Manuel Deschamps y Martinez. Este envió inmediatamente un bote al submarino, con un oficial y ocho tripulantes con todos los documentos de los pasajeros y la carga que llevaban a España.

El Comandante alemán del submarino, resolvió enviar una misión de inspección suya acompañando a los españoles para quedar más seguro de que estaba todo en orden, pese a que estaba todo de acuerdo a la leyes de navegación y documentos de carga legalmente aclarados. Envió a dos tenientes, llamados Olrichs y Kosbalt, que hablaban español junto con el médico del submarino, el Dr. Haedenkamp y cuatro marineros. Su tarea era la inspección ocular detallada de los pasajeros y carga, y como era el mediodía a esa altura, el Capitán español los invitó a almorzar en el amplio y cómodo comedor del barco, ante la curiosidad de los pasajeros. Este acto fue agradecido por los militares alemanes ante tal gentileza del Capitán español.

Luego que los alemanes examinaron todos los documentos de los pasajeros, les llamó en especial la atención de la Misión uruguaya que tenía pasaporte diplomático, por lo cual habría que cumplir formalidades y respeto de la Ley Internacional. En una acción contraria a las normas del Derecho Internacional, los alemanes querían llevar a los uruguayos al submarino, por tener documentos que iban a Francia en Misión Oficial, aun Uruguay siendo un país neutral y los integrantes, no combatientes directos sino observadores. Con esta situación, nuestro país no alteraba ninguna norma de guerra ni tampoco, la Convención de la Haya de 1907 y 1908.

El Teniente Olrichs, luego de examinar los documentos de los uruguayos cuidadosamente, le envió un telegrama al submarino al Teniente Comandante Valentiner, ordenando este, trasladar al General Dufrechou y a los oficiales compatriotas al submarino.
El Capitán Boiso Lanza se dirigió al camarote de su esposa Magdalena Belinzon, para informarla de la situación y tratar de dejarla tranquila, donde le informó que los agregados militares de Uruguay en las embajadas de Portugal y España, vía telegrama, les ofrecían protección a ella y a la esposa del Coronel Bosque, que también acompañaban a su marido.

Boiso Lanza escribía en su diario de oficial, que estaba convencido que los tomarían como “prisioneros de guerra” por los alemanes. Fueron llevados todos al submarino y se reunieron con el Comandante Alemán, quién en una conversación en francés, le propuso al General Dufrechou, llevarlos a Alemania “como invitados o pasaje de primera clase”. Según relató el propio Boiso Lanza, el General, de forma firme y en un correcto y claro francés, con altura y dignidad rechazó tajantemente la situación.

El General Dufrechou, le propuso un acuerdo de caballeros, en que los Oficiales del Ejército de la República Oriental del Uruguay, no tomarían las armas contra Alemania por su honor. El Comandante Valentiner, como observó que actuaban con sinceridad y era un hombre de honor, aceptó los términos de la Misión militar del Uruguay.
Retornados al buque “Infanta Isabel de Borbón”, el General Dufrechou antes de partir agradeció el gesto caballeresco y le envió al submarino de regalo botellas de champán francés y una carta de reconocimiento al Comandante del submarino alemán.

Luego de 9 horas interminables de incertidumbre, el trasatlántico “Infanta Isabel de Borbón” con 1500 personas a bordo entre pasajeros y tripulantes, partió rumbo al Puerto de Cádiz.
Al tomar conocimiento de los hechos por informe telegráfico y carta diplomática luego por el General Dufrechou, el gobierno del presidente Viera, hubo una gran conmoción e indignación pública en Montevideo y en todo el país, sonaron discursos fuertes con “vientos de guerra” contra Alemania en el Parlamento Nacional. La prensa española e internacional relató el hecho como un abuso de fuerza, contra una misión diplomática de un país neutral como era Uruguay. El gobierno de la República, protestó con firmeza a la Cancillería del Kaiser Guillermo ll, la cual pidió públicamente disculpas por la acción cometida por un Oficial Naval de la marina imperial, siendo sancionado en su registro de Comandante, por su exceso y previamente arrestado de forma leve según reza los documentos.

Alemania no quería mayores conflictos y nuestro país no llegó a lo que pedían algunos parlamentarios y medios de prensa, de declarar la “guerra al Imperio Alemán”. El gobierno uruguayo acepto las disculpas del gobierno del Kaiser Guillermo ll de Alemania.
Boiso Lanza quiso el destino, que la historia de su vida terminara falleciendo en un accidente de aviación el 10 de agosto de 1918 en Francia, donde realizaba sus estudios superiores en la Escuela de Pau pasando a volar hacia la eternidad en la Escuadrilla del Silencio
“Dulce et decorum est pro patria mori”
 
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#14
Una figura clave de la aeronáutica

Las aventuras de un pionero
Historias de la aviación militar a 100 años de la muerte del capitán uruguayo Boiso Lanza.


domingo, 12 agosto 2018
Estilo y coraje: el capitán Juan Manuel Boiso Lanza en 1918.

[Imagen: 5b6f70a9e5a6c.jpeg]
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El pasado viernes 10 de agosto se cumplieron cien años de la muerte del "Primer Mártir de la Aviación Militar", el Capitán Juan Manuel Boiso Lanza, ocurrida en Francia. Su personalidad caballeresca y sugestiva, su erudición y su elocuencia natural lo caracterizaron tanto como su temple intrépido a la hora de volar.
Una entrevista con el coronelGuillermo Gurbindo Marroni, asesor histórico de la Fuerza Aérea Uruguaya, permite acercarse con detalles a aquella figura, reconocida como "Comandante de la Escuadrilla del Silencio".
—Cuentan que Boiso Lanza se entusiasmó primero con los aviones por razones deportivas. ¿Cuándo fue que quiso incorporar esa actividad a su carrera de militar?
—En esos tiempos el vuelo tenía una mezcla de deporte de riesgo con romanticismo, dado la precariedad de la actividad y el halo que revestía la misma. El estudio de la ciencia aerodinámica no era muy vasto y los primeros vuelos estaban basados mayormente en el binomio ensayo y error. Recién luego del efecto catalítico de la primera Guerra Mundial, la aviación va a dar su primer gran paso en materia de profesionalización. Ese impulso se consolidará de increíble manera en el segundo conflicto que ha tenido la humanidad y continuará hasta nuestros días.

En los tiempos de Boiso Lanza, el éxito de lo que se considera el primer vuelo de un avión en el mundo por parte de los hermanos Wright, en las dunas de Kitty Hawk, Carolina del Norte, en diciembre de 1903, fue todo un acontecimiento. Pero cuando Boiso Lanza se recibe como alférez de Artillería, en diciembre de 1907, la aviación tal como se conocía era inexistente en nuestro país.

Salvo algunas experiencias en globo aerostático y sobre todo la llevada a cabo por Arón de Anchorena y el ingeniero Jorge Newbery, que cruzan el Río de la Plata en 1907 en el globo "El Pampero", que sí fue de cierto destaque heroico, nada importante sucede en el ámbito rioplatense hasta 1908, cuando se funda el Aeroclub Argentino. Dos años después, con motivo de la celebración de la Revolución de Mayo, se decide contratar aviadores europeos que vienen a impresionar con sus rudimentarias máquinas voladoras a ambas márgenes del Plata. Uno de ellos, el francés Prevost, se va a convertir en el primer hombre en volar en territorio uruguayo en diciembre de 1910 en Paysandú. Boiso Lanza se inicia en el mundo aeronáutico en 1913 recientemente llegado de Bruselas, donde había cumplido una misión de estudio.

—¿Se conocieron las razones del accidente en que murió Boiso Lanza?
—Al momento del accidente Boiso Lanza era un hombre plenamente formado y ya con una vasta experiencia de vuelo. Su formación inicial en Chile y su continuidad aeronáutica en nuestro país, sumado a sus dotes naturales, lo hacían un piloto experto para los estándares de la época; pero no tenía formación en aviones de porte como los "Newport" hasta llegar a Francia. Empero, en la Escuela de Aviación de Avord se entrenó duramente en ellos y sus calificaciones al finalizar, como era habitual en él, fueron excelentes. El siguiente paso fue formarse en una escuela de aviación como piloto de "cazas" en Port Long, Pau.

Por eso es que, autorizado por el gobierno francés, se dirige a la escuela de Aviación de Port Long en Pau a realizar ese tipo de entrenamiento. La causa del accidente ha sido motivo de varias versiones. Lo que sí está claro es que el monoplaza "Newport" que en ese entonces piloteaba Boiso Lanza al regreso de una misión sobrevoló los hangares y, en frente al último de ellos, se desplomó desde una altura de unos cuarenta metros. Su muerte fue instantánea.

—De modo provisorio había sido sepultado en el cementerio de Pau. ¿Qué pasó después con sus restos mortales?
—Luego del accidente fatal, el sábado 10 de agosto de 1918 su cuerpo es trasladado al Hospital Mixto de Pau; y dos días después se lo llevó hasta la capilla para oficiar una misa de cuerpo presente, como era la costumbre. Terminada la misa se inicia el cortejo fúnebre hasta el cementerio de HautePlanté donde se le rinden los honores militares, y posteriormente a que el Jefe del Estado Mayor del Ejército uruguayo, general Dufrechou, en perfecto francés diera un discurso de despedida, es enterrado. Sus restos serán repatriados un año después en el carguero francés Amiral de Lamornaix, que toca puerto en las primeras horas de la tarde del 12 de agosto de 1919. Allí estaban el Ministro de Guerra y Marina, los Ateneístas, la Asociación Patriótica, entre otras, aparte del numeroso público militar y civil. Sus restos fueron velados en la Escuela Militar, donde hoy se encuentra el Comando del Ejército y a donde también el presidente Brum concurrió con sus ministros a dar su saludo final.

[Imagen: 5b6f70fc0ac9f.jpeg]
Despegue: Boiso Lanza en un Blériot XI biplaza, en Chile, 1915.

—¿Cuál fue el motivo por el que Boiso Lanza viajó a Europa poco antes de su muerte?
—Había sido designado por el Jefe del Estado Mayor del Ejército, general Dufrechou, para que lo acompañara en una misión de observación por invitación de Francia. Habían partido de Montevideo en el Infanta Isabel sin contratiempo alguno, hasta que en medio de la mar el buque fue interceptado por un submarino alemán y obligado a detenerse. Entonces lo abordaron para su inspección por parte de la tripulación teutona. Los alemanes constataron que era una delegación militar que se dirigía a un país enemigo de su patria y tenían toda la intención de tomarlos prisioneros. Luego de unos momentos de alta tensión y mucho parlamentar, los marinos alemanes desistieron.

No obstante exigieron que el general Dufrechou empeñara su palabra de que a cambio no se dirigirían a Francia. Este hecho los retuvo algún tiempo más en su primera escala, que era España, donde tuvieron la oportunidad de almorzar con el Rey Alfonzo XIII. En ese país se hicieron las gestiones ante el gobierno alemán para que éste reconsiderara la situación y entonces se "libera" del compromiso de honor al general. Recién luego de ahí retoman su viaje a Francia.

—¿Por qué se dirigieron a Francia en medio de la primera guerra mundial?
—Si bien este país se encontraba inmerso en la guerra, eso no fue obstáculo para que hiciera gala de la importancia que le caracteriza en cuanto a las relaciones internacionales. Toda la delegación fue recibida por el presidente Poincaré, por "el Tigre" Clemenceau, quien en ese momento era el presidente del Consejo de Ministros y a su vez Ministro de Guerra, y por el Mariscal Joffre. Aparentemente en estas reuniones, el capitán Boiso Lanza, quien dominaba a la perfección el francés, obtuvo la autorización para realizar los cursos de vuelo en Avord inicialmente y en Pau después.

—¿Qué supuso el cruce del Río de la Plata que él había conseguido concretar un tiempo antes? ¿En qué contexto se dio el vuelo?
—Por ese entonces era una práctica mundial muy corriente realizar raíds aéreos y tratar de batir o quebrar récords, ya sea de distancia o velocidad. Era el período conocido como de "La Aviación Heroica". En ese contexto y en su viaje de regreso de Chile es que se entera que el proyecto de ley para crear una Escuela Militar de Aviación nuevamente se encontraba pronto para remitirse a la vía parlamentaria.

Cuando el barco que lo traía de regreso hace escala en Buenos Aires decide ir a hablar con Pablo Castaibert, en Villa Lugano, un conocido constructor de aviones, ya que ante los acontecimientos venideros y la guerra en Europa tenían que recurrir a un fabricante de aviones que se encontrara en la cercanía. Castaibert le ofrece un avión y lo incita a cruzar el Río de la Plata en él, a modo de demostración de la valía de la máquina; lo que Boiso Lanza concreta el 18 de julio de 1916. Ese vuelo fue de gran trascendencia pero se vio opacado porque ese mismo día y solo unas horas antes Cristi, en un avión de menor potencia, se le adelanta.

Un aviador entre aulas, proyectos y conferencias
El Capitán Boiso Lanza, conjuntamente con el general Cesáreo L. Berisso, constituyen y representan el legado de la aeronáutica del siglo pasado, que ayudó a cimentar la estructura profesional de la que sería la Aeronáutica Militar primero y la Fuerza Aérea Uruguaya después. Cuando obtuvo el brevet en Chile, las calificaciones del joven Boiso Lanza habían sido las más altas logradas hasta ese momento, lo que llevó a que su nombre fuera inscripto en el Cuadro de Honor de la Escuela, y se lo recordara además como expositor en conferencias.

A pasos de la cordillera
Fue en Chile que Boiso Lanza obtuvo el brevet de aviador militar. En 1915 había sido becado a ese país junto con el teniente Saenz La Cueva, mientras a la escuela de aviación militar argentina se envió al teniente Berisso y al alférez Cristi. Esos fueron los primeros 4 aviadores militares de un Uruguay que tenía una aeronáutica poco fecunda. La Escuela de Aviación Militar que se había fundado el 17 de marzo de 1913 efectúo su último vuelo el 30 de junio de ese año. Sus aparatos se desmantelaron y se archivaron en el Arsenal de Guerra. Los éxitos posteriores se dieron por los esfuerzos de Boiso Lanza y Cesáreo Berisso. La prédica de ellos va a cristalizar en la creación de la Escuela Militar de Aviación, sucesora de la de "Los Cerrillos" en noviembre de 1916, de la cual Boiso Lanza fue su primer Director.

El artillero en las guerras internas
Juan Manuel Boiso Lanza primero fue oficial del ejército y después sintió el interés por volar.
¿Qué se sabe de esa etapa de su vida? ¿Llegó a combatir cuando estuvo al mando del comandante Atanasildo Suárez durante la Guerra Civil de1904? ¿Es verdad que estuvo en Masoller como artillero?
Ésas son preguntas que también respondió a El País el coronel Guillermo Gurbindo Marroni.

"Su corta vida discurre en prácticamente dos etapas bien diferenciadas. La primera como oficial de artillería, donde se dedica a esa especialidad e incluso actúa como tal en el corto levantamiento de fines de 1910 a órdenes del general Galarza; y la segunda, en la que el destino lo encuentra dedicado enteramente a la actividad aeronáutica, como forjador de ese destino o como actor principalísimo en la disciplina, hasta que lo sorprende la muerte en 1918".

[Imagen: 5b6f7067a498a.jpeg]
En tierra: Capitán Boiso Lanza en Pau, Francia, en 1918.

Boiso Lanza ingresó en la Escuela Militar con la intención de seguir la carrera en la especialidad de artillería, recuerda Gurbindo.
"Es en ese entonces, cuando estalla el último gran conflicto verdaderamente de masas que nuestro país conoció, en enero de 1904, que Juan Manuel Boiso Lanza era cadete. Ante esa situación, inicialmente, por su condición de estudiante, no se encontraba afectado al conflicto, como todo el cuerpo de cadetes. Pero Boiso Lanza tenía un espíritu inquieto y audaz; y entendía que su lugar era en el campo de batalla; por lo que con otros dos compañeros de promoción decidieron tratar de cambiar esa situación".

"Tal es así que un buen día, en uso de su licencia, se apersonó al domicilio del comandante Atanasildo Suárez y le rogó que intercediera para que pudiera integrar las filas gubernistas".
La historia dice que Atanasildo Suárez se encontró tan sorprendido por el planteo que Boizo Lanza le hizo, que si bien no le respondió en el momento quedó gratamente impresionado.

"Los pormenores de cómo se decidió la autorización para que Boizo Lanza integrara las filas del coloradismo permanecen y quizás permanezcan por siempre en el campo de la incógnita. De lo que sí hay evidencia es de su participación en la batalla de Masoller, en carácter de ayudante del comandante Suarez", confirma el coronel Gurbindo.
“Dulce et decorum est pro patria mori”
 
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#15
23 de octubre de 1956. Eran las 15:45 de una radiante y tranquila tarde de primavera, pero en el soleado cielo de aquel día algo era diferente, truenos hicieron que muchos montevideanos se asomaran a sus ventanas y otros se pararan en la calle para intentar ver qué era aquello que los causaba.

Sobre ellos, rápidamente, sobrevoló una formación de cuatro extraños aviones norteamericanos liderada por el Mayor Charles Stark de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos. Estos aparatos aterrizaron en el Aeropuerto de Carrasco y posteriormente fueron entregados a la Fuerza Aérea.
Uruguay, había entrado en la era del Jet.

[Imagen: t33.jpg]

Se trataba de aviones Lockheed T-33, aviones a reacción biplaza de entrenamiento que fueron asignados al Grupo de Aviación N°2 (Caza) que en aquel entonces tenía su asiento en Carrasco.

Hoy recordamos este acontecimiento y homenajeamos a este avión con este video del año 1969 sobre la Escuadrilla de Demostración Aérea "Cocodrilos" de la Fuerza Aérea Uruguaya. Fue la única vez que la Fuerza Aérea contó con una escuadrilla de acrobacia aérea, la cual operó con estos aviones. Además, gracias a la incorporación de estos aviones en la Fuerza Aérea, el Mayor Carlos Mercader y Capitán Walter Samarello, se convirtieron en los primeros uruguayos en volar un avión a reacción por primera vez.

Finalmente, luego de 27.748 horas de vuelo, una destacada y larga trayectoria en Uruguay, los Lockheed T-33 fueron retirados en el año 1996.
“Dulce et decorum est pro patria mori”
 
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#16
Gracias por la información.
¡Que linda aeronave el T 33!
Para mi gusto es un clásico.
Salvando las distancias tiene tan bonitas líneas como el Hawker Hunter, por ejemplo.
 
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#17
Creo que en algun cielo sigue volando, creo que en Bolivia por ejemplo.
 
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#18
(10-29-2018, 12:34 PM)Krody escribió: Creo que en algun cielo sigue volando, creo que en Bolivia por ejemplo.

Fueron los últimos, de una versión muy modernizada canadiense. Pero ya los sustituyeron con los chinos K-8.
-- Invencibles combatieron el 8 de febrero de 1846 --
 
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#19
Una tragedia, la mayor de la aeronautica nacional cuyo aniversario fue en estos dias.





Big Grin Big Grin Big Grin
 
"Mas vale ser aguila un minuto que sapo la vida entera".
 
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#20


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