EL OBSERVADOR - 2019-01-05 -
Guardianes del aire.
La donación de tres aviones Skymaster chilenos reforzó el escuadrón de la Aviación Naval y se volvieron fundamentales para las tareas de patrullaje costero
María Eugenia Fernández
Armada 762". Esta frase se repite de forma recurrente a bordo de uno de los vuelos de patrullaje costero que realiza la Aviación Naval. A cada kilómetro que pasa, los pilotos navales deben avisar a las torres y a aquellos aviones más cercanos que están sobrevolando sobre las playas en una misión de exploración.
El escuadrón de la base aeronaval Carlos Curbelo, en la Laguna del Sauce y próxima al Aeropuerto Internacional de Punta del Este, hace durante el verano dos vuelos semanales de patrullaje por la costa del país. Uno hacia el oeste, rumbo a Colonia, y el otro hacia el este, rumbo a Rocha.
Desde la base parten de un hangar que se comunica directamente con las pistas del aeropuerto de Punta del Este y, una vez que reciben la habilitación, despegan rumbo a la costa para empezar el rastrillaje. Lo que encuentren en el camino siempre es una incógnita y el abanico de opciones es infinito. En un vuelo de rutina, por ejemplo, pueden detectar un barco averiado o un cardumen de peces demasiado cerca del cable submarino de Punta del Este, que de ser afectado podría dejar a miles sin conexión. Los pilotos Antonio Borges y Fernando Umpiérrez conocen de memoria cómo se ven desde el aire los recovecos de las costas uruguayas y están atentos a cualquier tipo de alteración en el mar.
Se comentan en el aire todo aquello que les llama la atención y preguntan a las torres de control de las localidades más cercanas si necesitan apoyo desde arriba para algo en especial. La mañana del 4 de enero está tranquila y desde el avión se ve cómo miles bajaron a las playas del este para disfrutar, al fin, de los primeros días de sol del año. ¿Por qué es necesario que dentro de la Armada Nacional exista un escuadrón de pilotos teniendo en cuenta que existe la Fuerza Aérea? La respuesta a esta pregunta la tienen grabada a fuego tanto Borges como Umpiérrez, que los 365 días del año están apostados en la Laguna del Sauce.
está instalada la única base activa de la Aviación Naval que cuenta con un grupo de aviones y otro de helicópteros, destinados a custodiar desde el aire la soberanía a nivel del mar. Pero los pilotos navales cumplen con un abanico más amplio de funciones, entre las que se encuentra el control de contaminación de las aguas, el rescate (conocido por la sigla SAR, Search and Rescue) y la detención de buques que estén infringiendo las normas marítimas del país. "Hay algo que no se puede enseñar en una materia pero que se llama el "ojo del marinero".
A veces, estamos en tránsito o en una operación y vemos algo que nos rompe los ojos a nivel del mar. Ningún otro piloto de Uruguay tiene esa capacidad", señaló a El Observador el jefe de escuadrones de Aviación Naval, el capitán de fragata Álvaro Beares.
Los pilotos recordaron a los países más desarrollados que a lo largo de su historia coquetearon con la idea de eliminar la Aviación Naval y terminaron tropezando. Tal fue el caso de Chile, que en los 60 eliminó a esa dotación de su Armada y la volvió a abrir diez años después. "Se dieron cuenta de que necesitaban marinos arriba de los aviones", apuntó Beares.
El ánimo de los pilotos del escuadrón de Laguna del Sauce se reavivó cuando a finales de agosto llegaron tres aviones Sky-master donados por Chile, que reforzaron la humilde flota con la que cuenta la Aviación Naval.
Los Skymaster tienen una autonomía de vuelo de cinco horas y media y pueden alcanzar una altitud máxima de 19 mil pies, en condiciones ideales. Para traerlos a Uruguay, los pilotos navales debieron pasar meses planificando la ruta para evitar cualquier imprevisto, sobre todo al momento de cruzar la Cordillera de los Andes.
Para ese cruce tenían un límite de 13 mil pies, que solo podían alcanzar en el punto que está entre la ciudad chilena de Concepción y la argentina Neu-quén. Pero además de la altura, también estaban las limitaciones climáticas. "Lo que más me preocupaba era que no hubiese turbulencia en la cordillera. Y para que eso no pasara tenía que haber igualdad de condiciones de un lado y del otro", explicó Beares.
Durante varias semanas, Umpiérrez se tomó el trabajo de llamar todos los días a un meteorólogo de Santiago de Chile para que le asegurara que las condiciones iban a ser las mejores. Hasta que llegaron a fijar un día y una hora exacta para que los tres aviones cruzaran sin ningún pozo de aire en el horizonte y ni una sola nube.
Con algunas paradas técnicas de por medio, los tres aviones aterrizaron en Uruguay y hoy son la principal herramienta con la que cuentan los pilotos navales.
A una velocidad promedio de 180 kilómetros por hora y una altura de vuelo relativamente baja, estas aeronaves son ideales para las tareas de observación de los pilotos, que se realizan dos veces por semana, una vez hacia el este (rumbo a Rocha) y la otra hacia el oeste (rumbo a Colonia).
Pero también están a disposición de aquellas urgencias que puedan surgir, como fue el caso del derrame de petróleo en la boya de José Ignacio. Hace unas semanas el prefecto de Punta del Este, Wilson Espíndola, debió recurrir a los pilotos de la base de Laguna del Sauce para conocer cuál era la magnitud del derrame que se produjo el 7 de diciembre.
Ese día, durante una maniobra de descarga de crudo en la terminal este de Ancap, uno de los manguerotes que conecta los tanques del buque con la boya petrolera se rompió y generó un derrame en el océano Atlántico de 5.800 litros de petróleo. "El prefecto de Punta del Este nos pidió de forma urgente que saliera el avión, porque necesitaba hacer el plan de acción en base a hacia dónde se movía la mancha, que desde el agua era muy difícil de ver.
A partir de ese día, hicimos once vuelos más", sostuvo Beares. A raíz de este accidente, ahora en cada vuelo de patrullaje rumbo al este los pilotos se aseguran de sobrevolar la boya, para corroborar que todo siga en orden.
Presupuesto limitado
Los Skymaster que llegaron de Chile tienen un uso restringido a 50 millas de la costa, ya que para distancias más lejanas hay otros aviones de mayor porte. Sin embargo, los pilotos explicaron que dentro de esa franja es donde se da la mayor parte de la actividad marítima, ya sea de pesca o de recreación. El presupuesto de las FFAA es un tema recurrente de debate y generó reclamos en los últimos años por parte de los comandantes en jefe de cada una de las tres fuerzas.
En noviembre de 2015, durante el aniversario de la Armada Nacional, el entonces comandante Leonardo Alonso le reclamó al presidente Tabaré Vázquez la "impostergable incorporación" de recursos para que los marinos pudieran cumplir con sus tareas en el mar.
El episodio le valió una sanción al máximo jerarca de la Armada Nacional. La Aviación Naval no está ajena a las restricciones presupuestales, por lo que tiene que recurrir a donaciones de otros países, que no siempre incluyen a las herramientas más adecuadas para las tareas.
Pero, como dice el dicho, "a caballo regalado no se le mira el pelo" y los pilotos navales sacan provecho al máximo de lo que pueden conseguir. En octubre de este año llegarán dos helicópteros desde Italia que permitirán dar un salto fundamental en las operaciones de rescate.
"Uno piensa en los costos, pero el tema es el beneficio. Porque uno tiene que pensar en que la Armada cumple su misión porque el Estado y el país lo necesitan. Con su propia legislación, con los convenios internacionales ratificados por la legislación, en casos como la polución, el control de la piratería...", argumentó Umpiérrez.
Para abonar este argumento, Beares se refirió a los cruceros que cada verano llegan a las costas del país. "Acá vienen cruceros de determinado porte porque hay todo un sistema de búsqueda y rescate en el mar, un sistema de control de contaminación y un sistema de control de tráfico que permiten que esos cruceros puedan venir con seguridad a Uruguay", explicó.
Está calculado que por las costas uruguayas pasan 230 barcos por día, lo que al año supone una cifra de casi 84.000 embarcaciones. Y la cifra va en aumento, por lo que es previsible que la seguridad marítima deba acompañar esta tendencia. "Necesitamos, para el siglo XXI y la multiplicidad de tareas, aggiornarnos de forma casi urgente respecto a los sensores con los que contamos para seguir cumpliendo la misión", defendió Umpiérrez.
CIFRAS
50 millas de la costa es la distancia a la que pueden volar los nuevos aviones que llegaron de chile. Para mayores distancias se utilizan otros de mayor porte.
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80 kilómetros por hora es la velocidad promedio a la que vuelan las nuevas aeronaves, y son ideales para tareas de observación que realizan los pilotos.
LO DIJO
"Acá vienen cruceros de determinado porte porque hay todo un sistema de búsqueda y rescate en el mar, de control de contaminación y de control de tráfico que permiten que esos cruceros puedan venir con seguridad a Uruguay" Cap. Álvaro Beares
JEFE DE ESCUADRONES DE AVIACIÓN NAVAL
"Uno piensa en los costos pero el tema es el beneficio. Porque uno tiene que pensar en que la Armada cumple su misión porque el Estado y el país lo necesitan"
Fernando Umpiérrez Piloto
Guerras adentro
La idea de que las FFAA están para prevenir conflictos armados entre países parece haber quedado en desuso, según los pilotos. Sostuvieron que hoy la guerra mutó hacia un concepto "asimétrico", en el que se puede dar un enfrentamiento entre el Estado y el narcotráfico o entre el estado y el terrorismo. "el día de mañana me puedo cruzar con narcotraficantes, con armamento mejor que el mío. Quienes agreden la soberanía del país no tienen por qué ser otros estados, sino organizaciones criminales que se instalen para operar en Uruguay o que pasen por aquí", afirmó Umpiérrez.
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