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Guerreros Aborígenes de la Banda Oriental
#6
V. Los Charrúas
 
            Estos aborígenes eran cazadores y recolectores superiores. A causa de que la fauna autóctona estaba formada por animales de pequeño porte, los grupos Charrúas fueron relativamente pequeños, con pocas familias, y nómades, aunque en ciertas zonas -costas de ríos y arroyos- pudo existir cierta sedentarización, afirma Pi Hugarte.
            Al introducir los españoles los caballos y las vacas en nuestro territorio (1611 y 1617, gracias a Hernandarias) y reproducirse éstos notablemente, los Charrúas se adaptaron a la equitación, amansamiento de animales y el uso del lazo, colaborando con los faeneros en las matanzas masivas de animales.
 
            Los Charrúas se caracterizaban por su desnudez, aunque en épocas muy frías utilizaban un manto formado por pequeñas pieles, denominado "toropí" o "quillapí" (= "mi cuero"), el que vestían con el pelo hacia adentro y era decorado exteriormente con dibujos geométricos de líneas rectas, de color gris u ocre.
            Al producirse intercambios con los españoles, los Charrúas adaptaron chiripás, ponchos, pañuelos, camisetas, etcétera, pero no abandonaron sus quillapís, que brindaban buena protección contra el frío y la lluvia de nuestro territorio. Taparrabos y vinchas de algodón fueron usados en épocas tardías. Al parecer, nunca llevaron calzado, más allá de las botas de potro y eso aún en épocas tardías.
            Los Charrúas llevaban el pelo largo y enmarañado, a veces trenzado, mencionándose en algunos casos tocados de plumas de ñandú. Otro detalle que menciona Pi Hugarte es el uso del "barbote", un palo de 4 o 5 pulgadas (10 a 13cm) de largo y dos líneas de diámetro (unos 4mm) que atravesaba el labio inferior y que se consideraba insignia de condición viril, o de pertenencia la grupo. El barbote fue abandonado, con el tiempo. También usaban tatuajes en el rostro: 3 líneas paralelas azules desde el nacimiento del cabello hasta la punta de la nariz y otras horizontales, de una sien a la otra.
            Las tribus Charrúas constaban raramente de más de unos 100 individuos, sin ninguna estratificación -estructura típica de los nómades. Disponían siempre de caballos -luego de su introducción por los españoles- unos 500 equinos por tribu de 70 u 80 individuos. Amansaban cuidadosamente a sus caballos
 
            En la guerra
 
            Según indica el historiador Bauzá, "su táctica militar correspondía a la sencillez de sus costumbres. A la entrada de la noche, se reunían en consejo para designar los puestos que habían de ser ocupados, y arreglar el servicio de los centinelas. Eran sumamente vigilantes y precavidos, enviando descubridores a largas distancias,  a fin de averiguar la situación del enemigo. Para dirigir sus movimientos en el combate, usaban trompas y bocinas". Pi Hugarte rebate esta afirmación, que se halla en la obra de Centenera, afirmando que es "irreal", aunque menciona que podría usarse de un cuerno de vacuno para estos fines.
            Dice HD: "Los ataques indios o "malones" los efectuaban generalmente en noches de luna llena, levantando una gritería infernal para infundir espanto a sus contrarios. Una vez victoriosos, se retiraban sin aprovechar las ventajas conseguidas"
            El mando de un conjunto de guerreros adquiría sentido solamente durante la guerra, habiendo entonces un jefezuelo (o tupiminí) cada 15 o 20 guerreros, un cacique o "Tubichá" por toldería, al mando de unos 50 hombres y un cacique general cuando se debían unir varios grupos debido a la importancia de una operación. Los jefes podían ser hereditarios o electos, indiferentemente. Entre los Minuanes, los caciques llevaban una especie de corona de cuero recortado, con apliques de cobre; otros hablan de una mitra de piel de onza con cordones y decorados de latón; otros caciques llevaban un cinturón como emblema de rango, con redondeles de cuero como decoración.
            No se sabe si realmente se pintaban para la guerra, pero en algunas ocasiones se pintaban todo el cuerpo y se decoraban con muchas y variadas plumas en la cabeza y en los pretales de sus caballos.
            Al montar a caballo, lo hacían en pelo, usando únicamente un trozo de cuero para sostenerse del animal. Combatían a caballo alineados y cargaban con lanza. Una estratagema que utilizaban consistía en acostarse sobre la montura o estirarse en uno de dus lados, lo que no permitía verlos desde cierta distancia. El enemigo raramente vería a una banda de indios Charrúas o Minuanes; con sus tácticas obtenían ventajas en la caza y en la guerra, sorprendiendo al enemigo y ocultándose de sus disparos.
 
            Las armas Charrúas:
 
            En la época precolombina, sus armas eran arcos y flechas de punta de piedra tallada, que ubicaban en abanico en carcajes chatos de cuero, que portaban a la espalda. También utilizaban azagayas cortas con puntas de piedra tallada, boleadoras de 2 y 3 piedras, hondas, mazas con cabezas de piedra pulida, pero no sobre un asta rígida, sino atadas a guías de cuero (a modo de las mazas de la Edad Media). Los arcos eran simples y cortos, aunque se desconoce -dice Pi Hugarte- si esta longitud no les fue impuesta por el uso del caballo. Los arcos eran de madera. Se conservan hoy en día dos arcos Charrúas: el primero, conservado en el Museo del Indio Americano de Nueva York, mide 1,55m de longitud, con una sección de 2,5cm; el segundo se conserva en el Museo del Indio y del Gaucho (Departamento de Tacuarembó) y mide 1,75m, con un dámetro de 3,5cm. El primero es recto, curvado en sus extremos, con una cuerda de tiento de cuero retorcido.
            Las flechas eran cortas, de tres palmos (unos 63cm) de longitud, con adornos de plumas de ñandú, cuervo, águila o buitre, talladas en palo de sándalo rojo o quebracho rojo, una madera muy dura.
            Otra arma utilizada era la honda, aunque fue poco conocida en las épocas de la Conquista. En épocas tardías, todos los Charrúas llevaban 6 o 7 hondas colgadas al pecho, realizadas en cuero. Consistían en una soga, en cuyo extremo había una pieza de tejido que sujetaba la piedra.
            Las boleadoras eran armas arrojadizas formadas por bolas de piedra pulida atadas en el extremo de guías de cuero trenzado o retorcido. Los ramales medían entre 1,0 y 1,8m. Aunque la mayor parte de las bolas eran esféricas, con un canal tallado para sujetarlas, hubo algunos modelos cilíndricos, ovales,, en forma de pera o apezonados, según para la tarea a que se destinaran. Existieron boleadoras de 2 y 3 piedras. En el caso de ser de dos piedras, éstas eran de igual peso; si eran de 3, la tercera bola era más pequeña y su ramal servía como manija para lanzarlas. El diámetro de las bolas era de unos 7 u 8 cm. Para lanzarlas, se hacáin girar sobre la cabeza y se soltaban en dirección a la presa; inclusive desde un caballo al galope. Las bolas se enredaban en las patas de los animales, haciéndolos caer o se anudaban en su cuello, como era el caso de los avestruces.
            las boleadoras o "bolas" fueron usadas para la guerra por indios y criollos, especialmente durante las persecuciones, para el combate individual, haciéndolas girar cada una con una mano, amagando con una y golpeando con la otra, mientras con los dedos de los pies se sujetaba el tercer ramal, en lo que constituía una verdadera esgrima del arma.
 
            Otra arma arrojadiza fue la "bola perdida", consistente en una sola piedra unida a un ramal de cuero, la cual se hacía girar rápidamente y se liberaba hacia el blanco. Según los testimonios, los indios usaban la bola con asombrosa puntería, aunque Pi Hugarte duda de su precisión y de su posibilidad de recuperación, una vez lanzada. Por ello, las piedras eran menos trabajadas y retobadas (envueltas) en cuero, como era el caso de los patagones. Luego de los primeros encuentros con los españoles, la bola perdida se abandonó como arma, siendo reemplazada por la honda.
            También tras el contacto con otras culturas, los indios adoptaron las puntas metálicas.
            Ya en el S. XVII, los indios utilizaban los elementos de hierro para sus armas, dejando de hacerlas de piedra en el S. XVIII. Las flechas de hierro se reservaban para el combate. Este material provenía de materiales de deshecho -flejes de barril, por ejemplo- desgastado y pulido, o de cuchillos, sables, etcétera, que los indios intercambiaban con los faeneros y con los portugueses
Los indios adoptaron el cuchillo o "facón" -que portaban a la espalda, igual que los gauchos- o bien espada o sable. Poco a poco se fue abandonando el arco. Las lanzas, o "chuzas", irían aumentando de tamaño para adaptarse al uso desde el caballo, alcanzando más de 3m de longitud, el doble de la altura de un hombre, con un palmo o dos (20 a 40cm) de hoja de puñal  o espada. También se usaron como moharras metálicas las hojas de tijera para esquilar y grandes clavos o "alcayatas", muchas veces fijada en medio de una media luna para desjarretar: servían así para herir lateralmente y como gavilanes para detener lanzazos o enganchar el arma adversaria, o evitar que la hoja penetrase demasiado, dificultando su retirada, como ocurría al combatir a  caballo. Las lanzas eran de madera de palo amarillo o del guayabo, árboles de madera dura. Los indios colocaban entre la moharra y la madera un penacho de plumas de avestruz.
            Poco a poco, la lanza pasó a ser el arma principal de los indios que combatían a caballo, llamados "indios de lanza".
            En las épocas finales Charrúas y Minuanes adoptaron también el lazo y las boleadoras retobadas en cuero, a la manera de los gauchos.
Los pueblos que olvidan su historia, están condenados a repetirla. - Marco Tulio Cicerón
 
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RE: Guerreros Aborígenes de la Banda Oriental - danny - 02-09-2016, 12:26 AM

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