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Batallas y protagonistas de nuestro Ejercito.
(03-17-2019, 05:12 PM)Artiguista escribió:
17 de marzo de 1897

Batalla de Tres Arboles




En el amanecer del 97, patriotas blancos exiliados en Buenos Aires se organizaron para cruzar el río y sumarse a la Revolución del “vecino alzado” como le gustaba llamarse a Aparicio Saravia.
Se venía de una derrota fiera como había sido la batalla de Arbolito donde había caído nada menos que Chiquito, el heroico hermano del “Aguila del Cordobés”. Eran 22 hombres que partían en armas hacia la patria con el fin de ir sumando en cada pueblo o rancho a los gauchos que “engolillados” con la divisa “Defensores de las Leyes” engrosaban filas para librar su tierra del vasallaje infame. Se eligió como jefe al coronel Diego Lamas.
Militar de carrera en escuelas militares argentinas, ayudante de campo de la Comandancia General en la campaña del desierto, donde adquirió experiencia y prestigio por su coraje y dones de mando expuestos. Seguro que de proseguir en filas argentinas, tenía un muy próximo generalato. Prefirió en cambio pedir la “baja” para integrar en su patria la gesta libertadora.

Junto a Luis A. de Herrera, Duvimioso Terra, Luis Pastoriza, Juan Loaces, G. Funes y otros grandes pensaba cruzar el territorio en donde el grueso del ejército patrio nacionalista presumiblemente los esperaban. Nunca faltan traidores y un caudillito norteño Manuel Núñez, celoso de los mandos elegidos, presumiblemente los denunció al gobierno colorado. Batlle de inmediato mandó al general Villar y al coronel Segundo Flores (hijo del general Añamembuí) en su persecución y exterminio. Era una tropa profesionalmente entrenada y fuertemente armada.

Los inspiraba la más absoluta confianza de triunfo a sabiendas de las limitaciones de “medios” bélicos que los blancos tenían y hasta una marcha triunfal para festejos a la vuelta, con bombos y fanfarrias llevaban.
La que sería “Tres Arboles”. Esto, sin perjuicio del número mayor ostensible de hombres de “línea” sobre gente de campo cuya fuerza y experiencia sólo se basaba en el amor a la patria y a la libertad, como fueron los hombres con los que contaba Diego Lamas.

Es obvio que subestimaron a Lamas. Eligió el sitio apropiado, un “paso” por donde se cruzaba el arroyo Tres Arboles, en un lugar donde la espesura del monte facilitaba la ubicación correcta y eficaz del ejército nacionalista que, aunque mucho más limitado en número, lo suplía con la sorpresa. De soberbios presuntos triunfadores, el “savalaje” colorado se transformó en derrotados ignominiosos.

[Imagen: 022-la-batalla-de-tres-arboles.png]

El triunfo de Diego Lamas fue avasallante siendo famosa la carta del general Villar a Batlle, donde caballerosamente, justo es consignar, admite que de ir a buscar la gloria y el triunfo fue sorprendido por los blancos y hasta buscó la muerte a la que tampoco pudo acceder como era su deseo para evitar la vergüenza. Pero lo más significativo, sin perjuicio del éxito y gloria militar, en sí, Tres Arboles representó el coraje, sacrificio y entrega de los hombre de un Partido que basaron sus luchas y ambiciones en el logro de libertades, vigencia de la Ley y la moral administrativa acabando con los despojos y arbitrariedades electorales de uso común colorado de la época.

[Imagen: 88982564_59766947.jpg]

El vencedor de Tres Arboles, Cnel Andrés Lamas

Hijo del General Diego Eugenio Lamas nació en Salto el 4 de agosto de 1858. El 19 de junio de 1880 ingresó como soldado en el Batallón de Cazadores Nº 1, ascendiendo en diciembre a Sub-Teniente.
En junio de 1882 es baja absoluta del Ejército, continuando su carrera en el Ejército argentino, al ingresar, el 4 de enero de 1883, como Sub-Teniente de Infantería de Marina.
Fue Sargento Mayor en 1895 y designado en 1897 Asesor Militar de la Junta Revolucionaria del Partido Nacional en Buenos Aires.
Iniciada la Campaña Militar de 1897, ocupó el cargo de Jefe del Estado Mayor de las Fuerzas del Partido Nacional que invade nuestro país obteniendo la victoria de Tres Arboles antes de reunirse con el General Aparicio Saravia bajo cuyas órdenes continuó su actividad siendo herido en un brazo en la batalla de Cerros Blancos.
Luego de la Campaña de 1897 su figura adquiere indiscutible prestigio por su capacidad profesional.
Falleció a causa de un accidente mientras montaba a caballo  el 20 de mayo de 1898.

[Imagen: Lamas_Diego_Luis.jpg]
“Dulce et decorum est pro patria mori”
 
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DESEMBARCO DE LOS 33 ORIENTALES
19 de abril de 1825, todos los orientales debemos recordarlo siempre y recordar que la infamia marxista nos ha privado de su bandera.



“Dulce et decorum est pro patria mori”
 
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24 de abril de 1811
Toma de la villa de Minas

El 24 de abril de 1811, llegaba Manuel Francisco Artigas junto a unos doscientos paisanos, desde los pagos de Casupá, y tomaba la Villa de la Inmaculada Concepción de las Minas en el marco de la Revolución Oriental que se iniciaba.
Hecho tremendamente relevante, porque en esa instancia, Juan Antonio Lavalleja se incorporaba junto a otros vecinos, al levantamiento generalizado en la campaña.



25 de abril de 1811
Combate de San José.

Luego del regreso de Artigas desde Buenos Aires a nuestro suelo toda la campaña se levantó en armas movilizandose hacendados y peones, agregados y "mozos sueltos" de la campaña. Ese "ejército nuevo", al que se agregaron indios charrúas, minuanes y tapes se encaminó al centro de poder español: Montevideo, la ciudad puerto.

Venancio Benavídez, después de tomar Colla se dirigió hacia el sur y Manuel Artigas rumbo a San José.

Los ejércitos de ambos, según el parte de Bartolomé Quinteros, entran a la Villa de San José que se defendía "con 2 piezas de artĺllería, un cañón de a 18 y otro de a 4, sus fosos y trincheras y los soldados repartidos en las azoteas del pueblo".
Era el 25 de abril.
"Atropellamos al salir el sol y por el lado que mira al arroyo San José y destruída toda resistencia por un combate de cuatro horas, entraron triunfantes las armas de la patria, sin más desgracias que haber sido herido gravemente en un pie el Capitán de América Manuel Artigas".

El combate de San José que tuvo lugar en nuestras calles fue el único que se desarrolló  en un centro poblado y fue considerado siempre como un triunfo de los  orientales y de las armas de Buenos Aires, como lo recuerda una estrofa del himno argentino:

    San José, San Lorenzo, Suipacha,
    ambas Piedras, Salta y Tucumán,
    La Colonia y sus mismas murallas
    del tirano en la Banda Oriental.
“Dulce et decorum est pro patria mori”
 
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Otro año mas, 210 hoy, de la batalla de Las Piedras


[Imagen: _MG_0030_batalla-de-las-piedras-oleo-de-...hequet.jpg]

A pesar de haber estado ausente durante la Revolución que se inició tras el Grito de Asencio, José Gervasio Artigas (1764-1850) pronto vio acrecentado su prestigio.
  
Muchos jefes locales en la Campaña Oriental eran parientes y amigos que reconocían su valor. Paisanos y estancieros por igual confiaban en su buen criterio y sentido de justicia. Por años al mando de sus Blandengues, fue la ley y el orden en esas comarcas.
 
Artigas mantenía excelentes relaciones con los charrúas que respetaban su palabra y con los guaraníes misioneros que se habían integrado a las tropas de Manuel Belgrano. Como muchos orientales, odiaba a los portugueses y su afición a esclavizar a los más vulnerables. La amenaza de Elío de traer fuerzas extranjeras a esta Banda solo exacerbó los ánimos de los criollos; los portugueses habían sido desde siempre sus enemigos naturales, que ahora fuesen también aliados de los godos solo asistía a radicalizar las posiciones siguiendo la consigna: los amigos de mis enemigos son también mis enemigos.
 
La defensa de los descastados le otorgó a la política artiguista una inmensa base de sustentación popular. A los indios, negros, libertos y criollos, no solo les ofrecía una causa para pelear, sino que reconocía su dignidad. Elío intentó reconquistar al flamante teniente coronel para la causa del Rey y le envió una propuesta tentadora a través de su pariente, Manuel Villagrán, pero Artigas consideró insultante este ofrecimiento. La respuesta fue un eco de la que Washington había pronunciado en circunstancias semejantes: “nada puede esperarse de la justicia de Gran Bretaña”.
 
Al frente de este ejército de irregulares, el teniente coronel avanzó hacia Montevideo. No le fue fácil movilizar sus tropas durante ese mayo lluvioso, pero el entusiasmo de estos noveles patriotas todo lo pudo. Al final, el ejército revolucionario después de muchos obstáculos chocó contra las fuerzas españolas en el pequeño pueblo de Las Piedras.
 
El capitán de fragata, José de Posadas, conducía las tropas realistas que ascendían a más de mil efectivos, mientras que Artigas, reforzado por las tropas que conducía su hermano Manuel, estaba al frente del inferior número de patriotas, divididos en 600 hombres de caballería y 250 infantes. Al comenzar la contienda los españoles sufrieron varias deserciones, contando a 160 prisioneros que habían tomado partido para salir de las cárceles de Montevideo.
  
Después de varias horas de lucha, las tropas artiguistas rodearon a los españoles. En el campo quedaron, según el parte del vencedor, 30 muertos y cerca de 50 heridos, además de 482 prisioneros, entre los que se contaba al mismo comandante realista. Los orientales sufrieron solo 20 muertos y 14 heridos. Fue, en palabras de Dalmaso Larrañaga, “la más decidida victoria”. Lamentablemente la derrota no fue completa porque las tropas de Artigas, al verse obligados a detener su marcha, no pudieron llegar a las puertas de Montevideo por el atraso en la llegada de Rondeau. La Batalla de las Piedras fue el prolegómeno del sitio y la primera desinteligencia entre ambos comandantes.
 
Artigas fue magnánimo con los vencidos, a Posadas le prometió respetarle la vida en caso de rendirse. Cuando así lo hizo, no recogió el sable del capitán realista. No estaba dispuesto a repetir los excesos de los porteños. En la Banda Oriental no hubo fusilamientos sumarios, como los de Liniers, Córdoba, que mancharan de sangre el honor de los vencedores. El jefe de los orientales siempre respetó la vida de los vencidos.
  
La Junta de Buenos Aires respiró aliviada, ya que la victoria de Las Piedras compensaba el desánimo que ocasionó la fallida campaña al Paraguay. En reconocimiento, Artigas fue elevado al grado de coronel y recibió de manos del teniente coronel Martín Thompson –primer esposo de la célebre Mariquita– un espléndido sable de honor por sus esfuerzos.
 
Ese 25 de mayo, durante los festejos del primer aniversario, resonaron con estrépito los nombres de los orientales. La marcha patriótica compuesta por Vicente López y Planes recoge la victoria del teniente coronel de Blandengues. El Himno Nacional Argentino hace referencia a otra victoria en tierras orientales, la caída de la Colonia del Sacramento, rodeada por los hombres de Benavides. Sin más recursos, las tropas comandadas por Vigodet se embarcaron el 27 de mayo con rumbo al puerto de Montevideo. La campaña de la Banda Oriental quedó en manos de los patriotas.
 
Ahora se alzaba ante los ojos de Artigas su próximo desafío, la ciudad amurallada de Montevideo a la que puso sitio, uno de los muchos que sufriría la Troya del Plata.

https://www.elpais.com.uy/opinion/column...tigas.html
“Dulce et decorum est pro patria mori”
 
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BATALLA DE MANANTIALES

17 de julio de 1871




[Imagen: MANANTIALES-Portada-1140x641.jpg]
Batalla de Manantiales según Adolf Michau (Museo Histórico Nacional Casa de Rivera).

Un día como hoy, 17 de julio de 1871 se libró la llamada Batalla de Manantiales en el paraje de Manantiales de San Juan, actual Departamento de Colonia, en el marco de la Revolución de las Lanzas.
Las fuerzas enfrentadas eran las del gobierno colorado al mando de Enrique Castro y los revolucionarios blancos de Timoteo Aparicio.
En la madrugada del día 17 de julio de 1871, las fuerzas revolucionarias al mando del general Timoteo Aparicio marcharon en columna cerrada hacia la estancia de Suffren. Situada sobre la Cuchilla de Manantiales, al noroeste del Departamento de Colonia. Allí esperaron la llegada de las fuerzas del ejército gubernista que les venía persiguiendo bajo las órdenes del general Enrique Castro.

[Imagen: AparicioYCastro-1024x505.jpg]
Generales Timoteo Aparicio (Blanco) y Enrique Castro (Colorado)

DISPOSITIVO NACIONALISTA
La casa de Suffren era un casco de estancia, cuya construcción estaba rodeada por un perímetro de 16 cuadras por un zanjeado, lo que podría ser considerado en la época una obra de fortificación. Los blancos ubicaron su puesto de Estado Mayor en el mismo casco de la estancia, al mando del general Timoteo Aparicio, secundado en las acciones por el octogenario brigadier general Anacleto Medina. El coronel Justino Arechaga se ubicó al frente de la estancia, comandando una artillería compuesta por seis piezas de cañón de 6 libras y dos piezas de 12 libras. La infantería –ubicada en el centro- no alcanzaba los cuatrocientos hombres y estaba bajo las órdenes del general Basterrica. A la izquierda tomando como origen la estancia y un grupo de piedras, se extendían como un gran frente, las caballerías comandadas por Anacleto Medina, integradas por las divisiones de Mercedes, San José y Colonia, dejando el frente de batalla orientado al Este.

DISPOSITIVO COLORADO
Las tropas del general Enrique Castro se ubican en el terreno formando un arco a una distancia de unos 1.500 metros de la siguiente forma: la derecha al mando del general Nicasio Borges, compuesta por las Divisiones de Salto, Paysandú, Tacuarembó y Maldonado, y la infantería, intercalada. En el centro, la artillería dividida en dos baterías y el cuadro de oficiales bajo el mando de los comandantes Braulio Milán y Juan Rodríguez. A retaguardia del centro se ubicaron el parque y bagajes, al mando del capitán Marcos Cabrera, protegido por el Batallón San José. La izquierda la defendían el Escuadrón Escolta del Gobierno, el Batallón 2º de Cazadores, la división de Canelones, la división Soriano, el escuadrón Tajes y las fuerzas a las órdenes del teniente coronel Francisco Belén.

LA BATALLA
La artillería gubernamental rompe el fuego con tal precisión que con los primeros disparos desmontan la pieza de mayor calibre de la artillería revolucionaria. Los revolucionarios atacan duramente el flanco izquierdo siendo detenidos por el contraataque de toda la reserva del ejército gubernamental. Los blancos intentan un nuevo ataque, ahora por el flanco derecho, pero también fueron rechazados. En ese mismo momento el general Castro ordenaba un ataque general sobre las posiciones enemigas.  Las dos baterías de artillería marcharon haciendo fuego, avanzando terreno, en columna paralela con los batallones de infantería. En esas circunstancias, fuertes columnas de caballería blancas se lanzaron en furioso galope amenazando envolver la izquierda colorada. El general gubernista ordenó abrir fuego sobre el enemigo en la columna de ataque, frenando las fuerzas revolucionarias. Al mismo tiempo, las fuerzas del centro y derecha habían arrollado completamente al ejército revolucionario, forzando su retirada, tomándole toda su artillería y haciéndoles muertos y prisioneros.

MUERTE DEL GENERAL MEDINA
En la persecución de a la tropa que se retiraba del campo de batalla, los gubernistas avistan al anciano Gral. Medina y se lanzan contra el con ferocidad; su ayudante le gritó: “¡Dispare, general, que el enemigo está encima!” Medina, que estaba con su secretario de toda la vida, Jerónimo Machado, otro anciano a la sazón, respondió: “¡El general Medina no dispara, jovencito, siendo lanceado hasta morir junto con su secretario.

CONSECUENCIAS
Derrotado el ejército revolucionario, se retira habiendo perdido a uno de sus generales, Anacleto Medina. La moral de los revolucionarios era muy baja y ya no se volvería a recuperar, a pesar de que se produjeron otras batallas de menor intensidad, sobre el territorio uruguayo. El ánimo del pueblo en general, viéndose enfrascado en el medio de un conflicto que perjudicaba la economía y parecía no tener un fin fijo, era de buscar la paz y que volviera la tranquilidad a la república. Por eso, luego de que el Presidente Lorenzo Batlle terminara su cargo, y asumiera Tomás Gomensoro, se reabrirían nuevamente las negociaciones de paz, poniéndole fin al conflicto.
“Dulce et decorum est pro patria mori”
 
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Batalla de Carpintería
Nacimiento de las divisas blanca y colorada

La Batalla de Carpintería ocurrió el 19 de septiembre de 1836 entre el ejército leal al gobierno de Manuel Oribe, y las fuerzas revolucionarias del General Fructuoso Rivera, aliado con los unitarios exilados en el Uruguay al mando del General Juan Lavalle. Tuvo lugar en las costas del arroyo Carpintería, en el Departamento de Durazno. El combate se saldó con el triunfo de Oribe y Lavalleja.
En esta batalla, las tropas de Oribe se distinguieron usando unas vinchas blancas, en las cuales inscribieron el lema “Defensores de las Leyes”. Las tropas de Rivera usaron como distintivo una vincha hecha con el forro de los ponchos, que era de color rojo.
Anteriormente los liberales uruguayos usaban divisas celestes, pero con el tiempo se desteñían, tornándose casi blancas, por lo que se cambió el color al rojo.
 Allí nacieron las “divisas” de los “blancos” y los “colorados”. Debe mencionarse que ambas tienen un claro antecedente, durante la Revolución Oriental, los patriotas se identificaron con el uso de cintillos blancos, al contrario de los realistas, que usaban rojos.Finalmente la victoria sería para el grupo blanco

[Imagen: 1200px-Divisas_utilizadas_en_Uruguay_02.jpg]
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12 de octubre de 1825

SARANDÍ

CARABINA A LA ESPALDA Y SABLE EN MANO



[Imagen: EkH7Gb9WkAExAIN?format=jpg&name=large]




Parte del general Juan Antonio Lavalleja

"Ya no es posible que el déspota del Brasil espere de la esclavitud de esta provincia en engrandecimiento de su imperio. Los Orientales acaban de dar al mundo un testimonio indudable del aprecio en que estiman su libertad. Dos mil soldados escogidos de caballería brasilera, comandados por el Coronel Ventos Manuel, han sido completamente derrotados el día de ayer en la Costa del Sarandí, por igual fuerza de estos valientes patriotas, que tuve el honor de mandar. Aquella división tan orgullosa como su jefe, tuvo la audacia de presentarse en campo descubierto, ignorando sin duda la bravura del Ejército que insultaban.

Vernos, y encontrarnos fue obra del momento. En una y otra línea no precedió otra maniobra que la carga; y ella fue ciertamente la más formidable que puede imaginarse. Los enemigos dieron la suya a vivo fuego, el cual despreciaron los míos y a sable en mano y carabina en la espalda, según mis órdenes encontraron, arrollaron y sablearon, persiguiéndolos más de dos leguas, hasta ponerlos en la fuga y dispersión más completa; siendo el resultado quedar en el campo de batalla de la fuerza enemiga más de cuatrocientos muertos, cuatrocientos setenta prisioneros de tropas, y cincuenta y dos oficiales, sin contar con los heridos que aún se están recogiendo, y dispersos que ya se han encontrado y tomado en diferentes aportes; más de dos mil armas de todas clases, diez cajones de municiones, y todas las caballadas.
Nuestra pérdida ha consistido en un oficial muerto, trece de la misma clase heridos, treinta soldados muertos, setenta heridos. Los señores jefes, Oficiales y tropas son muy dignos del renombre de valientes. El bravo y benemérito Brigadier Inspector, después de haberse desempeñado con la mayor bizarría en el todo de la acción corre sobre una fuerza pequeña que ha escapado del filo de nuestras espadas. En primera ocasión, detallaré circunstanciadamente esta memorable acción pues ahora mis muchas atenciones no me lo permiten.
El sargento Mayor encargado de detalle de este Ejército y conductor de éste, informará a Ud. de los otros pormenores que apetezca instruirse.
Dios guarde á V. muchos años.
Cuartel General en el Durazno, Octubre 13 de 1825.
JUAN ANTONIO LAVALLEJA
Al Sr. Comisionado del Gobierno Oriental."
“Dulce et decorum est pro patria mori”
 
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BATALLA DE ITUZAINGÓ

Batalla de Ituzaingó

20 DE FEBRERO DE 1827
El Paso del Rosario, cerca del río Santa María y de la localidad de Rosário do Sul, en el estado de Río Grande del Sur (Brasil), fue el escenario donde se enfrentaron las fuerzas de las Provincias Unidas del Río de la Plata y las del Imperio del Brasi .
Fue la batalla más importante, en cuanto al número de combatientes, de la Guerra del Brasil. Alrededor de 15.000 hombres se enfrentaron en un campo de casi 25 hectáreas de extensión.
Más de 6.000 hombres conformaban el ejército republicano, no menos de 7.000 el ejército imperial.
Siete años antes, se cerraba el "Ciclo Artiguista" con la derrota y posterior exilio del Protector de los Pueblos Libres y la dominación del suelo patrio por parte del Imperio del Brasil.
El 25 de agosto de 1825, en el Congreso de Florida, se declara la independencia de la Provincia Oriental del Brasil y su unión a las Provincias Unidas del Río de la Plata. Así estas unieron fuerzas para combatir al invasor, llevando la guerra a su propio territorio.
Los comandantes en la batalla fueron el general argentino Carlos María de Alvear, comandante en jefe de las Provincias Unidas del Río de la Plata y Felisberto Caldeira Brant, marqués de Barbacena general del ejército imperial.
El Ejército Imperial que venía persiguiendo a los patriotas, erroneamente asume que este había transpuesto el Río Rosario y avanzó descuidadamente hasta que se topó con el dispositivo del Gral. Alvear cuya centro era comandado por el Brig. Gral. Juan Antonio Lavalleja.

Una de las características de esta batalla fue también la multiplicidad de nacionalidades de los combatientes que en ella participaron.
Al mando operativo del ejército imperial estaba el general Gustav Henrich von Braun, oficial de origen prusiano que había revistado toda su carrera en el ejército inglés y que había peleado bajo el mando del Duque de Wellington en la guerra peninsular. El ejército imperial contaba también con muchos oficiales portugueses, veteranos de aquella campaña. La infantería brasileña, por su parte, estaba compuesta por centenares de mercenarios de origen austríaco y prusiano.
Del lado republicano, a su vez, servían algunos oficiales franceses, como el coronel Frederic Brandsen —ascendido póstumamente a coronel tras caer en batalla ese día—, el capitán Eduard Trolé y los tenientes Alejandro Danel y Lucien Brayer.
Brandsen y Danel eran veteranos de Waterloo. Esa diversidad, sumada a la enemistad entre los generales republicanos y a las diferencias tácticas y estratégicas militares, produjo múltiples desobediencias del lado republicano en el campo de batalla lo que hizo que muchos historiadores designen a Ituzaingó como "La batalla de las desobediencias".

Barbacena envió el grueso de su infantería en tres columnas a atacar el primer cuerpo del ejército aliado, comandado por Juan Antonio Lavalleja, que estaba ubicado con la artillería en el centro del campo de batalla. Una vez próximos a este, el general argentino Carlos María de Alvear ordenó la carga de la caballería, hasta entonces oculta, sobre el flanco izquierdo de los brasileños. Posicionados sorpresivamente frente a un ejército bien formado y dispuesto para la batalla, los voluntarios que componían este flanco, al mando del mariscal José de Abreu, se desbandaron. El flanco derecho imperial se replegó también, cruzando el río por el vado, y dejando solo a la columna central, la infantería, entre los que se contaban 2000 austríacos y prusianos  para resistir las sucesivas cargas dirigidas por el teniente coronel Federico Brandsen, ascendido póstumamente a coronel, tras caer en batalla. Luego de intentar pasar la línea defensiva argentina durante 6 horas sin éxito, y siendo bombardeado por la artillería, el ejército imperial se retiró del campo de batalla para no ser atacado por la infantería que todavía no había intervenido y para no ser rodeado.

Se ha cuestionado a Alvear por la decisión de no perseguir a los derrotados y que pudo significar una derrota definitiva de los brasileros conformandose solamente con quedar dueño del campo de batalla aduciendo que el pésimo estado de la caballería impidieron continuar con la persecución del ejército imperial en retirada.
De haberse concretado ésta, la victoria republicana habría sido definitiva para concluir la guerra. Sin embargo, lo que pudo haber sido una victoria estratégica solo quedó en una victoria táctica.

IMAGEN:
Muerte del Cnel. Brandsen en Ituzaingó
Obra de Augusto Ballerini (1857-1897)

[Imagen: R4NEQNFK25FJTKOHBABF5NO5NQ.jpg]

FUENTE:
ARMAS Y LETRAS en facebook. Instituto de historia y cultura militar del Uruguay

https://www.facebook.com/Armas-y-Letras-...5758595670
“Dulce et decorum est pro patria mori”
 
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Gracias por el recuerdo de Ituraingó.
Como es una "victoria de verano" tiene cero prensa.
Y con los argentinos además...como si no formáramos el mismo ejército frente al mismo enemigo.
 
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(02-21-2022, 11:40 AM)Voluntario2 escribió: Gracias por el recuerdo de Ituraingó.
Como es una "victoria de verano" tiene cero prensa.
Y con los argentinos además...como si no formáramos el mismo ejército frente al mismo enemigo.

Aparte que fue una batalla bastante grande para los estándares sudamericanos.

Tropas germanas en servicio imperial:

[Imagen: brasile%25C3%25B1os.jpg]

Hace años recuerdo que salió un libro sobre las tropas alemanas en la campaña, pero no recuerdo el título. ¿Alguien lo tiene en el radar???
-- Invencibles combatieron el 8 de febrero de 1846 --
 
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