[Artiguista]

¿Cómo usan los militares la biometría?

sábado 29 de agosto del 2015, 11:08h

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La biometría ha sido muy utilizada por los ejércitos en Irak y Afganistán. Su aplicación permite distinguir entre personas amigas y enemigas en zonas de guerra, así como detectar, desde aviones no tripulados, a los terroristas más buscados.
Identificando a los yihadistas
La biometría permitió dar con el asesino del Estado Islámico

El grupo terrorista autodenominado Estado Islámico -EI- tiene entre sus macabras 'estrategias de márketing' publicitar por Internet la decapitación de sus rehenes occidentales -la primera fue la del periodista estadounidense Jim Foley en agosto-. Unos asesinatos a manos de un individuo que siempre se ha mostrado con el cuerpo y la cara cubiertos -excepto sus ojos- y con un amenazante cuchillo en la mano.

Bautizado como 'yihadista John', por su marcado acento británico, desde 2014 ha sido uno de los hombres más buscados del Estado Islámico por su sangre fría a la hora de cometer sus crímenes. Ahora, tras el trabajo de varios servicios de inteligencia occidentales ha sido identificado como el británico, de origen kuwaití, Mohammed Emwazi. Su identificación ha sido posible gracias a la aplicación de técnicas biométricas de reconocimiento de voz -obtenida de los vídeos de las ejecuciones- y a los datos facilitados por rehenes liberados -que han permitido realizar retratos robot de él-.
1. Así se aplica la biometría en zonas de guerra
El 18 de diciembre de 2011, el ejército de EE.UU. se retiraba de Irak. Tras ocho años de guerra, los soldados estadounidenses abandonaban un país envuelto en la violencia y el sectarismo. La guerra había sido un fracaso. Sadam ya no estaba pero la democracia y la libertad prometidas por el presidente George Bush estaban lejos de haberse conseguido. La opinión pública y los medios de comunicación estadounidenses que, en un principio, habían apoyado la intervención, consideraban el conflicto un error y muy altas las pérdidas humanas –en él murieron 4.400 militares-. Sin embargo, no todo había sido negativo para los intereses estadounidenses. La guerra contra el terror impulsada tras el 11-S había cosechado un gran éxito. Un logro que hoy, si cabe, todavía tiene más valor con el auge del autodenominado Estado Islámico. Todo, gracias a la biometría.

Base de datos con millones de registros
Durante los años en los que las tropas estadounidenses estuvieron en Irak, elaboraron una base de datos sobre tres millones de iraquíes -cerca de un 10% de la población del país- compuesta por huellas digitales, escáneres de retina y otros datos biométricos que permiten identificar a cada individuo de forma inequívoca. La información la iban recopilando de distintos modos. Por ejemplo, los iraquíes que querían formar parte de la policía o trabajar en las bases estadounidenses eran sometidos a un escáner de iris. A los que habían sido detenidos y eran sospechosos de ser insurgentes también se les registraban los datos mediantes unos pequeños pero potentes identificadores portátiles de datos biométricos –los llamados BATS y HIIDE-. De hecho, los ciudadanos de las zonas consideradas más peligrosas -por la presencia de insurgentes-, debían mostrar un carné de identidad con datos biométricos al salir de ellas y también al regresar. Incluso, en ocasiones, las tropas estadounidenses llevaban dispositivos para conseguir los registros digitales de los iraquíes que se encontraban en pequeñas poblaciones o haciendo labores en el campo. El objetivo de todas estas medidas era diferenciar a la población civil de los insurgentes combinándolas con otros datos conseguidos a través de los servicios de inteligencia. La base de datos, que se encuentra en manos del Centcom –el Mando Central Militar de EE.UU–, es ahora una herramienta de inteligencia de gran utilidad, ya que permite reconocer a terroristas, sobre todo, del Estado Islámico y rastrear sus movimientos.
2. Drones para buscar a terroristas e insurgentes
Bases de datos como la que ha realizado el Ejército y, también, de las que disponen organismos como la CIA estadounidense –encargada de defender los intereses del país en el exterior- o la Interpol –que sirve como coordinador y enlace de las policías de todo el mundo- pueden ser de gran utilidad para otro gran proyecto estadounidense: drones que reconocen rostros. En los últimos años, EE.UU. ha empleado UAVs –vehículos aéreos no tripulados– para realizar ataques contra terroristas en países como Afganistán e Irak contra -aunque en ellos también han muerto civiles-. La capacidad de encontrar al objetivo a través de un software de reconocimiento facial permitiría rastrear sus movimientos y, en caso de proceder a un ataque, minimizaría el número de víctimas inocentes. Asimismo, también pueden ser utilizadas por los cuerpos policiales que luchan contra la piratería, para identificar y atacar a sus líderes, o contra grupos terroristas como Boko Haram, en Nigeria. A diferencia de los sistemas de vigilancia actuales, las personas reconocidas por este tipo de drones tendrían mucho más difícil escapar, al no poder esconderse entre la multitud. De momento, la empresa Progeny Systems Corporation, que ha ganado uno de los contratos del ejército estadounidense, ya está trabajando en el sistema de reconocimiento facial biométrico, que básicamente consiste en realizar una fotografía de la cara de una persona en 2D y usarla para construir un modelo en 3D, que será utilizado más tarde para reconocer al objetivo desde el aire.
3. Armas que sólo pueden ser utilizadas por 'sus dueños'


La biometría también puede ser empleada en las armas para que sólo sean disparadas por las personas adecuadas. Se trata de una vieja aspiración de ejércitos como el estadounidense o el ruso que estudian cómo equipar sus armas con sistema de reconocimiento biométrico –generalmente dactilar- para que, en caso de que caigan en manos del enemigo, no puedan ser utilizadas.

Una buena idea para el control de armas Entre los productos más avanzados del mundo destaca el desarrollado por Omer Kiyani, que fundó Sentinl hace dos años. Esta pequeña compañía con sede en Detroit ha diseñado una pistola biométrica denominada Identilock, que se encuentra todavía en fase de prototipo y que sólo se desbloquea cuando el dueño pone su huella dactilar sobre ella. El precio de Identilock rondaría los 300 dólares –unos 275 euros–.

Pero no es la única aplicación. En EE.UU. hay un fuerte debate sobre si todas las armas de fuego que se venden deberían incorporar este tipo de sistemas como medida de seguridad; los defensores de esta medida aseguran que con ellas se impediría que los niños disparan, por error, las armas que pudieran coger de sus padres o que los delincuentes utilizaran la pistola que hubiesen arrebatado a un agente.
Y qué hace la OTAN
Considera que es una de sus tecnologías con más futuro

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La Alianza Atlántica tiene en marcha un potente programa de desarrollo de tecnología biométrica. Según ha explicado uno de sus responsables, "la Alianza Atlántica está invirtiendo tiempo, personal y otros recursos para que la agencia amplíe el uso de este tipo de tecnologías" que permitirían, en zonas de guerra, reconocer a distancia entre amigos y enemigos. "La biometría será fundamental en campos como la detección de las personas que colocan los artefactos explosivos improvisados".

Qué curioso: El Ejército estadounidense lleva desde hace media década usando este tipo de sistemas. Entre los casos más conocidos en los que los han utilizado destaca la identificación del cadáver de Osama Bin Laden tras ser abatido. Para ello se empleó la última versión del Secure Electronic Enrolment Kit -SEEK II o Crossmatch-: un dispositivo biométrico móvil que permitió identificarle por su iris tras compararlo con la información de la base de datos del FBI.