[Artiguista]

Cuando acabó la dictadura se creyó que el MLN realizaría un proceso de análisis de los porqué se había producido la debacle del año 1972. Dicho intento de análisis o autocrítica ya se había iniciado, tanto en el penal de Libertad como en el exilio, fuera éste cubano o europeo.

No fue posible culminarlo, fundamentalmente porque de haberlo logrado el prestigio de la mayoría de sus líderes, incluidos los de segunda y hasta los de tercera categoría, se habría disuelto rápidamente.
Como consecuencia de la falta de análisis y viendo el deterioro que de forma lenta pero continua se fue dando entre la vieja guardia, con acusaciones mutuas de entregas, traiciones y renuncias, algunos antiguos tupas se pasaron al partido Comunista mientras otros decidieron integrarse al sistema político y los menos se propusieron mantener el “horizonte insurreccional”, trabajando tanto en Uruguay como en el extranjero para hacer finanzas alternativas y al mismo tiempo colaborar con movimientos revolucionarios con base en este país.

Las divisiones en el MLN llevaron a nuevos enfrentamientos internos algunos de los cuales terminaron trágicamente mientras que los integrantes de los grupos latinoamericanos fueron siendo detenidos merced a las delaciones de la nueva nomenklatura tupamara.
Como se hizo necesaria mantener la unidad interna aunque fuera en apariencia, la nueva nomenklatura otorgó un perdón generalizado que benefició a quienes habían brindado información en la tortura y a quienes, para emplear el lenguaje cuartelero, hubo que pegarles para que se callaran. Así se salvaban todos.
Uno de los más beneficiados por el perdón general fue Donato Marrero, “el hombre del paraguas”, como lo bautizaran Seregni y Rosencof en un mano a mano que libretó Fernando Butazzoni, donde queda claro el interés de los tres implicados en mantener en secreto la identidad del así bautizado. Extraña sobremanera el interés de Butazzoni, que formó parte del coro que dirigió Emiliano Cotelo en su programa En perspectiva para convertir mi procesamiento en una necesidad pública.

Por aquel entonces Marrero estaba casado con Carmen Beramendi, quien siendo sobrina del coronel Ramón Trabal dicen los que entienden de estas cosas que fue quien hizo de enlace entre el coronel y su esposo para lograr para el matrimonio una pena reducida en sus condenas, a cambio de la información que Marrero proporcionó. Dicen las mismas fuentes que el alejamiento de Trabal hizo que dicha condena se prolongara algún tiempo más.

¡Hay que ver lo que hizo Marrero!!! dice un airado Marenales en el libro que para su mayor gloria le escribiera Márquez Zacchino, otro filo tupa que al igual que Butazzoni aterrizaron en el partido Comunista. Pero Marenales se guardó el secreto de lo que hizo Marrero y se lo llevó a la tumba, del mismo modo que otros ex tupas afirman que se llevarán los suyos, secretos tanto o más injustificados que los de Marenales.

Marrero se mantuvo al margen y en silencio. Incluso ante mi pedido de un encuentro se negó a hacerlo hace ya unos tres años. Pero Carmen se mantuvo activa e incluso siendo maestra alcanzó la presidencia del sindicato de trabajadores de la pesca, allá por 1984, cinco años después de ser liberada, fue diputada por el partido Comunista años después y desarrolló varias actividades, según Wikipedia y fue declarada ciudadana ilustre de Montevideo.
Hoy va de asesora de Carolina Cosse en la IMM. Como dice el tango, qué progreso que hiciste, pebeta…!!! Seguramente se lo merece.

FB de Amodio Perez