[Terminus]

Carta de un lector publicada en "Ecos" del diario El Pais

Preocupado y dolido
Gabriel A. García Cataldo | Montevideo


@|A mis camaradas de la Fuerza Aérea, permítaseme dirigirme al público en general para que en este breve texto se pueda entender el mal que aqueja a la Fuerza Aérea Uruguaya, la que otrora consideramos como la mejor de América, y lamentablemente hoy, casi que no es tan siquiera una Fuerza.
He leído que los aeroclubes del interior están al borde del colapso y a punto de ir desapareciendo. Pero dos cosas de las que vi, son la que me han quedado: que nuestros pilotos (de la FAU), realizan sus cursos de vuelo en aviones civiles (por su fabricación) y que la Fuerza Aérea se asemeja a un “servicio de ambulancias”.

Me enorgullezco de saber que mi Fuerza Aérea Uruguaya sirve a sus ciudadanos y salva sus vidas. Pero esta debería ser una de tantas tareas que puede hacer y que cada vez se ve más limitada, para lograr su misión.
Esta tarea de traslado de pacientes hubiera sido hecha de otra manera y teniendo en consideración muchas cosas que normalmente se hacían antaño en aeronaves preparadas para ello en aviones ambulancia que la Fuerza Aérea tenía con ese fin, y también en aviones civiles que se dedicaban exclusivamente a esta tarea. Hoy ya no existen ni unos ni otros.

Durante varias décadas la Fuerza Aérea patrulló las fronteras del país en represión del contrabando y del abigeato. Las inundaciones del año 1959, movilizaron hasta el último avión en orden de vuelo que se tenía por entonces, y en las ocurridas últimamente los helicópteros han salvado infinidad de vidas, rescatando a personas de los techos de sus casas y de la cima de árboles y postes; así como también en el recordado incendio del Palacio de la Luz, el rescate de personas en altamar, la lucha contra incendios forestales y cuantas cosas más que no nos enteramos, simplemente porque “no son noticia”.

No olvidemos al Transporte Aéreo Militar Uruguayo, que acortó distancias entre el interior y la capital del país, principalmente con el norte, y que unió algunas capitales sudamericanas con la nuestra.
Las “campañas antárticas”, que gracias a los vuelos de la Fuerza Aérea se han podido llevar a cabo, ya que las dotaciones que han pasado por la Base Artigas son dependientes de los vuelos que los abastecen de alimentos, medicinas y combustible.

¿Alguien se preguntó alguna vez cuánto cuesta formar un piloto o un aerotécnico? Solo puedo decirles que resulta muy caro para nuestro país. Pero además, cada profesión, tecnicismo o tarea que esté relacionada con la actividad de volar es una “especialización” no apta para cualquiera que no tenga debida preparación.
¿Y a mí que me importa? Puede ser una pregunta válida. Pues bien, les puedo hablar con conocimiento de causa que es lo mismo que decir: “Eso a mí no me va a pasar”. Nadie está libre de algo que le ha sucedido a otro. Somos humanos y por lo tanto, propensos a errar y a equivocarnos.

¡La FAU no es de otro país, es nuestra! Tiene los colores de la bandera de Artigas pintada en su cola y está agonizando. A sus integrantes en actividad no les está permitido decir que sus aviones ya no vuelan, que sus pilotos y aerotécnicos se están yendo para otros trabajos mejor remunerados y quienes se mantienen, lo hacen con la callada convicción de que será la “suerte” -única esperanza-, la que cambiará el destino.
¡Pero eso no es así! Si el Gobierno de nuestro país no hace por ella lo que debe hacer ya, la Fuerza Aérea Uruguaya será un recuerdo más de lo que otrora nos enorgullecía.