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Guerreros Aborígenes de la Banda Oriental
#19
XVIII. El gran levantamiento Charrúa - Minuán de 1798
 
            Entretanto, los Charrúas, desplazados cada vez más al norte, seguían vagando por la campaña sin someterse jamás a los españoles y reuniéndose en la ribera occidental del río Negro. Allí, vivían primitivamente como más les apetecía, pero tomando aún la justicia por mano propia. El enfrentamiento era inevitable.
            En 1798 "tal vez movidos por alguna agresión que les llevasen los habitantes de las Misiones", dice Bauzá, se alzaron en rebeldía y más de 1000 guerreros atacaron poblaciones y vaquerías en San Borja, La Cruz y Yapeyú, hurtando más de 3000 caballos. Comenzó entonces una campaña a cargo del Teniente Coronel Francisco Rodrigo, Comandante e Yapeyú, quien con tropas regulares marchó a su encuentro, los persiguió y los enfrentó, derrotándolos completamente.
 
            Para fines del S. XVIII y comienzos del S. XIX, la población de nuestro territorio contaba con poco más de 40.000 habitantes, de los cuales 15.000 se hallaban en Montevideo, 3.500 en canelones, 450 en rocha, 820 en Melo, 2.000 en Maldonado y 12.500 en las Misiones, según las estimaciones de Funes y Azara citadas por Francisco Bauzá.
 
(i) La Misión de Ifrán
 
            Pero los territorios del norte, desde el actual Salto hasta Misiones, seguían siendo zonas recorridas por Charrúas y Minuanes, que no siempre eran pacíficos. En vista de ello, en el año 1800, el Virrey Marqués de Avilés decidió nuevamente pacificar a los indios rebeldes. Para ello, se sirvió de los servicios del Teniente Francisco Bermúdez y del Capitán de Blandengues Jorge Pacheco Ceballos. Mientras Bermúdez llevaba a cabo la fase diplomática de la operación, Pacheco estaba encaragdo de poblar cuatro nuevas villas en el norte: belén, San Gabriel, San José y Santa Ana. Además, Pacheco decidió enviar como embajadores de buena voluntad a dos charrúas convertidos al cristianismo, uno de ellos de nombre Adeltú, para ir a las tolderías de sus compatriotas a proponerles paz y amistad. Los dos charrúas, acompañados por Juan Ventura Ifrán, con una partida de 50 hombres y el jefe indígena Capataz como escolta, partieron hacia las tolderías en abril de 1800. El 4 de mayo llegaba la partida a las tolderías Minuanes, ubicadas en las costas del río Cuareim. Al ver a los españoles, los indios huyeron hacia el monte. Solamente después de seguirlos durante un buen rato y gracias a los esfuerzos de Capataz, llegaron a conferenciar indígenas y españoles, pero solamente un cacique y las doce personas de su familia aceptaron reducirse. El resto se negó rotundamente.
 
            Ifrán siguió entonces con su embajada hacia el Cuareim Chico, donde el 11 de mayo halló nuevas tolderías, estas con 80 individuos al mando del cacique Masalana. Inicialmente, enfrentaron a los españoles, amenazándolos con sus lanzas e insultándoles pese a las propuestas de paz. Al día siguiente se produjo un nuevo encuentro, en el que Ifrán regaló a Masalana -en nombre del Virrey- un sombrero, un poncho y un pañuelo fino. A pesar de estos regalos y la buena voluntad de Ifrán, surgieron fuertes discrepancias entre Adeltú y Masalana, por lo que éste indicó que prefería morir con toda su gente antes que someterse. Acto seguido, se retiró "a la sierra de Ibirapitá".
            Ifrán, fiel a sus órdenes, siguió hacia otras tolderías ubicadas en Yerbales. Allí, el jefe charrúa Ocalián respondió a las tratativas de paz diciendo que ellos se hallaban en guerra y que los cristianos se preparasen para resistir. Luego del ataque, los charrúas se retiraron hacia el montem dejando 5 muertos en el campo y varios heridos.
            Ifrán se dirigió entonces a Cerro Pintado, buscando a otros jefes Charrúas. Al llegar, lo abandonaron los 12 Minuanes que se le habían unido en el Cuareim. Finalmente, el 31 de mayo, Ifrán decidió regresar a Yapeyú, donde rindió cuentas a Bermúdez del fracaso de las negociaciones.
 
(ii) La campaña de Pacheco (1801).
 
            Ante la negativa de los indios, el Virrey Avilés ordenó comenzar una nueva expedición militar contra ellos. El Capitán Jorge Pacheco, reforzado por el Sub Inspector Marqués de Sobremonte (de triste recuerdo durante las Invasiones Inglesas) con 3 Compañías de Blandengues (300 hombres), 100 Milicianos escogidos de la Banda oriental y 150 indios de Yapeyú, fue enviado a exterminar a los delincuentes y reducir de una vez por todas a los indígenas.
            Los Blandengues pertenecían a las guarniciones de Montevideo (2 Compañías) y Buenos Aires (1 Compañía). Posteriormente intervendrían tropas de las guarniciones de Maldonado (1 Compañía) y de Cerro Largo (2 Compañías). Al mando de una parte de la fuerzas se hallaba el Ayudante Mayor de Blandengues José Gervasio Artigas, por entonces brindando escolta al español Félix de Azara.
 
            La campaña comenzó en enero de 1801, aunque al principio se complicó por las exigencias de Azara de un refuerzo de 2 Compañías de Blandengues mientras colonizaba Batoví.
            El 14 de marzo, Pacheco legaba al Yacuy, fundando allí la Villa de Belén con un núcleo de 52 familias. En este punto aparecieron las primeras reacciones indígenas ante lo que sentían como usurpación de sus terrenos de caza. Un grupo de 50 Blandengues al mando del teniente Ignacio Martínez -que marchaba en apoyo de Azara- fue derrotado luego de 5 días de viaje, perdiendo 3 soldados muertos y 15 heridos (entre ellos el propio Martínez) y toda su caballada. Pacheco envió en su apoyo al Capitán Felipe Cardoso, con otros 50 hombres, con la promesa de marchar él mismo contra los indios, ni bien estuviera lista la ubicación de los colonos de Belén.
            A fines de abril comenzaron las operaciones contra los Charrúas; durante las misma Pacheco utilizó traíllas de perros para perseguir y rastrear a los indios. El 29 de abril, sorprendió a una partida de 24 indígenas al mando del cacique Zurdo, mientras arreaban caballos robados. Pacheco atacó con una fuerza de 70 hombres, penetrando el monte donde se refugiaron los indios, que combatieron hasta morir todos, siendo heridos 3 españoles.
            Al día siguente, Pacheco supo por el Alférez José Rondeau (quien tendría una acción muy destacada en las luchas por la independencia) que en Corral de Sopas se hallaban rastros de Charrúas. Aunque inicialmente los indios pudieron escapar, Pacheco terminó por darles alcance y resolvió atacarles frontalmente, dividiendo sus fuerzas en dos; la columna de la izquierda al mando del Capitán Felipe Cardoso, mientras él comandaba la derecha. A las 6 de la mañana del 1 de mayo cargó sobre los Charrúas, quienes habían ocultado a sus familias dentro de un espeso bosque y defendían la entrada en buena formación. Los Blandengues fueron recibidos con una lluvia de flechas y de piedras, e inclusive algunos tiros de fusil, que los obligaron a desmontar para enseguida abrir fuego. Después de unas pocas pérdidas, los indios se retiraron hacia el monte. Luego de aguardar durante dos horas temiendo la llegada de refuerzos charrúas, Pacheco envió a Rondeau con 50 hombres, todos tiradores escogidos, para sacar al enemigo a campo abierto. Al conseguirlo, Pacheco cargó sobre ellos causándoles fuertes bajas: solamente escaparon 7 jóvenes; 2 mujeres y 37 bravos murieron, entre ellos los caciques Blanco y Sara; 3 quedaron prisioneros, junto con 13 mujeres y 11 niños, además de 300 caballos y 27 yeguas.
            Luego de esta victoria, Pacheco se dirigió a Arerunguá, pues esperaba halalr indios hostiles en Paso de Vera. No hallando nadie, volvió a destacar a Rondeau en vanguardia de exploración. La noche del 18 de mayo ya tenía datos que indicaban que a orillas del río Tacuarembó existía una toldería india. Aunque una densa niebla hizo difícil la ubicación, los perros de Pacheco ubicaron bien pronto a los Charrúas. Al llegar el día volvieron a cargar los Blandengues, siendo rechazados en tres oportunidades por la defensa cerrada. Al cuarto asalto, sin embargo, los
Charrúas cedieron y retrocedieron hacia el monte, donde se hallaba el cacique Pitao Chico con el grueso de su gente. Luego de desmontar su tropa y cbrir sus flancos, Pacheco ingresó al monte espeso a combatir: en el terreno cerrado, los indios pelearon individualmente o a pares, pero ninguno quiso rendirse. Todos fueron muertos en el campo y Pacheco escribió más tarde que "eran tantos [los muertos]... que no era posible contarlos".
            Luego de esta acción, Pacheco buscó atraerse a los Minuanes y Charrúas sobrevivientes, libertando a 300 familias de las Misiones de sus ataques y adjudicándoles tierras y ganados, para ver si mejoraba su crítica situación. Pero los pueblos ya estaban arruinados por la codicia española y los ataques Charrúas. Poco tiempo después los pueblos de las Misiones caían en manos del delincuente portugués José Borges do Canto y 40 hombres escasos, prácticamente sin resistencia.
 
            En 1804, el Alférez portugués Francisco Barreto se alió con indígenas salvajes y volvió a atacar la Frontera Norte, formando entre portugueses e indios un cuerpo militar respetable que se internó hasta la Horqueta del río Yarai.
 El ahora Teniente José Rondeau, con dos destacamentos de Blandengues, presentó batalla al portugués y después de un fuerte combate lo desalojó del Yarao.
Los pueblos que olvidan su historia, están condenados a repetirla. - Marco Tulio Cicerón
 
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RE: Guerreros Aborígenes de la Banda Oriental - danny - 02-09-2016, 01:31 AM

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