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Guerreros Aborígenes de la Banda Oriental
#21
XX. Los Indios en la guerra contra el Brasil

Las Unidades Guaraníes (1825 - 1832)

 
            El 19 de abril de 1825, un grupo de 33 Orientales al mando de Juan Antonio Lavalleja, un antiguo teniente de Artigas, desembarcaba en la Playa de la Agraciada. La consigna era: liberar la Patria del yugo brasileño o morir en la demanda. El 29 de abril se les unía en las cercanías del arroyo Monzón el general Fructuoso Rivera. Durante un duro año combatirían los orientales solos, obteniendo las resonantes victorias de Rincón (24 septiembre) y Sarandí (12 octubre).
 
            En 1826, el cacique charrúa Vaimaca Perú llegaba el primero al campamento de Fructuoso Rivera con 20 guerreros, armados de chuzas, arcos, flechas, boledoras y mazas de guerra.
            Para 1827, cinco caciques con 500 indios se incorporaron al ejército argentino, según indicó Alcide D'Orbigny, aunque siempre manteniendo su perfil independiente, al igual que en el período artiguista. Los indios tenían un acuerdo de palabra con los caudillos y se les utilizaba como baqueanos y bomberos, para hostigar a las partidas portuguesas o para dificultar su aprovisionamiento, tácticas de guerrillas que los indios aplicaban muy bien desde la guerra de Cabarí. También combatieron a modo de caballería ligera.
 
            Cuando el General Fructuoso Rivera se separó del Ejército principal argentino - oriental e invadió las Misiones el 21 de abril de 1828, le siguieron 1000 hombres, entre ellos 200 guerreros Charrúas, entre los que se contaban el lancero Vaimaca Perú y los caciques Polidoro y Juan Carlos. Su suerte si perdían el combate era dura, pues los brasileños mataban en el acto a cualquier indio que atrapasen.
            Recordemos que lasMisiones Orientales fueron conquistadas en 1801 por los portugueses. Entre 1816 y 1820, este territorio fue campo de batalla, primero entre tropas artiguistas y portuguesas y luego entre tropas artiguistas y las fuerzas de Francisco Ramírez. Luego de la derrota y el exilio de Artigas, y previendo la venganza de ramírez, 4.000 guaraníes misioneros cruzaron el río Uruguay hacia la Provincia Oriental y los antiguos Siete Pueblos de las Misiones (en el actual estado de Río Grande), estableciéndose en pequeños grupos de población en las orillas de los ríos Arapey y Queguay, dice el historiador Renzo Pi Hugarte.
            En 20 días, Rivera había conquistado el territorio misionero, lo que casuó verdadero pánico dentro del gobierno brasileño, que temía que la revuelta se extendiese al resto de Río Grande. Pedro I se apresuró entonces a firmar la paz, hecho que a la postre significó la independencia de nuestro país, al precio de devolver las Misiones Orientales, cosa que Rivera aceptó el 18 de noviembre de 1828.
 
            Durante la campaña, Rivera contó con el apoyo incondicional de los guaraníes, que odiaban a los portugueses desde siempre. Por ello, cuando Rivera se retiró hacia nuestro territorio trajo consigo entre 4.000 y 8.000 indios guaraníes, que le siguieron voluntariamente con todas sus pertenencias, formando una extraña procesión con sus imágenes de santos y con sus músicos. Con ellos fundó Rivera en 1829 el pueblo de Santa Rosa del Cuareim, conocido después como Bella Unión. Allí quedaron también 1400 indios Charrúas, al mando del Comandante Bernabé Magariños.
Muchos de los guaraníes que acompañaron a Rivera se unieron luego al Ejército, formando unidades completas, como el 2º Regimiento de Caballería (Lanceros Guaraníes) y el Escuadrón de Artillería, que se hallaba al mando del Coronel Julián Martínez los Tenientes Coroneles José María Pirán y Mariano de Vedia. Durante la Batalla de Cagancha (29 diciembre 1839), la artillería guaraní de Rivera tuvo actuación destacada enfrentando las cargas de la caballería guaycurú de Echagüe.
El Regimiento de Caballería Nº 2 se creó en 1829, aunque se ignora la fecha precisa de su formación, así como de la su disolución. Este Regimiento de lanceros guaraníes pertenecía al Ejército de las Misiones y se hallaba comandado por el Coronel Bernabé Rivera. Sus efectivos, en septiembre de 1829 eran 252.
El Regimiento se hallaba ubicado en Bella Unión (actual departamento de Artigas), siendo trasladado a Durazno en septiembre y en octubre de 1829 a Montevideo. El 14 de diciembre de este año, varios hombres de la 2ª Compañía, 1er Escuadrón, se sublevaron -quejosos al parecer de la forma en que se les pagaba- y atacaron a varios de sus oficiales, asesinando a uno de ellos (el Teniente Cuevas). La sublevación fue detenida por una fuerza del Batallón de Cazadores, siendo capturados y enjuiciados los culpables, los que fueron deportados a Entre Ríos.
    El Regimiento intervino en mayo de 1832 contra el levantamiento de los indígenas en Bella Unión, así como en las acciones contra los charrúas.

 
El deterioro de la situación uruguaya y el mayor desarrollo de Río Grande significó grandes penurias económicas para los Guaraníes, lo que en 1832 causó una rebelión -posiblemente instigada por intereses políticos- al mando del indio Lorenzo. Los rebeldes se armaron y asesinaron a varios habitantes.
El General Rivera  destacó al Coronel Bernabé Rivera, su sobrino, para reprimir el levantamiento. Bernabé atacó a los guaraníes y los derrotó, tomando prisionero a su jefe, el cacique Comandiyú.
Los sobrevivientes fueron llevados al interior del país, dice Pi Hugarte, fundándose en Durazno el pueblo de San Borja del Yí, que poco después dejó de existir. Los Guaraníes misioneros se mezclaron entonces con el resto de la población, transformándose con el pasar de las generaciones en los paisanos de nuestra campaña.
Los pueblos que olvidan su historia, están condenados a repetirla. - Marco Tulio Cicerón
 
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#22
XXI. Rivera y los Charrúas

Salsipuedes y Yacaré Cururú (1831- 1832)

 
            En 1830, el general Fructuoso Rivera fue electo primer Presidente Constitucional del Uruguay.
            Al año siguiente, se produjo el incidente de Salsipuedes, que terminó en el virtual exterminio de la etnia Charrúa. Como se trata de un episodio sumamente discutido y utilizado políticamente por tirios y troyanos, voy a exponer a los Foristas las diversas versiones y documentos de que disponemos al respecto, para que cada uno pueda sacar sus propias conclusiones.
 
(I)        Los Documentos de Rivera
 
(a) Parte de Rivera en el campo de batalla
Recogido por uruguay.indimedia.org
http://uruguay.indymedia.org/news/2003/04/12101.php
 
“ Exmo. Gobierno de la República.
"Cuartel General, Salsipuedes, abril 2 de 1831.

"Después de agotados todos los recursos de prudencia y humanidad; frustrados cuantos medios de templanza, conciliación y dádivas pudieron imaginarse para atraer la obediencia y la vida tranquila y regular a las indómitas tribus de los charrúas, poseedoras desde una edad remota de la más bella porción del territorio de la República; y deseoso, por otra parte, el Presidente General en Jefe, de hacer compatible su existencia con la sujeción en que han debido conservarse para afianzar la obra difícil de la tranquilidad general; no pudo temer jamás que llegase el momento de tocar, de un modo práctico, la ineficacia de estos procederes, neutralizados por el desenfreno y la malicia criminal de estas hordas salvajes y degradadas. En tal estado y siendo ya ridículo y efímero ejercitar por más tiempo la tolerancia y el sufrimiento, cuando por otra parte sus recientes y horribles crímenes exigían un ejemplar y severo castigo, se decidió a poner en ejecución el único medio que ya restaba, de sujetarlos por la fuerza. Más los salvajes, o temerosos o alucinados, empeñaron una resistencia armada que fue preciso combatir del mismo modo para cortar radicalmente las desgracias que con su diario incremento amenazaban las garantías individuales de los habitantes del Estado y el fomento de la industria nacional, constantemente degradada por aquéllos. Fueron en consecuencia atacados y destruidos, quedando en el campo más de 40 cadáveres enemigos, y el resto con 300 y más almas en poder de la división de operaciones. Los muy pocos que han podido evadirse de la misma cuenta, son perseguidos vivamente por diversas partidas que se han despachado en su alcance y es de esperarse que sean destruidos también si no salvan las fronteras del Estado. En esta empresa, como ya tuvo el sentimiento de anunciarlo al Eximo. Gobierno, el cuerpo ha sufrido la enorme y dolorosa perdida del bizarro joven teniente D. Maximiliano Bes, que como un valiente sacrificó sus días a su deber y a su patria; siendo heridos a la vez el distinguido teniente coronel D. Gregorio Salvado y los capitanes D. Gregorio Berdum, D. Francisco Estevan Benítez y seis soldados mas.”
 
 (b) La Refutación de la Nueva Troya
Documento citado por Marcelo Saravia en "La hecatombre de Salsipuedes"
http://lists.econ.utah.edu/pipermail/reconquista-popular/2007-April/048913.html
 
Durante la Guerra Grande, bajo el gobierno del Cerrito presidido por Manuel Oribe, que enfrentaba a las flotas imperiales francesa e inglesa, se publicó en el periódico "El Defensor de la Independencia Americana" una "Refutación de la Nueva Troya", contra el libelo [?] que hacía la apología de la intervención imperial en el Río de la Plata.
En la "Refutación", firmada con el seudónimo "Demófilo", se exponía una de las primeras y más desgarradoras denuncias de la matanza de los charrúas, dando comienzo temprano a una dimensión diferente y poco reconocida del revisionismo histórico rioplatense.
 
Allí se decía lo siguiente: "¿Queréis comprender, lectores, toda la ferocidad de Rivera? Mirad: ved como la columna que hasta entonces se había prolongado a lo largo de la costa, da frente al arroyo y a una señal acordada forma una especie de semicírculo dentro del cual quedan los Charrúas; y como los Escuadrones al toque de carga , con lanza enristrada, se abalanzan súbitamente sobre aquellos infelices indios".
"A un penetrante alarido de tenor producido por la sorpresa, se pone toda la indiada de pie. Ved correr a los valientes Charrúas de una parte a otra, buscando inútilmente una defensa; y en medio de aquel conflicto, de aquella grande desesperación, escuchad los lastimeros y penetrantes gritos de los ancianos y las mujeres, que se confunden con el llanto de los niños. ¡Mirad aquella muchedumbre de infelices indias, como se apoderan instantáneamente de sus tiernos hijos; cómo los estrechan a su corazón y cubriéndolos con su cuerpo, corren con ellos atribuladas de un lado al otro, hasta que se agrupan detrás de sus valientes y queridos compañeros, que, desvalidos, a pie, indefensos, sin más recursos que su valor, oponen entre sus asesinos y sus amadas familias, una muralla de sus pechos, que presentan desnudos a las lanzas homicidas!. El exterminio está decretado".
 
La "Refutación" también menciona la participación de soldados unitarios argentinos en la masacre de los charrúas : "Veíase a Rivera contemplar con la más profunda calma aquél espantoso cuadro, en tanto que un otro genio cruel y traidor, le felicitaba por aquella empresa. ¿Quién podía ser aquél hombre que felicitaba a Rivera a la vista de un espectáculo tan sangriento, tan doloroso? … Ese hombre era Juan Lavalle. El torpe y feroz asesino de Dorrego."
 
©  Carta de Rivera a la prensa brasileña que le increpaba por la muerte de los Charrúas
Citada por Luis Vignolo; Salsipuedes: el exterminio de los charrúas por Rivera en 1831; 11 abril 2007;
http://lists.econ.utah.edu/pipermail/reconquista-popular/2007-April/048820.html
 
Durante su estadía en Brasil, Rivera es increpado por la prensa por la masacre de charrúas, y contesta mediante una publicación en "El Iris" fechada en Río de Janeiro el 30 de octubre de 1848.
Dice: "… Se a min coube a fortuna e glória de acabar com uma horda de selvagens nomados e ferozes, abrigada nas escabrosidades do paiz, fiz o que outros nao puderam alcanzar antes de mim, e cumpri as ordens do
gobernó, com grande satisfacçao das populaçoes, que por tantos annos foram victimas de correrias, roubos e mortes d´ aquelles bandidos.
    Limitarme-hei porêm aos factos inventados.
    E´falso que houvesse necessidade de atraiçoar os selvagens para os-destruir: nem estes selvagens foram nunca alliados do gobernó oriental, nem os orientaes, com quem eu tive a fortuna e honra de combater para cima de 35 annos, em mais de cem batallas, podian tener taes homens, desde que por utilidade geral, se-decretava o seu exterminio… " (Textual)
 
Traducción: "Si a mí me cupo la fortuna y la gloria de acabar con una horda de salvajes nómades y feroces, protegida en las escabrosidades del país, hice lo que otros no pudieron alcanzar antes de mí, y cumplí las órdenes del gobierno, con gran satisfacción de las poblaciones, que por tantos años fueron víctimas de correrías, robos y muertes de aquellos bandidos.
"Me limitaré por tanto a los hechos inventados.
"Es falso que tuviese necesidad de traicionar a los salvajes para destruirlos: ni estos salvajes fueron nunca aliados del gobierno oriental, ni los orientales, con quienes yo tuve la fortuna y honor de combatir por más de 35 años, en más de cien batallas, podían tener a tales hombre, debido a que por utilidad general, se decretaba su exterminio..."
 
(II)      La Versión "clásica" de HD
 
            En los montes del Cuareim, entretanto, aún quedaban  unos 600 Charrúas, los cuales aún vivían de la rapiña a los estancieros orientales, ya que nunca habían abandonado su modo de vida neolítico, ni se habían adaptado a las  épocas que vivía el flamante país. Los estancieros elevaron sus quejas al Presidente, que decidió acabar con "aquellas hordas salvajes" (1), dice HD. Para ello, él mismo salió a campaña en 1831, con una fuerza de 1000 hombres, siendo el General Julián Laguna su jefe de Estado Mayor. Según HD, que recoge testimonios de los historiadores de la época, Rivera alcanzó "a los indios en las puntas del Queguay, les mató 40 guerreros y les tomó 300 prisioneros, huyendo al norte los que pudieron escapar de la matanza. Este triunfo, empero, nos costó la vida de unos diez hombres, entre otros del bizarro joven D. Maximiliano Obes" (2).
 
            Unos días después de la derrota de los guaraníes de Comandiyú, en 1832, Bernabé Rivera se enteró de que en los montes del Cuareim merodeaba una partida de 25 indios Charrúas, huídos del golpe del año anterior. Inmediatamente marchó sobre ellos con 32 hombres, y el día 15 de junio los sorprendió y derrotó en Yacaré Cururú. Durante la persecución de los sobrevivientes, dos de los indios -con sus caballos agotados- desensillaron para pelear y el resto de los Charrúas, envalentonados al descubrir que eran pocos hombres quienes les perseguían (la tropa de Rivera se había dispersado) caragron y mataron al Comandante Bazán y al Teniente Viera. Ante el imprevisto ataque, el resto de la tropa del Coronel Rivera huyó sin abrir fuego. El caballo de Bernabé rodó y antes de poder montar un reemplazo que le acercaba un sargento, los Charrúas cayeron sobre él gritando: "¡Bernabé, Bernabé!", matándolo a golpes de boleadora y lanzazos. Luego, le cortaron la nariz y le sacaron las venas del brazo derecho para envolverlas en el asta de la lanza del primer indios bravo que le hirió, un tal cabo Joaquín. De allí, lo arrastraron largo trecho y lo tiraron de cabeza en un pozo con agua, según la versión del hecho que dio el Coronel Manuel Lavalleja, que es citada por el historiador Dr. José Salgado (Historia de la República Oriental del Uruguay; 1906) y citada por HD.
 
Citas:
 
(1) HD; Ensayo de Historia Patria; Barreiro y Ramos; 1923; pág. 534.
 
(2) Idem
Los pueblos que olvidan su historia, están condenados a repetirla. - Marco Tulio Cicerón
 
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#23
(III) Versión de Eduardo Acevedo Díaz del Combate de Salsipuedes.
Recogida por uruguay.indimedia.org
http://uruguay.indymedia.org/news/2003/04/12101.php
 
Eduardo Acevedo Díaz da una versión diferente del combate. Para ello, utilizó apuntes inéditos de su abuelo, el brigadier general Antonio Díaz.

Debo hacer tres comentarios a este respecto:

(1) El Brigadier Antonio Díaz combatió desde la Invasiones Inglesas en 1806 (donde fue herido) hasta la batalla de Ituzaingó en 1828. Luego de esto solicitó la baja y se radicó en Montevideo, donde editó el periódico "El Universal". Por tanto, ni acompañó a Rivera a Salsipuedes, ni mucho menos pudo haber sido testigo de los hechos que cuenta. Sí era un periodista y pudo haber recogido testimonios posteriores, pero nada más.
 Gracias a su trabajo en el periódico, Antonio Díaz entabló amistad con Manuel Oribe y cuando éste fue electo Presidente ocupó interinamente las carteras de Hacienda y Guerra. Cuando Rivera se rebeló contra Oribe y le forzó a renunciar en 1838, Díaz marchó con Oribe al exilio y fue uno de sus oficiales en la Guerra Grande, con el grado de Coronel. Durante el Sitio Grande (1843 - 1851) permaneció en El Cerrito como Ministro de Hacienda y de Guerra. En este lugar, pues, puede haber sido testigo de la Refutación de "Demófilo" y uno sospecha si no habrá sido él mismo quien la escribió, dada su condición de periodista y amigo personal del jefe del campo sitiador. Si así fue, quedan serias dudas acerca de la objetividad política de su resumen.

(2)  El relato de Acevedo Díaz, tomado de "La boca del tigre" (1890) aunque se basa en las memorias de su abuelo, el Brigadier Díaz, no es histórico; es un cuento corto. Creo que esto significa que desde el punto de vista histórico, tiene tanta validez científica como "El combate de la tapera".
            Un sitio de internet dedicado a Eduardo Acevedo lo clasifica claramente: "Cuentos de asunto histórico. "La cueva del tigre" (La Alborada, V, Nº 164, 5/V/1901; se trata de una versión ficcional de la crónica "La boca del tigre", publicada en La Época en 1890)" (1)
            Sin embargo, este relato -pese a ser ficticio- es recogido palabra por palabra, como veremos, por el novelista Tomás de Mattos ("¡Bernabé, Bernabé!"), y Renzo Pi Hugarte. Esto no deja de sorprenderme y yo me afilio aquí a la afirmación de Jorge Luis Borges: "Que la historia hubiera copiado a la historia ya era lo suficientemente pasmoso; que la historia copie a la literatura es inconcebible..." (2)
 
            (3) Es cierto que el historiador Acosta y Lara recoge en su obra "La Guerra de los Charrúas"  "la traición de Rivera a los charrúas, su trampa en el Salsipuedes [que], no pasó inadvertida para los gobernantes de la región" -dice Gonzalo Abella (3) - "Las autoridades de Entre Ríos y Río Grande do Sul siguieron muy de cerca el operativo.
"Aún más: Acosta y Lara reconoce la participación del genocida argentino Lavalle y del "comando fantasma" del brasileño Rodríguez Barboza en la masacre de Salsipuedes".
            Notemos aquí: Abella menciona a Lavalle, que casualmente aparece en la "Refutación de la Nueva Troya", posiblemente escrito por el brigadier Díaz.    
 
            Pero pasemos al famoso relato de Eduardo Acevedo.
 
“...pero, el presidente Rivera llamaba en voz alta de “amigo” a [el cacique charrúa] Venado y reía con él marchando un poco lejos; y el coronel [Bernabé Rivera], que nunca les había mentido, brindaba a Polidoro con un chifle de aguardiente en prueba de cordial compañerismo.
"En presencia de tales agasajos, la hueste avanzó hasta el lugar señalado, y a un ademán del cacique todos los mocetones echaron pie a tierra.
"Apenas el general Rivera, cuya astucia se igualaba a su serenidad y flema, hubo observado el movimiento, dirigióse a Venado, diciéndole con calma: “Empréstame tu cuchillo para picar tabaco”.  El cacique desnudó el que llevaba a la cintura y se lo dio en silencio. Al cogerlo, Rivera sacó una pistola e hizo fuego sobre Venado. Era la señal de la matanza.
"El cacique, que advirtió con tiempo la acción, tendióse sobre el cuello de su caballo dando un grito. La bala se perdió en el espacio. Venado partió a escape hacia los suyos.
"Entonces la horda se arremolinó y cada charrúa corrió a tomar un caballo. Pocos sin embargo lo consiguieron, en medio del espantoso tumulto que se produjo instantáneamente. El escuadrón desarmado de [el cacique] Luna, se lanzó veloz sobre las lanzas y algunas tercerolas de los indios, apoderándose de su mayor parte y arrojando al suelo bajo el tropel varios hombres.
"El segundo regimiento buscó su alineación a retaguardia en batalla con el coronel Rivera (Bernabé) a su frente; y los demás escuadrones, formando una grande herradura, estrecharon el círculo y picaron espuelas al grito de “carguen”.
"Bajo aquella avalancha de aceros y aún de balas, la horda se revolvió desesperada, cayendo uno tras otro sus mocetones más escogidos.
"El archicacique Venado, herido por muchas lanzas, fue derribado en el centro de la feroz refriega. Polidoro sufrió la misma suerte. Otros quedaron boca abajo, con el rejón clavado en los pulmones. En algunos cuellos bronceados y macizos se ensañó el filo de las dagas, pues no había sido en vano el toque sin cuartel; y al golpe repetido de los sables sobre el duro cráneo indígena, puede decirse que voló envuelta en sangre la pluma de ñandú, símbolo de la libertad salvaje.
"No fueron pocos los que se defendieron, arrebatando las armas a las propias manos de sus victimarios.
El teniente Máximo Obes y ocho o diez soldados pagaron con sus vidas en ese sitio la inhumana resolución del general Rivera.

"El cacique [Vaimaca] Pirú al romper herido el círculo de hierros, le gritó al pasar: “Mirá Frutos tus soldados, matando amigos”.
"Algunos charrúas consiguieron romper el cerco y escapar. Se volverían a cruzar con los hombres de Rivera".
 
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Citas:
 
(1) Crónica de una pasión uruguaya; Espacio Latino;
http://letras-uruguay.espaciolatino.com/acevedo_diaz/pasion_uruguaya.htm
 
(2) Jorge Luis Borges;  "Tema del Traidor y del Héroe". Citado en "Fútil resplandor de una mente trastocada";
http://futilresplandor.blogspot.com/2006/04/tres-versiones-sobre-borges.html
 
(3) Gonzalo Abella; "Pueblos originarios, la primera fuente del artiguismo; Artigas, el resplandor desconocido" (ensayo histórico).
http://www.antorchacultural.com/articulos/historia/pueblosoriginariosuruguay.doc.
Los pueblos que olvidan su historia, están condenados a repetirla. - Marco Tulio Cicerón
 
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#24
(IV)     La Versión del antropólogo Daniel Vidart
 
Daniel Vidart; El Mundo de los Charrúas
Citado en Multimedia uruguay; Portal Cultural.
http://www.muldia.com/Historia/charruas/salsipuedes.htm
 
"El estado de la campaña en 1830
 
"Cuando nuestro país asoma a la independencia política y se constituye como Estado en los establecimientos ganaderos situados al norte del río Negro reinaba una situación caótica. Cuereadores clandestinos, cuatreros y melenudos forajidos sin otra ley que la de sus cuchillos, no le iban en zaga a los charrúas, quienes, en constantes correrías tras los ganados "ajenos", que ellos suponían propios, sobresaltaban con sus galopes, robos y golpes de mano a los estancieros y sus peonadas.
"Rondeau y Lucas Obes advierten en enero de 1830 que debe ponerse coto a "los perversos que hacen la guerra constantemente a los ganados", cuyas fecharías provocan "el clamor penetrante de aquella parte del vecindario que tanto ha merecido de la Patria por sus esfuerzos en la lucha contra el Brasil". En consecuencia. el gobierno debe asegurar "a cada ciudadano la más tranquila fruición de sus propiedades", lo que requiere, de antemano, acabar "con las gavillas" que las devastan. Del mismo modo se propone saber "cuál es la situación de los salvajes llamados charrúas" y averiguar si "es cierto que en sus tolderías se hallan un número considerable de vagos y desertores". Esta providencia señalaba al General Rivera como el encargado de llevar a cabo estas tareas previas a un arreglo general de los campos, a los efectos de su pacificación definitiva.
"Al igual que Rondeau y Lucas Obes, un mes después, en febrero de 1830 Juan Antonio Lavalleja comunica al Comandante General de armas, Brigadier GeneralFructuoso Rivera que, con relación a los excesos cometidos por los Charrúas", hay que proceder con mano de hierro.
"Y de inmediato recomienda "altamente al Señor General la más pronta diligencia en la conclusión de este asunto, en el que tanto se interesa el bien general de los habitantes de la Campaña". El tono de esta comunicación no da lugar a dudas: el tiempo de los charrúas toca a su fin. Las figuras prominentes de los gobiernos que se sucederán de aquí en adelante serán solidarias en cuanto a las responsabilidades generadas por el exterminio de aquellos soliviantados indígenas.
"Las razones del indio y las del pobre suenan -la historia lo demuestra- como campanas de palo. Si bien los ganados que poblaban las enormes estancias, que durante el coloniaje se llamaban "los inconmensurables", alcanzaban para el abastecimiento de todos, aunque la lucha contra el Brasil los había raleado intensamente, dicho argumento no tenía validez jurídica. El derecho de los propietarios de la tierra y sus escasos servidores primaba sobre las necesidades de alimentación y supervivencia de los antiguos dueños del país, condenados al exilio en su propio reino. Esa era la ley impuesta por el hombre blanco y se haría respetar a sangre y fuego, como efectivamente sucedió. Suponer otras conductas es totalmente irreal: la razón de Estado, antes y después de Maquiavelo ha sido inflexible, no importa si justa o injusta.
"La fuente del derecho es el poder, y eso lo supieron juristas como Kelsen o políticos como Napoleón, Lenin o De Gaulle.
 
Los gauchos
 
"Cuando Rivera asume en 1830 la presidencia de nuestro país las estancias cimarronas estaban en crisis. Ladrones de cuero y ganado de todos los pelos se habían adueñado del país interior…
"Rivera, ya Presidente, abandona Montevideo, delega el poder, y parte tras los bandoleros y los indios. A los primeros, los "gauchos", como se dice en los partes de guerra del propio Garzón, se les redujo, se les quitó los productos de las proficuas cuereadas, se les metió en el cepo y en el calabozo, pero la sangre no llegó al río. A los charrúas, en cambio, se les condenó a la muerte física y a la muerte cultural, más terrible aun que aquella.
 
Salsipuedes
 
"Rivera, su sobrino Bernabé, el general Laguna y otros jefes se mueven con sigilo. No es posible luchar frontalmente contra los quinientos charrúas que se diseminaban aun al norte del río Negro. Todavía son temibles enemigos los remanentes de una etnia ayer soberbia y por ese entonces acosada, degradada y debilitada por el contacto con los vicios y enfermedades del hombre blanco, aunque dueña del espacio de los galopes y la estrategia de la supervivencia en un medio cada vez más hostil. Rivera se desplaza como un zorro cauteloso, al par que utiliza un doble discurso, como ahora se dice. Hay que prometerles a los indios el retorno al Paraíso Perdido del área riograndense. Luego es menester reunirlos sin que sospechen las intenciones de los promeseros y a continuación distraerles, ernborracharlos y, mediante un ataque fulminante, acabar con los caciques y los guerreros jóvenes.
"Sobre la acción de Salsipuedes, acaecida en las puntasdel Queguay el 11 de abril de 1831, no existen casi detalles. El diario El Universal [de Antonio Díaz], publicado en Montevideo, dice brevemente en su edición del 15 de abril: "Estamos informados de que en el día 10 del corriente ha habido una acción en Salsipuedes, entre los Charrúas y la división del inmediato mando de S.E. el Señor Presidente en campaña, en la cual han sido aquellos completamente destruidos" (1). En realidad, no fueron completamente destruidos. Algunos caciques, desconfiados, no acudieron a la cita. Otros indios, muy pocos, pudieron escapar. Los muertos no fueron los cuarenta que consigna el parte de Rivera ni los miles que los charruístas endilgan a las malas artes del General. Como antes dije, por ese entonces los charrúas eran alrededor de medio millar. Luego de la acción, breve y mortífera, los viejos, niños, mujeres y algunos combatientes fueron tomados prisioneros y conducidos a la capital. Su destino fue sellado por un etnocidio llevado a cabo con habilidosos procederes, que algunos califican como satánicos y otros como humanitarios.
            "La salida del cuerpo expedicionario a cargo del General Rivera cumplió a cabalidad con sus dos objetivos: terminar con las fecharías de los cuatreros y acabar con los charrúas.
"Luego del combate, si así se le puede llamar, se difunde un cuidadoso y hasta elegante parte de guerra, fruto de los buenos oficios de un secretario letrado, cuyo contenido no tiene desperdicio alguno, tanto en lo que trasluce su meditada y elusiva sintaxis como en lo que callan sus calculados silencios".
 
Citas:
 
(1) El Brigadier Díaz, pues, se hallaba en Montevideo, como lo demuestra este artículo que cita Daniel Vidart. Mal pudo enterarse de los sucesos, como no fuera a posteriori.
Los pueblos que olvidan su historia, están condenados a repetirla. - Marco Tulio Cicerón
 
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#25
(V)       La Versión de Renzo Pi Hugarte
 
            La versión de Pi Hugarte es también muy poco gloriosa para Fructuoso Rivera. Según él, los Charrúas "depositaban en él una confianza total" (1). Pese a esto, Rivera habría actuado de manera tal que su proceder "constituyó, sin atenuantes, una verdadera operación de genocidio, organizada con todo cuidado ... y ejecutada con enorme eficiencia y total indiferencia por las vidas o el sufrimiento de los indígenas" (2).
            Rivera habría tendido una trampa para atraer a los indios a terreno conveniente para atacarlos por sorpresa, dice el antropólogo. Para ello les propondría una supuesta incursión al Brasil para traer ganado desde allí. en este sentido, dio a entender al General Julián Laguna que era:
 
            "... de la mayor importancia que el Sr. Gral. emplee todo su tino y destreza para hacer entender a los caciques que el Ejército necesita de ellos para ir a guardar las fronteras del Estado y que el punto de reunión será en las puntas del Queguay Grande, para cuyo fin se dirigen cartas a los caciques Rondeau y Juan Pedro... Si ellos no cumpliesen lo prevenido en las citadas notas particulares, es preciso no alarmarse por esto, disimularle y conservarles siempre en su inmediación y si posible fuese, reunido a ellos. Si se moviesen para el centro de la campaña es preciso seguirlos con cualquier pretexto para ver si se consigue que el todo o parte del Ejército se incorpore a la fuerza a las órdenes del Sr. Gral [quien] conocerá que en todas las medidas preventivas es importante la mayor prudencia para no aventurar una empresa que, realizada, traerá bienes muy efectivos al país, consolidando el crédito y reputación militar de los Jefes que la han presidido..." (3)
 
            En otra carta  a Laguna, Rivera le ordenó marchar:
 
            "... hacia las tolderías de los indios todos, a quienes prevendrá del próximo arribo del Gral en Jefe [él mismo] a dicho paraje, procurando observar en este movimiento todas las disposiciones de precaución y armonía que se le indicaron en las notas anteriores, infundiendo la mayor confianza a aquéllos y asegurándoles la buena disposición y amistad del Presidente hacia ellos. Y en suma, todo cuanto considere el Sr. Gral. que pueda contribuir al logro de la empresa que tanto promete a la prosperidad de la nación" (4)
 
            Dice Pi Hugarte que Rivera se reunió con los caciques Charrúas en potrero de Salsipuedes, pero que "puede describirse esa operación como un cerco de los indígenas por las tropas, que se apoderaron de sus armas y caballos antes de atacarlos" (5)
            Alrededor de los indígenas se habría tendido un cerco de 1200 soldados de tropa regular y a una señal dada, cuando los indios se hallaban ebrios y somnolientos "... poco a poco y bajo la protección de la oscuridad de la noche las tropas de Rivera los fueron rodeando y con sus sables y bayonetas comenzaron a sorprenderlos y atacarlos en su campamento y allí mataron tanto a hombres como a mujeres y niños sin consideración ni piedad" (6).
 
            A continuación Pi Hugarte cita el relato "clásico de la celada montada", obra de Eduardo Acevedo Díaz,  que se puede encontar más arriba, anotando que éste los obtuvo de los apuntes inéditos de su abuelo "quien tuvo la oportunidad de recogerlos en fuente oficial, a más de numerosos testimonios fehacientes, incluidos los de charrúas viejos actores o espectadores del sangriento drama" (7).
            40 indios murieron y 300 quedaron prisioneros. Los heridos, las mujeres y los niños fueron llevados a Montevideo "tras un agotadora marcha a pie de casi 300 kilómetros, donde fueron entregados en calidad de criados a diversas familias consideradas de pro, pero cuya fortuna no había sido suficiente para que se proveyeran de esclavos africanos con anterioridad. Adelantando el reparto, fueron dados a vecinos de Durazno, algunos "charruítas", a los que se bautizó asignándoles nombres y apellidos hispánicos" (8). Otros fueron entregados a François de Curel para exhibirlos en Francia por dinero, "como remanentes de una exótica y extinguida humanidad; allá fallecieron miserablemente" (9).
            Es decir, redondeando el relato, los Charrúas fueron traicionados, exterminados y esclavizados, manejándose "argumentos tipo racista" (10).
 
            Pi Hugarte cierra su relato afirmando sombríamente: "La opinión pública del Uruguay de entonces no reprobó el exterminio de los charrúas; si acaso no compartió la táctica engañosa utilizada para atraerlos a la emboscada fatal, pero aún esto en tiempos posteriores... no se levantó en su momento una sola voz condenatoria del genocidio. la guerra contra los charrúas había sido muy larga y muy cruel, y aquellos cazadores recolectores no se adaptaban a las transformaciones modernizantes del campo ni estaban dispuestos a sedentarizarse" (11).
           
Citas:
 
(1) Renzo Pi Hugarte; Los Indios del Uruguay; Ediciones de la Banda Oriental; Montevideo; 2007; pág. 142
 
(2) Idem.
 
(3) Idem. Pi Hugarte cita aquí un documento mencionado por Eduardo Acosta y Lara en "La Guerra de los Charrúas en la Banda Oriental";  Impresores Monteverde y Cía; Montevideo; 1969.
 
(4) Idem.
 
(5) Idem, pág. 144.
 
(6) Idem. Pi Hugarte cita aquí el testimonio de un marino sueco, de apellido Oxehufvud, el cual "seguramnte [también se hacía] eco de opiniones habituales entonces", dice.
 
(7) Idem. Las palabras son del propio Eduardo Acevedo en 1911.
 
(8) Idem. Aquí Pi Hugarte cita palabras de Oscar Padrón Favre; "Entrega de niños charrúas en el Durazno"; revista Antropológica Nº 3; Montevideo; 1986.
 
(9) Idem; pág. 147.
 
(10) Idem; pág. 145. Pi Hugarte encuentra este racismo en el parte de Rivera desde su Cuartel general el 12 de abril de 1831.
 
(11) Idem; pág. 147 y 148.
Los pueblos que olvidan su historia, están condenados a repetirla. - Marco Tulio Cicerón
 
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#26
(VI)     Una opinión personal
 
            Quiero expresar aquí una opinión personal: a mí en particular, los textos de Eduardo Acosta y Lara no me acaban de convencer como prueba de la pretendida culpabilidad y alevosía de Rivera.
            Los repito para una mejor comprensión:
 
(I)        A Julián Laguna; 10 marzo 1831:
            " [Es] de la mayor importancia que el Sr. Gral. emplee todo su tino y destreza para hacer entender a los caciques que el Ejército necesita de ellos para ir a guardar las fronteras del Estado y que el punto de reunión será en las puntas del Queguay Grande, para cuyo fin se dirigen cartas a los caciques Rondeau y Juan Pedro... Si ellos no cumpliesen lo prevenido en las citadas notas particulares, es preciso no alarmarse por esto, disimularle y conservarles siempre en su inmediación y si posible fuese, reunido a ellos. Si se moviesen para el centro de la campaña es preciso seguirlos con cualquier pretexto para ver si se consigue que el todo o parte del Ejército se incorpore a la fuerza a las órdenes del Sr. Gral [quien] conocerá que en todas las medidas preventivas es importante la mayor prudencia para no aventurar una empresa que, realizada, traerá bienes muy efectivos al país, consolidando el crédito y reputación militar de los Jefes que la han presidido..."
 
(I) A Julián Laguna; 26 marzo 1831
            "[Marche] hacia las tolderías de los indios todos, a quienes prevendrá del próximo arribo del Gral en Jefe [él mismo] a dicho paraje, procurando observar en este movimiento todas las disposiciones de precaución y armonía que se le indicaron en las notas anteriores, infundiendo la mayor confianza a aquéllos y asegurándoles la buena disposición y amistad del Presidente hacia ellos. Y en suma, todo cuanto considere el Sr. Gral. que pueda contribuir al logro de la empresa que tanto promete a la prosperidad de la nación"
 
Quizás yo no lo esté comprendiendo bien (y en tal caso quisiera que se me corrija), pero en mi opinión  Rivera nunca dice que la finalidad de estas maniobras sea el exterminio de los Charrúas. Es más: ¿es dicho texto incompatible con el comienzo del parte de Rivera del 12 de abril de 1831:  "Después de agotados todos los recursos de prudencia y humanidad; frustrados cuantos medios de templanza, conciliación y dádivas pudieron imaginarse para atraer la obediencia y la vida tranquila y regular a las indómitas tribus de los charrúas..." etcétera ?
 
Si algo nos enseña la historia, es que Juan Ventura Ifrán también fracasó al intentar atraerse a los Charrúas en abril de 1800 y que luego se debió recurrir a una campaña militar para reducirlos. ¿No podría ser que en esta reunión Fructuoso Rivera intentara llevar a la obediencia a los indios, merced a la confianza de que gozaba entre ellos, pero que pese a todo terminase fracasando en sus tentativas y,  ya harto de charrúas, terminase por acabar con ellos?
 
Admitamos que Rivera era un hombre sin grandes miras intelectuales aunque, a diferencia de muchos caudillos de la época, era sumamente inteligente.
Es prueba de ello la actitud conciliatoria de Rivera con los españoles de la recién caída Montevideo, cuando se debió hacer cargo de los desmanes de las tropas de Otorgués. recomendaba Rivera a Julián Muniz en septiembre de 1816: "le encargo muy particularmente el tener orden, la mejor armonía con los comapñeros, que la tropa toda en general respete el derecho del vecino. El que cometa cualquier atrocidad, darle el castigo, y si es de mayor consideración, mándelo a mi presencia. Lo mismo le digo a ud, si algún vecino de esos destinos quisiese andarnos maliando, darle duro, aquí remítalo que lo fusilo al golpe" (1)
También el padre Dámaso Antonio Larrañaga tuvo muy buen concepto de su inteligencia: "Rivera inspira confianza, es jefe de orden; oye" (2)

Sin duda, era Rivera un caudillo paternalista al que no le gustaba que lo contradijeran. Pero en ningún momento se desprende de su biografía que mostrase crueldad o que fuese sanguinario. Sanguinario era Urquiza, por ejemplo, que luego de su victoria en India Muerta (1845) mandó degollar a 600 prisioneros orientales al son de música marcial (!) Cruel era Rosas, que imponía su puño férreo mediante los Mazorqueros, un grupo que hoy tildaríamos como asesinos o, cuando menos, "patovicas".
 
A causa de su propio paternalismo, Rivera es un hombre generoso, pues en esa misma generosidad y humanidad se hallaban las raíces de su poder. Dice Martha Canessa:
"la generosidad a que hiciéramos mención anteriormente, fue uno de los rasgos más sobresalientes de su capacidad para el desprendimiento de los bienes materiales y para el amparo de los abandonados. Los numerosos huérfanos que cobija junto a Bernardina [su esposa] (20 llega a albergar en la estancia del Arroyo de la Virgen en 1826); los campos que compra para José Augusto o para otros tan fieles y consecuentes como él, porque es preciso irles formando una fortuna, o porque es su deber restituírselos ya que los vendió como propios en los azares de las guerras, constituyen un centro permanente de sus preocupaciones. Las deudas que contrae ponen en peligro y terminan con su fortuna porque no administra, porque juega, porque da, porque todo lo ofrece al servicio de la causa.
"Esa generosidad se motiva en su humanidad, una humanidad que el áspero medio no proveía. No fue un caudillo sanguinario y la mezcla que poseía de comprensión y olfato socio-político, lo convirtieron en un puntal progresistas dentro de las limitadas perspectivas del momento. Fundó pueblos, acomodó familias e impulsó la obra del gobierno; atendió a las penurias socio-económicas y procuró hacer vivir las disposiciones sobre tierras que se sancionaron durante su primer mandato presidencial. De esas urgencias nacen también sus avanzadas contra los charrúas y los vagos, que hoy se envuelven en una leyenda negra, pero a las que, si les quitamos los matices irracionales y anacrónicos con que se les inviste, les encontramos explicación altamente plausible.
"La generosidad es, en un mundo desamparado, un valor supremo; pero ser rico y generoso no basta. Al respecto dice de Fructuoso Rivera José Enrique Rodó, en "El mirador de próspero": "De todos los caudillos del Río de la Plata, contando lo mismo los que le precedieron que los que vinieron después de él, Rivera fue el más humano; quizás en gran parte porque fue el más inteligente..." (3)      
 
¿Y entonces? ¿Cómo un hombre tan inteligente y humano realiza una trapisonda, traiciona a sus antiguos soldados y los extermina?

Aquí cabe preguntarse: por más habitantes aborígenes del Uruguay que fuesen los Charrúas: ¿podría haber en el país un grupo de personas que cumpliera las leyes y otro grupo que no, pese a que quisieran mantenerse viviendo en su cultura neolítica? Quizás estoy siendo un poco duro, pero en todos los países del mundo los indios cumplen las leyes del país, a pesar de poseer reservaciones o vivir en territorios especiales.

Leamos qué hacían en 1831 los Charrúas:
"La primera salida a la campaña -que va de enero a junio- la tiene que hacer [Fructuoso Rivera] antes de que pasen los dos meses iniciales de su mandato. Debe combatir las hordas de charrúas que en el norte del país -según reza el mensaje del Ministro Dr. José Ellauri- reunidos en más de 600 hombres "habían arrebatado tropas de mil y mil quinientas cabezas, a pesar de las medidas represivas tomadas por los dañados en defensa de sus intereses".  la  corresponencia de Don Frutos con [Julián] de Gregorio Espinosa de febrero 4 de 1831 nos dice mucho más que este mensaje, pues exterioriza que esos indios y gauchos, culpables de destrozos, violaciones, incendios y robos, son estimulados en sus fechorías por los extranjeros, especialmente los franceses que les compran los cueros. Han sido tales, la matanza y las pérdidas, que es realmente un verdadero desastre para la economía del país" (4)

Pero lean ahora esto:
"El 28 de marzo [de 1831; dos semanas antes de la acción de Salsipuedes y 18 días después  de la primera carta a Laguna], a pesar de que "los indios están como avispas", guarda aún esperanzas de que pueda  llegarse a una solución por la vía pacífica y exclama al amigo [de Gregorio Espinosa, un amigo personal de Rivera]: "¡ah! que glorioso Será Si se consigue que esta tierra tan privilegiada no se manchase con sangre humana[;] si sucediese así es preciso que no te vayas[;] quiero entonces tener el placer de irte a abrazar..." (5)

¿Y el resultado?
"La posible paz de la campaña, consecuencia del sojuzgamiento de los indios y la desaparición de sus devastadoras correrías, abrió a Don Frutos esperanzas de "poblar ventajosamente esa parte de nuestra Campaña que estaba tanto tiempo desierta. Por eso inició -en 1832- proyectos poblacionales" (6)
 
¡Epa! ¿Entre los dos supuestos documentos de exterminio Rivera habla de "tener esperanzas" de una solución pacífica? ¿Tiene sentido que el caudillor mienta en una carta privada cuando públicamente ordena exterminio? Este documento cambió totalmente mi punto de vista acerca de la cuestión charrúa. ¿Por qué este documento que vuelve incongruentes los textos citados por Acosta y Lara no es citado por ningún historiador?

 Hoy día, que está tan de moda la "historia sociológica" y el tener en cuenta que cada personaje es fruto de su época, ¿no se está pretendiendo medir a Rivera con varas modernas y -posiblemente- politiqueras, puesto que es el fundador histórico de uno de los Partidos Tradicionales? ¿Esto mismo no ha pasado con la Hecatombe de Quinteros y los Mártires de Paysandú, que tantos odios han desatado (y siguen desatando) entre nacionalistas y colorados? Yo, que no pertenezco al Partido Colorado, simplemente trato de juzgar a Fructuoso Rivera lo más objetivamente posible. La muerte de los Charrúas ocurrió, eso es innegable; pero de ahí a que haya sido efectuada con la premeditación y alevosía envuelta en una trama romántica que se sugiere, es una afirmación que no me atrevo a constatar.

Porque entonces me surge esta duda, contínua, molesta y sistemática: ¿la historia es cuestión de elegir los documentos que mejor se presten a los prejuicios de los historiadores, para luego manipularlos hábil y  conscientemente de forma que justifiquen  sus teoría preferidas?
 
Esta cuestión encuentra su total actualidad en la denuncia por apología de genocidio (7) que el investigador José Eduardo Picerno realizó contra Martha Canessa y su esposo, el ex presidente de la República Julio María Sanguinetti, por defender la figura de Fructuoso Rivera.
 
Citas:
 
(1) Martha Canessa de Sanguinetti; "Rivera, un oriental liso y llano"; Ediciones de la Banda Oriental; Montevideo; 1976; pág. 29.
 
(2) Idem; pág. 28.
 
(3) Idem; pág. 100 y 101.
 
(4) Idem; pág. 56.
 
(5) Idem.
 
(6) Idem; pág. 57.
 
(7) Ver los artículos:
 
Acusan a Sanguinetti y Martha Canessa... ; La República; Nº 2081; 24 enero 2006.
http://www.larepublica.com.uy/larepublica/2006/01/24/politica/200829/acusan-a-sanguinetti-y-martha-canessa-por-apologia-del-genocidio-de-charruas/
 
Sanguinetti realiza precisiones; La república; Nº 2361; 4 noviembre 2006
http://www.larepublica.com.uy/comunidad/228445-sanguinetti-realiza-precisiones-sobre-el-papel-de-rivera-en-la-cuestion-charrua
Los pueblos que olvidan su historia, están condenados a repetirla. - Marco Tulio Cicerón
 
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#27
XXII. Acerca del uso del término «Genocidio» 
 
            Genocidio es la destrucción deliberada y sistemática, totalmente o en parte, de un grupo étnico, racial, religioso o nacional.
            Mientras que la definición precisa varía entre los expertos en genocidio, una definición legal se encuentra en la Convención de las naciones Unidas para la Prevención y castigo de los Crímenes de Genocidio (CPPCG por sus siglas en inglés) de 1948. El Artículo 2 de esta convención define el genocidio como:
             "... cualquiera de los actos que tengan la finalidad de destruir, total o parcialmente, un grupo nacional, étnico, racial o religioso, como ser: asesinar miembros del grupo; causar serios daños corporales o mentales a miembros del grupo; influenciar deliberadamente sobre las condiciones de vida del grupo,  calculando acarrear su destrucción física total o parcial; imponer medidas que apunten a prevenir los nacimientos dentro de este grupo; [y] transferir forzozamente niños del grupo a otro grupo"
 
            Desde la década de 1490 cuando Cristóbal Colón puso pie en las Américas hasta la masacre de los Sioux en Wounded Knee por las milicias de los Estados Unidos, la población indígena del Hemisferio Occidental puede haber disminuído en tanto como 100 millones. 
Solamente en Brasil la población indígena ha disminuído desde una cantidad precolombina estimada por lo alto en 3 millones a cerca de 300.000 (en 1997). 
Las estimaciones acerca de cuántas personas estaban viviendo en las Américas cuando Colón llegó han variado tremendamente; las estimaciones de los expertos del S. XX van desde un mínimo de 8,4 millones hasta un máximo de 112,5 millones de personas. 
Este debate acerca de las poblaciones ha tenido frecuentemente raíces ideológicas. Robert Royal escribe que "las estimaciones de los valores de las poblaciones precolombinas han comenzado a ser pesadamente  politizadas por expertos que son particularmente críticos con la civilización Europea y/o Occidental frecuentemente favoreciendo cantidades exageradamente elevadas" .

            Los expertos creen ahora que, entre los diversos factores que contribuyeron, las enfermedades infecciosas fueron la causa abrumadora de la disminución de la población de nativos Americanos. Después de los primeros contactos con los Europeos y los Africanos, algunos creen que la muerte del 90 al 95% de la población nativa del Nuevo Mundo fue causada por enfermedades del Viejo Mundo tales como viruela y paperas.
 
            Determinar cuántas personas murieron como resultado directo de un conflicto armado entre nativos Americanos, y Europeos y sus descendientes, es difícil pues no siempre se llevaban registros precisos.
            En su libro "American Holocaust", David Stannard argumenta que la destrucción de las poblaciones aborígenes de América, en una "cadena de campañas genocidas" llevadas a cabo por los Europeos y sus descendientes, fue el acto de genocidio más masivo en la historia del mundo. 
Mientras que ningún historiador de las actuales corrientes de pensamiento niega que la muerte y el sufrimiento fueron inflingidos injustamente por una cierta cantidad de Europeos sobre una gran cantidad de nativos Americanos, la mayoría de los expertos en el tema mantienen que el genocidio, el cual es un crimen en intención, no fue la intención de los colonizadores Europeos.
 El historiador Stafford Poole escribió: "Existen otros términos para describir lo que ocurrió en el Hemisferio Occidental, pero genocidio no es uno de ellos. Constituye un buen término de propaganda en una era en que los eslóganes y los gritos han reemplazado la reflexión y el estudio, pero usarlo en este contexto es abaratar tanto al mundo en sí mismo como a las desgarradoras experiencias de los Judíos, por mencionar a una de las víctimas principales de este siglo"

Fuentes:

Wikipedia; Genocides in History
http://en.wikipedia.org/wiki/Genocides_in_history

Wikipedia; Genocide
http://en.wikipedia.org/wiki/Genocide
 
Los pueblos que olvidan su historia, están condenados a repetirla. - Marco Tulio Cicerón
 
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#28
XXIII. Los últimos charrúas
 
Tras su derrota en Queguay y Mataojo, los indios Charrúas desaparecieron como grupo. 
Los pocos que sobrevivieron fueron llevados a Montevideo y distribuidos entre las familias de esta ciudad o entregados a los capitanes de barco como marineros.
Un grupo de indígenas fue "adquirido" por el aventurero François de Curel y llevado a París en 1834 para su exhibición. Eran Senaqué, curandero y lancero en la Guerra de las Misiones contra los brasileños; Vaimaca-Perú (o Pirú), cacique y antiguo lancero de Artigas y Rivera; Guyunusa, una india que se hallaba encinta, y Tacuabé, joven guerrero de alrededor de 20 años; compañero de la anterior.
El destino de estos indígenas fue bien lastimoso: tres de ellos murieron rápidamente entre 1833 y 1834: Senaqué fue el primero, luego Vaimaca-Perú y finalmente Guyunusa, cuyo hijo había nacido en Francia. Tacuabé escapó con su hija (llamada Igualdad) y nada más se supo de él.
Los restos de Vaimaca- Perú fueron exhibidos en el Museo del Hombre de París hasta julio del año 2002, cuando fueron repatriados a Uruguay. Hoy se hallan en el Panteón Nacional, en el Cementerio Central (Montevideo).
 
Pero lo interesante es que estos no fueron realmente los últimos Charrúas.
Unos pocos indígenas, 18 para ser más exactos, fueron vistos en la zona de Tacuarembó en el año 1840, por el Sargento Benito Silva, que vivió entre ellos. Al parecer, muchos de ellos murieron allí en 1854, víctimas de una epidemia de viruela.
Después del desastre de Salsipuedes y Yacaré Cururú, algunos indios se guarecieron un tiempo más en el monte, para luego cruzar la frontera con Brasil e internarse en Río Grande, buscando sobrevivir. Pero aquel estado estaba sumergido en una guerra civil propia, la Guerra de los Farrapos. En 1837, los Charrúas se plegaron a uno de los bandos, como partida auxiliar de vanguardia, hasta que un adivino les predijo que la revolución terminaría fatalmente para ellos. Aterrados, los indios desertaron, cruzaron el río Uruguay hacia Corrientes, cruzaron también el río Paraná, las sierras y esteros paraguayos y luego se desviaron hacia el norte, hacia el Matto Grosso, donde su jefe, un joven llamado Cadete, se casó con la hija de un cacique local que les brindó hospitalidad.
Cadete fue el último en morir de aquel grupo de charrúas. (1)
 
 Fuente:
 
(1) Tomado de HD; Ensayo de Historia Patria; pág. 537. HD, a su vez, cita la Revista Histórica Nº 12.
Los pueblos que olvidan su historia, están condenados a repetirla. - Marco Tulio Cicerón
 
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#29
Por suerte, he podido recuperar este material antiguo, que consideraba definitivamente perdido.
Vuelvo a compartirlo con los señores foristas, para llenar una parte de nuestra Historia Militar.

Si alguno desea una versión comprimida, puedo llevarlo a un documento PDF, aunque Uds. mismos pueden hacer una versión para impresión, empleando los íconos que se encuentran al pie de página.
Los pueblos que olvidan su historia, están condenados a repetirla. - Marco Tulio Cicerón
 
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#30
Nuevamente muy bueno!!, ahora me voy a hacer un back up del tema por las dudas...

Big Grin Big Grin Big Grin
 
"Mas vale ser aguila un minuto que sapo la vida entera".
 
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