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ETA, una historia de nunca acabar.
#21
¿Ofreció la URSS acabar con ETA a cambio del apoyo de España?

El conocimiento de la KGB sobre los grupos terroristas que operaban en la Guerra Fría y su capacidad de intervenir en el submundo del tráfico de armas en el que se movía ETA habría hecho de la URSS un gran aliado contra la banda

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Franco llevaba muerto cuatro años. La democracia estaba en pañales y amazada por el terrorismo etarra, que lejos de enterrar sus armas incrementó su violencia bajo la idea de que el nuevo sistema era una continuación de la dictadura franquista. Si bien durante el periodo dictatorial la banda terrorista nunca pasó de los veinte asesinatos anuales, en el año 1978 alcanzó las 65 víctimas; en 1979, las 86 víctimas y en 1980 se fue hasta las 93 víctimas.

En medio de esa espiral sanguinaria apareció en la prensa una insólita noticia en febrero de 1979. Según una información del semanario norteamericano Newsweek, la Unión Soviética ofrecía su ayuda al Gobierno, entonces presidido por Adolfo Suárez, para combatir y acabar con la organización de ETA a cambio de que España no ingresara en la OTAN.



La noticia breve se publicó en la sección Periscope del semanario, sin firmar y sin ofrecer fuentes, pero indicando que la oferta la había hecha directamente el primer ministro soviético, Andrei Gromyko, a su homólogo español, Marcelino Oreja, durante una reciente visita de este a Moscú. Newsweek, revista fundada por Thomas J.C. Martyn en 1933, concluía su información diciendo que el español rehusó incluso hablar del tema.



La noticia no tuvo más recorrido y, de hecho, durante décadas España debió enfrentarse en solitario, sin apoya de países de su entorno inmediato, como Francia, a la lacra del terrorismo



La embajada de la URSS en España negó inmediatamente la información e insistió en que su gobierno se guiaba por el principio de no injerencia en los asuntos internos de otros países, por lo que no tenía sentido una oferta así. Andrei Gromyko destacó justo en esas fechas la «positiva marcha» de las relaciones entre ambos países, pero nunca insinuó nada en ese sentido. La noticia no tuvo más recorrido y, de hecho, durante décadas España debió enfrentarse en solitario, sin apoya de países de su entorno inmediato, como Francia, a la lacra del terrorismo. En 1982, la entrada de España en la OTAN complicó las relaciones con la URSS.



Sin duda, el conocimiento de la KGB sobre los grupos terroristas que operaban en la Guerra Fría y su capacidad de intervenir en el submundo de las armas y los explosivos en el que se movía ETA habría hecho de la URSS un gran aliado contra esta oleada de crímenes en España. ¿Tenía la URSS la capacidad de acabar con ETA? ¿Cómo era su relación con el terrorismo internacional?



Los difusos vínculos de ETA con la KGB

Los fundadores de ETA, vinculados a corrientes tradicionales del nacionalismo vasco, debieron enfrentarse desde el principio a los grupos marxistas leninistas y trotskistas que defendían enfocar la banda hacia postulados obreros. En la primera asamblea de ETA, celebrada en mayo de 1962 en el monasterio de Nuestra Señora de Belloc (Francia), la facción tradicional definió los objetivos, metodología y organización del grupo en base a ideas étnicas, no relacionadas con la lucha de Marx.

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Monasterio de Nuestra Señora de Belloc



Frente a los que desde el PNV calificaban a este grupo que había nacido de sus entrañas como un aliado del comunismo, en este primer texto firmado por la cúpula de ETA se insistía en «la defensa de la democracia representativa» y se realizaba un rechazo expreso del fascismo y del comunismo, equiparando al mismo nivel ambos movimientos totalitarios. Los tradicionalistas ganaron el primer envite e impusieron sus tesis en el ADN de la banda.



ETA se significó de parte de los pueblos que estaban «oprimidos» por el imperialismo, donde se incluía en el lado de los opresores tanto la URSS como las naciones europeas, y apostó por una guerrilla de tipo tercermundista y anticolonialista. En los siguientes años, la facción marxista intentó llevar los objetivos de la banda a su terreno, pero de nuevo fue derrotada. En la V Asamblea, celebrada en marzo de 1967, se produjo la primera gran escisión precisamente entre la ETA Zaharra (Vieja ETA), que pronto volvería a ser ETA a secas, y Berri ETA Berri (Nueva ETA), que pasaría a denominarse Komunistak y centraría su discurso en la revolución obrera.



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Anagrama de ETA.



La tensión entre las distintas familias ideológicas de ETA nunca abandonó el seno de la banda y, a pesar de su empeño en definirse como «organización socialista revolucionaria vasca de liberación nacional», sus líderes se desvincularon sistemáticamente de quienes reclamaban abrazar la lucha obrera por encima de cuestiones étnicas o anticoloniales. O, como resume el historiador Juan Avilés, experto en terrorismo: «ETA adoptó desde sus orígenes una orientación socialista, pero decididamente anticomunista. Aparecerán tensiones con los marxistaleninistas a partir de la deriva revolucionaria».

La facción dominante, por momentos hostil a las ideas marxistas-leninistas, se alejó de los planteamientos soviéticos, pero una cosa era la teoría y otra la necesidad de buscar adiestramiento y apoyo material. 



Según Claire Sterling, autor del libro «La red del terror», ETA entró desde sus comiezos en contacto con la KGB y con el organigrama del terrorismo antioccidental que se entrenaba en Líbano, Cuba, Argelia y otros países satélites de la URSS. En concreto, la primera hornada de asesinos de la banda terrorista habría recibido adiestramiento de miembros del IRA por mediación de instructores del KGB en Argelia hacia 1971.



La Argelia del socialista FLN, gran aliado de la URSS en África, fue el tablero donde se entrenaron 63 miembros de las distintas ramas de ETA hasta 1976 y unos años más tarde, en 1984, para gente de la ETA-militar. Los cabecillas del grupo terrorista, que se movieron por entornos comunistas como Cuba y Checoslovaquia, también mantuvieron en algún momento vínculos con el terrorista Carlos El Chacal, las Brigadas Rojas, los Tupamaros uruguayos, los Montoneros argentinos, los grupos bretones y los corsos, grupos, en su mayoría, vinculados a la KGB.



La Argelia del socialista FLN, el más aplicado aliado de la URSS en África, llegó a entrenar a 63 miembros de las distintas ramas de ETA en 1976



En noviembre de 1978, una información de «Diario 16» apuntaba a una reunión de un agente de la KGB llamado Vitali Kovich, acompañado de dos compatriotas suyos, para estrechar lazos con la organización terrorista ETA. Según este periódico, Kovich, expulsado en esas fechas de Brasil y viejo conocido de los servicios secretos franceses y españoles, estaba encargado de cuidar unas relaciones «profundas y efectivas», a nivel fundamentalmente operativo, entre ETA y la KGB.

La intensificación de la ayuda soviética a ETA fue decidida –seguía informando la noticia– en una reunión celebrada en julio de ese año en la casa de campo de un vasco llamado Julián Echeveste, en San Juan de Luz. A esa reunión asistieron el mando supremo de ETA militar y una delegación del KGB, lo cual provocó un pequeño terremoto dentro de la banda a manos de los mandos opuestos a mantener relaciones con la URSS.



Más allá de recortes de prensa resulta todo un rombecabezas la naturaleza y la intensidad de los tratos entre los grupos soviéticos y ETA.

El mito de la alianza entre ETA y la Stasi

Dentro de la esfera soviética también se ha escrito mucho de los vínculos de ETA con la Stasi, que una investigación de Ibon Zubiaur para la Fundación Centro para la Memoria de las Víctimas del Terrorismo se encargó de desmitificar hace dos años. Tras estudiar 1.200 textos del antiguo Ministerio para la Seguridad del Estado de la RDA, Zubiaur concluyó que, en contra del mito de una asociación fluida entre ambos mundos, la Stasi ignoró sistemáticamente a ETA y no la apoyó porque le parecía una utopía la creación de un estado vasco entre Francia y España, creía que el marxismo leninista que encarnaba parte de ETA era inferior ideológicamente al «socialismo real existente» de la RDA y, además, porque despreciaban su violencia terrorista.

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El terrorista Carlos El Chacal, en una imagen de 1973



Según el trabajo de Ibon Zubiaur, ETA era casi más un problema que un posible aliado para la inteligencia de la RDA. Se la definía en los archivos como «un grupo nacionalista radical que persigue objetivos no realistas y contrarios a los intereses de la clase trabajadora», a lo que se destacaba que muchos de sus líderes eran en realidad «nacionalistas conservadores».


Solo en un episodio concreto la Stasi puso realmente su foco en ETA, cuando aparecieron por Berlín en septiembre de 1980 tres integrantes de ETA Político-Militar a recoger armas de las manos de un colaborador cercano de Carlos El Chacal. La Stasi controló el movimiento de los tres terroristas en todo momento, pero se limitó a mirar para otro lado en la entrega de armas en territorio de la RDA. Las visitas etarras a la Alemania comunista fueron por lo demás algo minoritario y anecdótico, según el voluminoso archivo de la Stasi.
“Dulce et decorum est pro patria mori”
 
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#22
En una entrevista que vi don Amodio dijo que la ETA pacto con los Tupas pagarle 50000 Euros para que hagan lo del filtro, al final no llego el pago.
 
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#23
Confieso que me dió risa  Big Grin el tipo toleraba los asesinatos pero no que "le comieran la mujer"

Sexo, infidelidades y un ataque de celos: la traición que provocó el mayor golpe de la historia a ETA

El 29 de marzo de 1992, la Guardía Civil detuvo por primera vez a toda la cúpula de la banda terrorista, tras un chivatazo de un colaborador del ‘comando Eibar’ que descubrió que los etarras que alojaba en su casa se acostaban con su mujer y su hija



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Momento de la detención de la cúpula de ETA en Bidart, el 29 de marzo de 1992 - 

EFE

Israel Viana

Madrid Actualizado: 07/09/2022 03:12h





ETA asesinó a 46 personas en 1991, incluyendo a cuatro niños, tres guardias civiles y tres adultos civiles en el atentado con coche bomba perpetrado contra la casa cuartel de Vic, en Barcelona. A estos se sumaron otros 18 más a comienzos del año siguiente, hasta que el 29 de marzo de 1992 se produjo uno de los golpes más duros sufridos por la banda terrorista a lo largo de la historia: la detención de su cúpula al completo en un chalé de Bidart (Francia), que puso fin al mito de la invulnerabilidad de sus jefes.



La operación, sin embargo, se desencadenó mucho antes. En concreto, el 9 de enero de 1989, cuando «un individuo anónimo me llamó y me dijo que me iba a dar datos para que la Policía pudiera detener al 'comando Eibar'», según contó en su día el gobernador civil de Gipuzkoa, José Ramón Goñi Tirapu.



Se inició entonces la investigación y el seguimiento que, tres años después, provocaría la detención del colectivo 'Artapalo': Francisco Mujika Garmendia, alias Pakito, responsable del aparato militar de ETA; José Luis Álvarez Santacristina, Txelis, jefe del aparato político, y José María Arregi Erostarbe, Fiti, encargado de la logística.



Según revelaban los periodistas de ABC Javier Pagola, Dolores Martínez y Jesús María Zuloaga en su libro ‘El azote de ETA’ (1993): «El comandante de la Guardia Civil miró a los ojos a Garmendia. ‘¿Qué, te sientes más hombre por haber ordenado matar a niños?’, le preguntó. El criminal etarra más buscado en Francia bajó los ojos y se limitó a contestar con un lacónico ‘no sé’. El individuo que tenía a su espalda, acusado de haber ordenado a los comandos terroristas que llevasen a cabo cientos de asesinatos, carecía en ese momento del valor necesario para afrontar la situación. No sabía decir más que ‘no sé’».



Aquel 29 de marzo de hace 30 años, 60 agentes de la Policía Judicial francesa, acompañados por agentes del Servicio de Información de la Guardia Civil, rodearon la villa Etxe Maitia (casa querida) en la mencionada localidad de Bidart, situada a 20 kilómetros de la frontera de España. La preocupación en la esfera política y policial era extrema. El país se preparaba para la Expo de Sevilla y los Juegos Olímpicos de Barcelona sabiendo que ETA quería aprovechar las citas para provocar un nuevo reguero de sangre y golpear al Estado… pero la famosa operación lo truncó todo.

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[Imagen: abc-madrid-19920330-1-kU7C--510x349@abc.jpg]

Portada del 30 de marzo de 1992 - ABC





La infidelidad



Lo sorprendente de este golpe es que comenzó como consecuencia de una aventura amorosa propiciada por el exceso de confianza que los miembros del ‘comando Eibar’ se tomaron con la familia de un colaborador que no había sido fichado por la Policía y que los escondía en su casa. 

Este, cuyo nombre en clave era Pedro, no tenía reparos en que sus compañeros de armas dispararan en la nuca contra civiles inocentes, pero cuando se enteró por casualidad de que su mujer y su hija mantenían relaciones sexuales con los terroristas en su propia cama, no pudo soportarlo y llamó al político guipúzcoano en marzo de 1989. 

El desprecio y los celos le llevaron a la traición.



Tras varios meses de negociaciones, Goñi Tirapu –que ejerció como gobernador en los años del plomo y vio cómo su hijo ingresaba después en ETA– llegó a un acuerdo con Pedro para que este se convirtiera en su confidente. Su objetivo era entregar a los tres miembros del comando que habían traicionado su confianza, a pesar de que los ayudaba desde hace tiempo. También su mujer, que se encargaba personalmente de cuidar a los terroristas cuando se escondían en su casa y les servía de correo con la organización. Luego comenzó a intimar con todos ellos.



Un mes después de la llamada, se activó la primera operación y cayó el sanguinario 'comando Eibar' en un piso de Ondarroa, en Vizcaya: Juan Carlos Balerdi Iturralde, Eneko, de 27 años; Jesús María Ciganda Sarratea, de 28 años, y Fermín Urdiain Cirizar, de 25 años. 

Para mantener su coartada con la banda, Pedro no tuvo más remedio que huir a Lourdes, en el sur de Francia. La organización no sospechó de él y todos le acogieron con los brazos abiertos. Comenzó entonces una doble vida como miembro de ETA en busca y captura y confidente policial al que el Ministerio del Interior le pagó 30 millones de pesetas para comprarse un piso cerca del santuario mariano.



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+ infoAnálisis de la operación, publicada el 30 de marzo de 1992 - ABC



La mochila



Allí se encontraba cuando, unos meses después, un mensajero de ETA llegó a su casa y le entregó una mochila con la indicación de que pronto pasaría alguien a recogerla. Pedro avisó a su enlace en la Policía y este, a su vez, a un agente del Cesid, Pedro Gómez Nieto, que se desplazó corriendo hasta allí e inspeccionó el macuto. Debajo de la base del macuto encontró una lista con tres nombres que no estaban fichados. Uno de ellos era Francisco Rullán, alias Patxi, al que la Guardia Civil comenzó a vigilar las 24 horas del día.



Al final, Patxi entró en contacto con un supuesto jefe en la iglesia de la localidad vascofrancesa de Anglet, a pocos kilómetros de la frontera. Los agentes camuflados se llevaron una sorpresa gigantesca cuando vieron aparecer a Txelis, responsable del aparato político de ETA. Era uno de los tres integrantes de la cúpula dirigente del colectivo 'Artapalo'. Sin embargo, todavía no era el momento de detenerlo. La Guardia Civil pensaba que debía ser más ambiciosa y tener paciencia.



Se activó entonces la 'operación Broma-queso', que consistió en seguir a Txelis día y noche. Primero descubrieron su ‘cuartel general, ubicado en un pequeño piso de Bayona; después, el caserío Txantxangorria, en Arcangue, donde mantenía reuniones importantes con otros etarras; a continuación, su vivienda personal en la localidad francesa de Guéthary, en los Pirineos Atlánticos, y, por último, el caserío Xilocan, a menos de un kilómetro de distancia del centro de Bidart, que utiliza con menos frecuencia. En este se reunía muy de vez en cuando con otros dos etarras que no pudieron identificar al principio.



El golpe final

Deciden esperar un poco más, pero la paciencia se agotó. Había que dar un golpe cuanto antes, por lo que el 24 de marzo de 1992, ante la cercanía de los Juegos Olímpicos y la Expo de Sevilla, se dio la orden de detener al jefe de ETA. 

Escogieron el día que supuestamente se iba a reunir con los dos desconocidos etarras en el caserío Xilocan, pero Txelis no acudió al encuentro. 

En el Ministerio del Interior cundió el pánico. Todo por lo que habían estado trabajando parecía venirse abajo. El entonces director de la Guardia Civil, Luís Roldán, tuvo que tranquilizar y pedir más tiempo al ministro, José Luis Corcuera, y al secretario de Estado para la Seguridad, Rafael Vera. Estos se lo concedieron.



Tan solo cinco días después, Txelis aparece por el caserío y decenas de policías lo rodean a la espera de órdenes. En ese momento, un miembro del servicio de Información de la Guardia Civil no da crédito a lo que ven sus ojos: Pakito, jefe militar de ETA y terrorista más buscado por Francia y España, aparece en escena. No hay tiempo que perder, así que este llama a Roldán y comienza el asalto de la vivienda. Pocos minutos después entran en el inmueble y detienen a los dos máximos responsables de la organización y a otro supuesta etarra al que tardan varios minutos en identificar. ¡Bingo! Se trata de José María Arregui Erostarbe, Fiti, encargado de la logística.



Según explicó el mandó de la operación aquel día, «a Pakito y Txelis se les detuvo en la parte superior del caserío, en un cuarto de baño, donde estaban rompiendo papeles y tirándolos por la taza del váter». Por primera vez en la historia, una operación policial había conseguido desmantelar a la cúpula de ETA al completo, al conocido colectivo 'Artapalo', según el nombre en clave elegido por la dirección entre 1986 y 1992, que era responsable de haber ordenado el asesinato de más de doscientas personas a base de bombas y disparos por la espalda. 

Al día siguiente, ABC titulaba en sus páginas interiores: ‘Cayó el enemigo público número uno’. La crónica comenzaba destacando que había sido el «golpe más duro» dado jamás contra la banda. En la portada podía leerse: ‘Éxito del Gobierno: Artapalo, detenido; ETA, decapitada’.

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[Imagen: abc-madrid-19920330-25-kU7C--510x349@abc.jpg]

+ infoDatos sobre la reconstrucción de la banda el mismo día del golpe de Bidart - ABC



El destino de Pedro

Después de aquella operación, ETA ya nunca volvió a ser la misma. La organización, que había acabado con la vida de 46 personas en 1991 y 18 más entre enero y marzo de 1992, ‘solo’ mató a ocho españoles en lo que restaba de año; 14, en 1993, y 13, en 1994.



Un día después del golpe, la banda asesinó en Madrid a Aquilino Joaquín Vasco Álvarez, un coronel del Ejército del Aire retirado. Se usó un paquete bomba que iba dirigido a su hijo, pero que acabó también con un transeúnte: Juan José Carrasco Guerrero, un economista de 26 años. 

A continuación, publicó el siguiente comunicado en el diario ‘Egin’: «No hace mucho que ETA manifestaba su firme intención de seguir golpeando contra todas las fuerzas y aparatos del Estado y en todos sus frentes de lucha. Ahora subrayamos y reiteramos esa intención. Si alguien piensa, ciega y cobardemente, que recurriendo a la vía policial se va a evitar lograr los derechos fundamentales que a nuestro pueblo se le deben, debería saber a estas alturas que la sed de libertad de nuestro pueblo está firme y hondamente enraizada».


Pedro, por su parte, falleció pocos años después por un cáncer. Aunque ahora ya se conoce su historia, mientras vivía ETA nunca supo que él había sido el responsable de que la cabeza de la serpiente fuera cortada. 
En su entierro fue despedido con vítores y homenajes por parte de los simpatizantes de la banda y de muchos etarras. Ni tan siquiera sabemos hoy si antes de morir le contó a su mujer y su hija lo que había hecho. Ellas siguieron en contacto con los etarras durante muchos años, recorriendo cientos de kilómetros para ir a visitarlos a la prisión.

“Dulce et decorum est pro patria mori”
 
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#24
27 MINUTOS
Este cortometraje es un homenaje a las victimas de ETA y un recordatorio del sadismo de la banda terrorista.
Y la cobardía, complicidad y miedo de muchos vascos



 
"Mas vale ser aguila un minuto que sapo la vida entera".
 
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