Para los radicales que pretenden investigar el espionaje en democracia, podrian empezar por este marxista traidor.
Historia de una traición
- Hebert Gatto
En el año 1958 cuando la edad me lo permitió me deslumbré con el pensamiento de Vivián Trías. En mi visión, el líder del Partido Socialista era el político de izquierda que mejor representaba al país. Socialista, como todo intelectual que se preciara, antiimperialista decidido, fundador del enfoque revisionista de la historia uruguaya, era por lejos, uno de los intelectuales de mayor calado de la época.
El hombre que junto a Carlos Quijano, Carlos Real de Azúa y Alberto Methol Ferré profetizó que sin integración latinoamericana, sin hacer realidad la Patria Grande, el continente carecía de futuro. Plasmando un pensamiento renovador, plagado de eruditas profecías que en el clima de estancamiento y desesperanza que vivía el país, sonaban como luminosos asertos.
Verdades sagradas avaladas por la ciencia. Sin que nadie se preguntara, Trías incluido, como lograr que los renuentes orientales las compartieran. Es cierto que en sus desavenencia con Emilio Frugoni, los sucesos resultaron confusos y sin honor. Aún si el viejo gladiador, como yo creía entonces, era un sobreviviente de otra época.
Además, y esto me resultaba decisivo, era imperioso diferenciarse de la otra parte de la izquierda, la comandada por el Partido Comunista.
Ya por entonces el pasado estalinista era ampliamente reconocido y la URSS y su imperio una dictadura totalitaria irredimible. Razón que también hacía inaceptable a su filial uruguaya. Trías, que había descrito a la URSS como un imperio que explotaba a su pueblo aparecía, sin abandonar la izquierda, su mejor adversario.
Su socialismo nacional, la idea de un modo de producción adaptado a cada nación, alejado de la generalidad mecanicista de los soviéticos, resultaba irresistible al tercerismo que "Marcha" nos había donado.
Ni siquiera la irrupción cubana, pudo modificar esos parámetros. Era posible apoyar a Cuba, criticar a la URSS, proclamar el socialismo y adherir al pensamiento de Trías con independencia de su partido.
Hoy conocemos su costo. Pasado más de medio siglo, sabemos que Trías no fue un demócrata,
a lo menos durante 13 años fue un agente checoslovaco, vale decir un espía soviético.
Es vano discutirlo, lo fue y lo fue plenamente. Le pagaron mensualmente y le ordenaron y financiaron los temas de muchos de sus libros.
Le rentaron departamentos y le autorizaron más de cuarenta operaciones activas, una, rocambolesca, contra la embajada de los Estados Unidos.
Se valió de Época, El Sol, Izquierda para promoverlas. Lo premiaron con whisky, viajes y cigarrillos americanos. Reclutó agentes usando a su partido o a su esposa.
Poco importa eso, el Partido Socialista lo perdona. Arguye que espió por convicción, no por monedas. Lo hizo para destruir al imperialismo y apresurar la nueva sociedad. Nada que objetar por ende. ¡Arriba la URSS y sus valientes agentes!
Solo alguna pregunta rezagada irrumpe, incómoda. ¿Lo perdonarán los muchos que en un tiempo lo admiramos y que ahora, pese a haber cambiado, seguíamos respetándolo? ¿Cómo se relaciona el espionaje con la democracia y la transparencia? ¿Qué pensar de la génesis del Frente Amplio, cuyos dos partidos fundadores aparecen liderados por agentes soviéticos abrazados a la URSS?
¿Es válido, como hizo Trías, mentir a un país entero?.