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Historias de la Aviacion Militar de Uruguay
#13
El Cap. Boiso Lanza y el submarino U-157

[Imagen: f5d8904993.jpg]
09 de agosto de 2018

Textos: Prof. Mag. Daniel Torena
Vientos de guerra soplaban alrededor del mundo

En 1918 el mundo se hallaba en el desarrollo del mayor conflicto armado, conocida y llamada por la humanidad la “Gran Guerra” o “Primera Guerra Mundial”. La misma se desarrolló entre 1914 y 1918, abarcando la mayor parte de los continentes en diversas operaciones militares, terrestres, navales y la gran novedad: la aérea.
Según historiadores españoles de la Real Academia de la Historia, como el académico Salis, murieron más de 8 millones de personas y más de 20 millones fueron heridos y desaparecidos. El célebre historiador militar británico, el Mayor General J.F.C Fuller, en el tercer tomo de su obra “Batallas decisivas del mundo occidental”, destacó con detalles que los Imperios centrales de Alemania y Austria-Hungría estaban al límite de sus recursos humanos y materiales, y que no podrían ganar la Guerra.

El renombrado historiador británico P.H.D. Eric Hobsbawm en su obra “Historia del s. XX, las grandes pérdidas humanas”, Gran Bretaña perdió una generación entera, donde medio millón de hombres no llegaron a cumplir los 30 años de edad. La cuarta parte de los alumnos avanzados y egresados de Cambridge y de Oxford de menos de 25 años de edad, perecieron como oficiales en las trincheras. En tanto los Estados Unidos perdieron modestamente 116 000 hombres, frente a 1 600 000 franceses, unos 800 000 británicos y 1 800 000 alemanes.

Las mayores cantidades de bajas de los ejércitos enfrentados fueron los rusos con más de 2 000 000 de muertos y otros tantos heridos, seguidos de las fuerzas del Imperio Turco Otomano. Luego Alemania, Francia, Austria-Hungría, Gran Bretaña, Italia, Estados Unidos, etc.

En América del Sur la mayoría de los estados eran partidarios o se inclinaban por las potencias Aliadas y eran contrarios a los Imperios Centrales. Uruguay había roto las relaciones diplomáticas con Alemania en octubre de 1917, durante el Gobierno del presidente de la República Dr. Feliciano Viera. En nuestro país la influencia de la cultura francesa era muy grande y la mayoría de los referentes de la vida política, militar, social y los círculos intelectuales académicos eran admiradores en gran parte de la Francia de la III República. Además había una estrecha relación con el comercio agro exportador y la industria de capitales británicos, siendo el Reino Unido el mayor comprador de carnes y lanas uruguayas. En tanto la influencia de la propia Gran Bretaña en materia de inversiones de capitales ingleses en el Río de la Plata era abrumadora, más en Uruguay y en Argentina que en cualquier otro lugar de la América Latina.

La “guerra submarina” la había adoptado Alemania, como una medida estratégica para impedir el normal comercio marítimo en el Atlántico Norte, de los británicos y sus aliados. Esta se había extendiendo a todo el Atlántico, con grandes pérdidas de naves y vidas humanas, lo cual fue una de las causas fundamentales de la entrada en la guerra de los EE.UU. La prensa y el pueblo norteamericano, así como los estados neutrales eran absolutamente contrarios a este tipo de guerra, a la cual el propio Kaiser Guillermo ll era contrario al principio. Pero el Estado Mayor Naval y el Estado Mayor Imperial, siguieron con la guerra submarina y el propio Kaiser terminó aceptando el empleo del arma submarina en forma general, como “guerra total”. De estas operaciones hay que recordar la del hundimiento del transatlántico “Lusitania” de la Cunard Line, gran barco de pasajeros que cubría la línea entre los puertos ingleses y el de New York (EE.UU), gemelo del legendario “Titanic”. El 7 de mayo de 1915 un submarino alemán hundió al “Lusitania” con un fulminante ataque de torpedos, muriendo 1 200 pasajeros, en su mayoría británicos y norteamericanos, así como parte de los tripulantes, lo cual fue condenado como un crimen de guerra. Alemania pidió disculpas, pero luego, continuó con los ataques cada vez más severos a barcos civiles, fueran mercantes o de pasajeros.

Pese que en teoría Alemania no atacaría barcos civiles de pasajeros neutrales, no había garantías plenas y existía muchísimo temor en los viajes de ultramar. Alemania interceptaba a los barcos civiles rumbo a Europa por si llevaban armamentos o suministros a sus enemigos. Esto no justificaba las leyes de la navegación ni cualquier tipo de inspecciones a naves civiles neutrales. Es así que Brasil movilizó a su flota de guerra en protección de su comercio de ultramar y luego intervino junto a los aliados en el Atlántico Sur contra los submarinos alemanes, con pérdidas de naves y tripulantes.

Ante el desarrollo de la Guerra y sus avances en cuanto a la tecnología y las nuevas estrategias de combate, el presidente Dr. Feliciano Viera, preocupado por el grave conflicto y las posibles consecuencias para el país, teniendo en cuenta la postura diplomática oficial proaliada de Uruguay, que había roto las relaciones diplomáticas con los Imperios de Alemania (octubre de 1917) y Austria-Hungría (fines de 1917) ya tenía en acuerdo al Parlamento Nacional, bien claro el rumbo que habría que tomar el país. Las Fuerzas Armadas y en especial, el Ejército tenían una formación académica castrense en los modelos de Francia y muchos oficiales de Estado Mayor, realizaban sus estudios superiores en París, en algunas oportunidades y en menor medida en Bélgica e Inglaterra por temas navales.

A comienzos de 1918 se ordenó por el Gobierno y con el apoyo parlamentario, el envío de una Misión militar de observación y estudio, al frente francés. La misma fue encabezada por el General de Brigada Julio Dufrechou, siendo parte también de esta, los Coroneles Francisco Bosque y Julio Nuñez, el Teniente Coronel Héctor Marfetán y el Capitán Juan Manuel Boiso Lanza. Este último, el único piloto y experto de la nueva “Arma aérea” de la Misión militar uruguaya, que además tenía el rango en la Misión, de oficial diplomático, otorgada por el gobierno de la República.

La Misión militar uruguaya partió el 3 de marzo de 1918 desde el Puerto de Montevideo, y aquí Boiso Lanza ya no volverá a ver en vida a nuestro país. Partieron en el transatlántico español “Infanta Isabel de Borbón”, junto con oficiales de una Misión militar chilena de observación también, pero estos iban al frente alemán.
La hermosa nave española viajaba al Puerto de Cádiz, siendo España un país neutral en la guerra, donde el Rey Alfonso XIII y su gobierno conservador, no querían involucrar a España en una guerra en Europa. Además el Rey tenía lazos familiares, siendo nieto de la Reina Victoria (por madre), de Inglaterra y primo de los siguientes monarcas en conflicto, del Rey de Inglaterra Jorge V, del Kaiser Gullermo ll y del Zar de Rusia Nicolás ll.

La Misión militar compatriota pensó que viajar en un barco español era seguro a nivel diplomático, pese que en algunas oportunidades los submarinos alemanes inspeccionaban los barcos neutrales como los de España, ante la posibilidad de llevarse armas de contrabando. Uruguay asimismo, tenía una muy buena relación diplomática con el Reino de España, lo que daba garantías de actuar correctamente de acuerdos a las leyes de la navegación y del Derecho Internacional.

Alemania trataba de no provocar otros conflictos a los que ya tenía con la guerra en Europa. Luego de zarpar por abastecimientos en Las Islas Canarias y navegando al noreste de las Islas Madeira, a unas 300 millas náuticas de Cadiz y siendo las 9 de la mañana del 18 de marzo de 1918, el “Infanta Isabel de Borbón”, fue interceptado por el submarino alemán. El mismo era el U-157, moderna nave de guerra para la época, con 56 hombres de tripulación y armado con dos cañones a proa y popa de 105 milímetros para superficie y torpedos en misión de inmersión. Este submarino apenas cuatro días antes había hundido a un mercante español llamado el “Arpillao”, por llevar armamento de guerra de contrabando, frente a la Isla de Palma en el Mediterráneo.

Al estar a tiro de cañón, el submarino disparó un tiro de advertencia al “Infanta Isabel de Borbón” que se detuvo ante la gran sorpresa de todos los tripulantes y pasajeros del barco español.
El Capitán del submarino era el Teniente Comandante Max Valentiner, joven oficial de carrera de la marina imperial de Alemania. El Capitán del “Infanta Isabel de Bordón” era un veterano marino y todo un caballero, llamado Manuel Deschamps y Martinez. Este envió inmediatamente un bote al submarino, con un oficial y ocho tripulantes con todos los documentos de los pasajeros y la carga que llevaban a España.

El Comandante alemán del submarino, resolvió enviar una misión de inspección suya acompañando a los españoles para quedar más seguro de que estaba todo en orden, pese a que estaba todo de acuerdo a la leyes de navegación y documentos de carga legalmente aclarados. Envió a dos tenientes, llamados Olrichs y Kosbalt, que hablaban español junto con el médico del submarino, el Dr. Haedenkamp y cuatro marineros. Su tarea era la inspección ocular detallada de los pasajeros y carga, y como era el mediodía a esa altura, el Capitán español los invitó a almorzar en el amplio y cómodo comedor del barco, ante la curiosidad de los pasajeros. Este acto fue agradecido por los militares alemanes ante tal gentileza del Capitán español.

Luego que los alemanes examinaron todos los documentos de los pasajeros, les llamó en especial la atención de la Misión uruguaya que tenía pasaporte diplomático, por lo cual habría que cumplir formalidades y respeto de la Ley Internacional. En una acción contraria a las normas del Derecho Internacional, los alemanes querían llevar a los uruguayos al submarino, por tener documentos que iban a Francia en Misión Oficial, aun Uruguay siendo un país neutral y los integrantes, no combatientes directos sino observadores. Con esta situación, nuestro país no alteraba ninguna norma de guerra ni tampoco, la Convención de la Haya de 1907 y 1908.

El Teniente Olrichs, luego de examinar los documentos de los uruguayos cuidadosamente, le envió un telegrama al submarino al Teniente Comandante Valentiner, ordenando este, trasladar al General Dufrechou y a los oficiales compatriotas al submarino.
El Capitán Boiso Lanza se dirigió al camarote de su esposa Magdalena Belinzon, para informarla de la situación y tratar de dejarla tranquila, donde le informó que los agregados militares de Uruguay en las embajadas de Portugal y España, vía telegrama, les ofrecían protección a ella y a la esposa del Coronel Bosque, que también acompañaban a su marido.

Boiso Lanza escribía en su diario de oficial, que estaba convencido que los tomarían como “prisioneros de guerra” por los alemanes. Fueron llevados todos al submarino y se reunieron con el Comandante Alemán, quién en una conversación en francés, le propuso al General Dufrechou, llevarlos a Alemania “como invitados o pasaje de primera clase”. Según relató el propio Boiso Lanza, el General, de forma firme y en un correcto y claro francés, con altura y dignidad rechazó tajantemente la situación.

El General Dufrechou, le propuso un acuerdo de caballeros, en que los Oficiales del Ejército de la República Oriental del Uruguay, no tomarían las armas contra Alemania por su honor. El Comandante Valentiner, como observó que actuaban con sinceridad y era un hombre de honor, aceptó los términos de la Misión militar del Uruguay.
Retornados al buque “Infanta Isabel de Borbón”, el General Dufrechou antes de partir agradeció el gesto caballeresco y le envió al submarino de regalo botellas de champán francés y una carta de reconocimiento al Comandante del submarino alemán.

Luego de 9 horas interminables de incertidumbre, el trasatlántico “Infanta Isabel de Borbón” con 1500 personas a bordo entre pasajeros y tripulantes, partió rumbo al Puerto de Cádiz.
Al tomar conocimiento de los hechos por informe telegráfico y carta diplomática luego por el General Dufrechou, el gobierno del presidente Viera, hubo una gran conmoción e indignación pública en Montevideo y en todo el país, sonaron discursos fuertes con “vientos de guerra” contra Alemania en el Parlamento Nacional. La prensa española e internacional relató el hecho como un abuso de fuerza, contra una misión diplomática de un país neutral como era Uruguay. El gobierno de la República, protestó con firmeza a la Cancillería del Kaiser Guillermo ll, la cual pidió públicamente disculpas por la acción cometida por un Oficial Naval de la marina imperial, siendo sancionado en su registro de Comandante, por su exceso y previamente arrestado de forma leve según reza los documentos.

Alemania no quería mayores conflictos y nuestro país no llegó a lo que pedían algunos parlamentarios y medios de prensa, de declarar la “guerra al Imperio Alemán”. El gobierno uruguayo acepto las disculpas del gobierno del Kaiser Guillermo ll de Alemania.
Boiso Lanza quiso el destino, que la historia de su vida terminara falleciendo en un accidente de aviación el 10 de agosto de 1918 en Francia, donde realizaba sus estudios superiores en la Escuela de Pau pasando a volar hacia la eternidad en la Escuadrilla del Silencio
“Dulce et decorum est pro patria mori”
 
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RE: Historias de la Aviacion Militar de Uruguay - Artiguista - 08-11-2018, 06:36 PM

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