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Batallas y protagonistas de nuestro Ejercito.
#91
Sin duda que esa fue la diferencia, que no el valor, con que ambos ejércitos combatieron.
Los portugueses contaban con tropas profesionales europeas, de Brasil y las milicias de Río Grande Do Sul. Tenían todas las posibilidades operativas. Para reconocimiento podían emplear las milicias. Cuando era una batalla en regla tomaban la posta los profesionales.
 
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#92
Aquí también intervinieron milicias de las guerras Napoleónicas ?

Supongo que si.
 
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#93
Me refería a las Milicias de Río Grande do Sul en este caso concreto.

En lo que hace a todo el período de las Guerras Napoleónicas, 1803 - 1815, fueron milicias españolas que desde Buenos Ares, Montevideo, Asunción, Maldonado, Córdoba, Colonia, etc., enfrentaron a los británicos.
Junto con las tropas veteranas y mandos superiores profesionales obviamente.
Los británicos por su parte formaron un Regimiento de Milicias en Montevideo. Estuvo formado por los comerciantes y sus dependientes que habían tomado la plaza en febrero de 1807.
 
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#94
Un recordatoria aun vigente de que un ejercito no se improvisa y que la voluntariedad, amor a la causa y espiritu de sacrificio no alcnza frente auna fuerza profesional.
Vale para hoy.

Big Grin Big Grin Big Grin
 
"Mas vale ser aguila un minuto que sapo la vida entera".
 
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#95
Al ejército artiguista justamente lo que le faltaban eran efectivos profesionales.
Ciertamente era uno de los objetivos de Artigas y sus jefes: encuadrar un ejército profesional apoyado por milicias.
Las carencias estaban particularmente en la infantería. Por eso los blandengues muchas veces lucharon como infantes al ser una de las pocas tropas veteranas.
En India Muerta las tropas veteranas artiguistas eran muy pocas y todavía se estaban adiestrando. Compañías de Libertos y compañías de la 2a. División de Infantería Oriental.
 
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#96
(11-20-2020, 09:19 PM)Terminus escribió: Un recordatoria aun vigente de que un ejercito no se improvisa y que la voluntariedad, amor a la causa y espiritu de sacrificio no alcnza frente auna fuerza profesional.
Vale para hoy.

Big Grin Big Grin Big Grin

Una máxima siempre vigente.
-- Invencibles combatieron el 8 de febrero de 1846 --
 
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#97
10 de diciembre de 1825, el Imperio del Brasil declaró la guerra a las Provincias Unidas del Rio de la Plata. 

[Imagen: brasil_bandera_imperial.jpg]


En 1811 se asentó en Montevideo el Virrey De Elío, que venía de España y desconocía el 25 de mayo. Buenos Aires, a su vez, desconoció a De Elío y así también lo hizo un grupo de independentistas orientales, liderados por José Gervasio Artigas. En 1812, Artigas sitió Montevideo y proclamó el nacimiento de la "Provincia Oriental" como parte de las Provincias Unidas pero pronto se enfrentó con Buenos Aires: la declaración de independencia se retrasaba, los diputados orientales eran ignorados y el centralismo porteño era cada vez mayor. Así, Artigas armó la Liga de los Pueblos Libres (las actuales Córdoba, Corrientes, Entre Ríos, Santa Fe, Misiones y la Provincia Oriental) en defensa del federalismo y contra el centralismo porteño.

En 1816, desde el Brasil invadieron la Banda Oriental. Ante esto, Buenos Aires no hizo nada con el objetivo de debilitar a Artigas y en 1821, después de que Artigas fuera derrotado en Tacuarembó, la Provincia Oriental pasó a manos del Imperio y a llamarse Provincia Cisplatina.

En 1825, un grupo de orientales financiados por hacendados bonaerenses invadieron la Banda Oriental. Los treinta y tres orientales (que al cruzar el río fueron muchos más) expulsaron a los brasileños, se independizaron del Brasil y reincorporaron la Banda Oriental a las Provincias Unidas del Rio de la Plata. Ante esto, el Imperio declaró la guerra.

Las Provincias Unidas con menos recursos económicos y militares mantuvo pareja la cosa pero con la guerra el comercio regional se complicó. Entonces Gran Bretaña propuso una mediación para poner fin al conflicto (y proteger sus negocios). Rivadavia envió a Manuel García a defender la paz y los derechos sobre la Banda Oriental. García firmó ceder la Banda y, encima, el pago de una indemnización al Brasil. Escándalo. El acuerdo no fue aceptado y se llevó puesto a Rivadavia.
En 1828 se acordó reconocer la independencia de "la Provincia de Montevideo" para que, "separada del territorio del Brasil" pudiera "constituirse en Estado libre e independiente".
“Dulce et decorum est pro patria mori”
 
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#98
LA ACCIÓN DE PASO MORLÁN, 28 DE ENERO DE 1935.

Fue parte de la Revolución de los 9 días o Revolución Tricolor.
En este levantamiento, sus integrantes pertenecían a distintos partidos políticos. Por ello, usaron la Bandera de los 33.

El enfrentamiento en Morlán, fue el único que tuvo lugar en el oeste del país, hubo en otras partes del Uruguay.

Quienes participaron
Fueron un puñado de ciudadanos mal armados y con muy pocas nociones de disciplina a quienes galvanizaba y dotaba de valor, el rechazo al gobierno de facto del doctor Gabriel Terra. Uno de ellos fue el excepcional escritor Francisco "Paco" Espínola quien dejó su testimonio de los hechos en una carta al doctor Carlos Vaz Ferreyra, que retrata mejor que cualquier otra exposición aquel episodio sangriento, el peligro, la violencia y el miedo que todos experimentaron en el combate de Paso del Morlán.
 
 Paco participó de traje camisa y corbata y su rifle no funcionaba.
La llamada Revolución del Morlán, un intento de levantamiento armado contra el gobierno del doctor Gabriel Terra, quien luego de ser electo democráticamente había disuelto el Parlamento en marzo de 1933 y ejercía el poder total, abortó prácticamente en sus primeras horas.

La revolución había empezado el 26 de enero en las cercanías de Mercedes. Su líder era Antonio Paseyro (del Movimiento Blanco Radical) quien habla de un contingente de “28 hombres (todos civiles), 25 fusiles y 5 vehículos”, autos y pequeños camiones.
Un grupo proveniente de Dolores y Cañada Nieto, días antes habían ocupado la Comisaría de Cañada Nieto, donde se adueñaron de algunas armas y municiones. 

Relato del líder Antonio Paseyro
En Paso Méndez recibimos chasque informándosenos de la nueva, que el comandante Alonso estaba en Paso Morlán.
Cuando llegamos, por indicación suya, fruto de su perspicacia y de sus condiciones de guerrillero experto, no ocupamos el Paso mismo, sino que acampamos  a 400 metros. Puede asegurarse que  a esta acertada disposición se debió el auspicioso resultado. El primer choque contuvo en su primer empuje a los gubernistas. Fue una fuerza de seis hombres al mando del Oficial Quintana, de la gente de Alonso.

 Luego se les unió otro grupo de similar tamaño, encabezado por Leopoldo Pignataro, de Rosario y su zona; y desde San José, llegaron más rebeldes, entre los cuales estaba el escritor Paco Espínola (de familia de raigambre blanca). En total, 72 hombres, mal armados y sin formación militar. 

En las alturas de ese estratégico enclave sobre el arroyo Colla, se apostó un grupo de 72 revolucionarios, compuesto por blancos, colorados, anarquistas, socialistas y comunistas, que se enfrentó a una fuerza mixta de 56 efectivos provenientes del Batallón de Infantería N° 11 y de la 1° Sección Policial de Colonia. En un combate de resultado incierto, en el que ambos bandos se adjudicaron la victoria, tres revolucionarios resultaron muertos y dos gubernistas cayeron en acción.

[Imagen: Iv5br-R-8CSttjETAoGZlKCvXUJxyrfhCHsck7f4...Ah89nqmVM1]
Tropas gubernamentales
 
Contó Paco Espínola
"El día 28 de enero "peleamos en el Paso del Morlán. Recién caíamos al paso cuando los jefes gritaron: "a las armas". Corrí para ir a formar la primera y única línea de combate. Recién me habían dado un remington desesperadamente viejo. A mi izquierda entró un joven profesor del liceo de Mercedes, finocultísimo, valiente. Se inició el fuego. Nos llovían las balas. Mi primera bala no salió. Volví a cargar y tirar. Idéntico resultado. Y me envolvían los endemoniados silbidos. Cargué de nuevo, rabioso. Y se atracó la bala de tal manera que no hubo forma de hacerla mover. No tenía baqueta. El jefe se me acercó y me ordenó que me quedara inmóvil en el suelo, para no hacer tanto blanco. Era imposible retroceder porque detrás nuestros hervía un infierno de balas. Y allí me quedé exactamente una hora y cinco minutos. Hubo un momento en que el fuego nos llegó por la izquierda y la derecha también. Creí que nos rodeaban. Pero nuestro fuego los obligó a restablecer su línea.

Al llegar la noche, terminó la pelea. Tratábamos de enviar los heridos en los autos hacia los pueblos cercanos. Los muertos quedaron en el campo. Y de pronto un espantoso y potente ¡Cuaaaaac! como una carcajada inconcebiblemente burlona, resonó en la noche. Aún los acostumbrados a la vida del campo nos estremecimos. Era tan fuerte que no parecía un zorro. "¡Se burlan de nosotros!" rugió uno. 
El enemigo que se había retirado, ¿había vuelto y nos tendría rodeados? No, era un zorro. En mi vida olvidaré aquel grito. Un rato después, a pie, con nuestro jefe herido en un brazo, nos pusimos en marcha. Sin comer, entre espinas de la cruz y cardales que nos martirizaban, hicimos esa noche, dando vueltas para despistar, siete leguas a pie. (...)

Se sintieron unos tiros. Yo había podido conseguir hacía un momento, un tarro de conservas de durazno que encargué a uno que tenía que pasar por una pulpería. Cuando oí los tiros, hundí mi cuchillo en la lata, me eché al suelo detrás de un árbol e indiferente a todo me comí casi todo el contenido. Era viernes de mañana y no comía desde el mediodía del martes. Sin esos duraznos me habría muerto de debilidad.

Este intenso tiroteo, dejó como saldo tres revolucionarios muertos (Raúl Magariños Solsona, Alberto Saavedra y Pedro Sosa), y varios heridos que se recuperaron. En el otro bando, cayeron “un militar y un policía”, según Paseyro, o “3 de mis hombres”, según el Mayor Ríos (uno de los militares puede haber fallecido días después, como sucedió con Sosa).

El resultado de la batalla fue incierto, pero lo concreto es que la columna rebelde no pudo continuar hacia San José, y la mayoría de los hombres se rindió enseguida o fue apresado unos días después de “vagar por los montes, sin agua ni comida”, como diría Espínola.

Se llevaron los heridos al hospital de Rosario y el resto de los prisioneros fue conducido primero a la comisaría local y después al cuartel de Colonia. 48 horas después eran puestos en libertad por orden del Ministro de Defensa Nacional. No se querían más muertos ni mártires.

[Imagen: class.php?i=7392de%20todo23%20109.jpg]

Fotos que muestran el lugar, monolito y placa conmemorativa. 

Texto de Lilián Valikosqui
“Dulce et decorum est pro patria mori”
 
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#99
HECATOMBE DE QUINTEROS

ANTECEDENTES
Luego de la paz de octubre de 1851, que puso fin a la Guerra Grande con el lema de que entre los blancos del Gobierno del Cerrito y los colorados del Gobierno de la Defensa “no habría vencidos ni vencedores”, existía un gran consenso en que el próximo Presidente de la República fuera el general Eugenio Garzón. Pero su inesperado fallecimiento determinó que se eligiera a Juan Francisco Giró. En 1852 Venancio Flores fue designado Jefe Político de Montevideo.

El gobierno de Giró se caracterizó por un intento de integración de los grupos blancos y colorados, en lo que se dio en llamar la política de fusión. Como parte de ésta, Venancio Flores fue designado ministro de Guerra y Marina. Sin embargo, la pugna política entre los dos principales partidos políticos se acentuó. Uno de los factores de distanciamiento fue la rivalidad entre la Guardia Nacional, fundada por Manuel Oribe, y el Ejército, predominantemente colorado y liderado por Flores.

Dadas las turbulencias políticas, Flores forzó la renuncia de Giró. Para culminar el mandato del presidente constitucional se designó a un triunvirato, integrado por el mismo Flores, Juan Antonio Lavalleja y Fructuoso Rivera. Las muertes de Lavalleja y de Rivera determinaron que, en los hechos, fuera Flores el que ejerciera el Poder Ejecutivo entre 1853 y 1855.

Su administración tropezó con sucesivas intromisiones del Imperio del Brasil, hasta que se vio obligado a renunciar al producirse la Rebelión de los Conservadores. Con varios de sus colaboradores se exilió en Buenos Aires, donde prestaron servicio en la guerra contra los indígenas. Entre sus allegados se encontraba el general César Díaz.

[Imagen: cesar_diaz.jpg]
Gral. Cesar Díaz

En diciembre de 1857 varios grupos de colorados que habían formado el Partido Conservador se rebelaron en distintos puntos de la campaña uruguaya. El 6 de enero del año siguiente César Díaz desembarcó en Montevideo e intentó tomar la ciudad. 

El General César Díaz, un acérrimo “colorado-conservador” que había comandado la División Oriental en la “Batalla de Caseros” en 1852 (donde tuvo que dimitir Juan Manuel de Rosas) y al finalizar la misma, logró las palmas del generalato, mediante decreto firmado por Urquiza; que había ocupado cargos de Ministro en el Uruguay durante los gobiernos de Giró y de Flores y que estaba bastante allegado a este último; partió desde el puerto de Buenos Aires, al mando de unos 100 hombres (donde una gran porción de ellos, eran italianos que habían combatido en la Defensa, al lado de Garibaldi) con pertrechos escasos y rudimentarios, desembarcando en el viejo “Saladero de Lafone” (hoy, barrio “La Teja”- Montevideo).-

Viajaron en la goleta “Maipú” (proporcionada por el gobierno de Buenos Aires) y protegió el desembarco una fuerza de unos 500 hombres, al mando del Coronel Brígido Silveira (reconocido lancero y caudillo colorado de Minas- Lavalleja), quien se incorporó a Díaz, que esperaba más hombres y más jefes comprometidos en la acción, pero al fin y al cabo, todo se quedó en veremos….Supuestamente, esperaba las incorporaciones de Flores y de Gregorio Suárez, con fuerzas al mando.-

En medio de ese clima enrarecido y donde muy pronto los campos de la patria volverían a regarse con sangre oriental, César Díaz y sus fuerzas marcharon sobre Montevideo, logrando llegar hasta los alrededores de la Plaza Cagancha, donde bajo un tenaz fuego de fusilería fueron rechazados, por fuerzas del General Medina (un colorado combatiendo a otro) sin embargo no se achicó, reunió más adeptos, se puso de acuerdo con su estado mayor y decidió evolucionar hacia el centro del país.-

El ejército de Díaz fue perseguido de cerca por las fuerzas gubernativas al mando del general Anacleto Medina. El 16 de enero Díaz fue alcanzado en las cercanías de arroyo Cagancha por el coronel Lucas Moreno, aunque la batalla no tuvo un claro vencedor. 
El 28 de enero Medina lo alcanzó al llegar al Paso de Quinteros, sobre el río Negro, donde fue obligado a rendirse. Medina garantizó las vidas de los jefes de la revolución a cambio de la rendición e intentó convencer al presidente Gabriel Antonio Pereira de perdonar la vida a los rebeldes.

[Imagen: descarga.jpg]
Presidente Gabriel Pereira

Después de la batalla
El día 29 de enero, ya mataron adentro del monte a varios integrantes de las fuerzas sublevadas, y siguió “el lleva y trae”. Con chasques que iban “reventando caballos” hacia la capital y que retornaban desde la urbe, en igual forma. Que garantías de vida; que capitulación de los rebeldes; que salvoconductos otorgados por Medina para que los principales jefes revolucionarios pudieran irse hacia el Brasil; que una supuesta carta de Francisco Lasala para el Dr. Antonio de las Carreras, pidiendo el fusilamiento de los mismos (aprovechándose de que Medina, era analfabeto y se conformaba con lo que le leían); que Consejo de Guerra con los Coroneles blancos, etc.
 
Sin embargo, cuatro días después, el presidente Pereira ordenó ejecutar a los oficiales rendidos, presionado por el Cnel. Lasala, Joanicó y Antonio de las Carreras, decretando: 
1º) Serán pasados por las armas los generales Díaz y Freire y los coroneles Tajes y Martínez; 
2º) Sufrirá la pena de muerte el Mayor Freire: 
3º) Serán ejecutados todos los jefes y ciudadanos que han levantado fuerzas contra el gobierno; 
4º) Serán quintados todos los oficiales de capitán abajo. Orden que Medina cumplió el 1 de febrero.

[Imagen: mapa4.jpg]

La suerte estaba echada para César Díaz y camino a Durazno, cuando ya retornaban prisioneros para Montevideo, fue bajado del caballo y sin que a Medina se le moviera un pelo, la soldadesca que mandaba, le robó “a los tirones”: las espuelas de plata, el cinto con el dinero, el sombrero y el poncho (solo se salvó su reloj con cadena de oro y el retrato de su esposa) porque logró entregárselos al Coronel Lesmes de Bastarrica- quien luego los entregó a la viuda del ejecutado- lo amarraron con maneadores y lo fusilaron como al General Manuel Freire (uno de los Treinta y Tres Orientales) y como a los Coroneles Eulalio Martínez y Francisco Tajes.-
Pero no serían las únicas muertes, porque a partir de aquel aciago 1ero de febrero de 1858, habría más y con “diferentes estilos”, fruto de las mentes obnubiladas por los rencores contenidos y enardecidas por los yunques ardientes del salvajismo.-

El día 2 de febrero de 1858, cuando había llegado con retraso la orden presidencial de suspender los fusilamientos, fueron “pasados por las armas” en la costa del arroyo Tala, los Comandantes: Isidro Caballero, Eugenio Abella, Benigno Islas, Juan José Poyo y Ramón Islas….
Los oficiales fueron “quintados” tomando en cuenta una costumbre de los romanos; mientras que la tropa, que marchaba de a pie, fueron “lanceados, degollados y destripados” (en especial el batallón de italianos) por la División blanca de los Maragatos, al mando del Comandante de Caballería Cipriano Cames, que era oriundo de San José.-

Algunas versiones afirman que el número de los ejecutados llegó a ciento cincuenta y dos hombres. Este hecho, con el cual finalizó la revolución de 1858, causó gran consternación en la población y, por sus características, pasó a la historia con el nombre de "Masacre de Quinteros" o "Hecatombe de Quinteros".

FUENTES:
 “La Hecatombe de Quinteros vista por un testigo presencial” de Juan Manuel de la Sierra
“Sangre y Barro” de Leonardo Borges 
“El Libro de los Linajes” de Ricardo Goldaracena- año 1976-
 “Diccionario de biografías” del Dr. Fernández Saldanha; 
“Caudillos, Doctores y Masones” de Mario Dotta Ostria 
Revista emitida por “El País”- Batallas que hicieron historia
“Dulce et decorum est pro patria mori”
 
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COMBATE DEL ESPINILLO 
22 de febrero de 1814

Reseña sobre el combate
El Director Supremo de la Provincia de Buenos Aires, Gervasio Posadas, ordenó al coronel (y botánico) de origen austríaco (nacido en el Tirol), el barón “Eduard Ladislaus Kaunitz von Holmberg”,  para que alistara 400 soldados “con artillería incluida” en Santa Fe, y pasara al Entre Ríos.
Así dice, textualmente la orden del gobernante porteño entre otros considerandos:
“...apoderarse de todos modos y a cualquier costa de la persona de don José Artigas (...) Luego que esté en disposición de hostilizar lo hará infatigablemente, estorbando la reunión de las familias y de gentes armadas o inermes, desmembrándole las que tenga reunidas, ya por medios de dispersión, ya por premios que ofrecerá a los que lo abandonen y el de 6 mil pesos al que lo entregue vivo o muerto al citado Artigas”.  

Por su parte, desde la margen este del Entre Ríos avanzó prestamente una columna de milicianos orientales, encabezados por el coronel artiguista Fernando Otorgués, quien viniendo desde la zona del Hervidero ingresó a la altura del arroyo de la China dónde venció a fuerzas unitarias al mando del coronel Hilarión de la Quintana, para luego juntarse a los gauchos entrerrianos que lideraba Esteban Hereñú, comandante de la Villa de Paraná.

El  22 de febrero de 1814 las fuerzas comandadas por el coronel Fernando Otorgués, y el teniente coronel Eusebio Hereñú llegados a las proximidades del arroyo el Espinillo(cerca de la hoy “Capilla del Rosario”)se enfrentan con las de von Holemberg a las que derrotan completamente. A los pocos días Otorgués habría de liberar a Holemberg y Quintana.
“Dulce et decorum est pro patria mori”
 
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